“La presidenta envió a sus señorías a comer y, al regresar, se subió el jabalí a la tribuna y expulsó un vómito de bilis, poniendo el hemiciclo perdido de basura”. “Fue un acto de suprema jactancia y chulería que Sánchez perpetró este martes al elegir, de entre sus 121 diputados, al energúmeno más zafio y servil del rebaño, sacarlo de la última fila de su grupo parlamentario y encomendarle la tarea de responder al discurso del candidato propuesto por el Rey, convirtiendo el debate de investidura y el Congreso mismo en una pocilga”.
Quien así definía la intervención del exalcalde de Valladolid Óscar Puente el pasado martes en el Congreso de los Diputados es Ignacio Varela, sociólogo y analista que ingresó en el PSOE en 1974 y que tras la victoria de Felipe González fue durante 11 años subdirector del gabinete de la Presidencia del Gobierno en Moncloa y contribuyó de manera destaca a la estrategia y las campañas del PSOE. Vamos, en los términos actuales de Ferraz y sus voceros, lo que viene siendo “un facha”.
La intervención de Puente –calificada en similares términos a los de Varela por una buena parte de analistas, también de la izquierda social y mediática- no es sino un escalón más que se bajó en este peligroso descenso al barro de la política española que esta semana ha tenido varios ejemplos. Y cuyo colofón fue el altercado del AVE de Valladolid que, lejos de ser considerado ya como “jarabe democrático” por quien lo puso de moda y sus huestes, ahora es considerado como un «intolerable» ataque a un diputado.
Óscar Puente, del AVE al Congreso
Conviene explicar que en el incidente protagonizado por el psicólogo pucelano Lucas Burgueño, conocido por intervenciones en la TV de Castilla y León sobre “cómo gestionar la ira” –no me digan que no es irónico- y a quien ya le han sacado una condena por un delito de lesiones menores y le están rastreando hasta la basura, no hubo violencia ni intimidación. Óscar Puente se sintió muy dolido cuando el psicólogo le interpeló en pleno pasillo del vagón varias veces por su cambio de posición sobre Puigdemont. Y el diputado y exalcalde llamó rápidamente a la Policía para que expulsaran del vagón a su paisano.
Lo vivido por Puente –servidor público pagado con el sueldo de todos que tiene todo el derecho a sentirse intimidado pese a su exhibición macarrónica del martes- está en las antípodas del escrache a Rosa Díez, la persecución junto a su casa a Cristina Cifuentes o los escupitajos y empujones en el Orgullo a una Begoña Villacís embarazada. Pero Puente llamó a la Policía, el AVE se retrasó tres cuartos de hora y, al final, la Policía cambió de sitio… a Óscar Puente mientras el psicólogo explicaba desde su asiento al resto de viajeros lo sucedido.
La victimización de Puente –que se había mostrado encantado del tono de su discurso del martes y presumía en sus redes de titulares como éste “Óscar Puente pone el rock duro en el Congreso”– es un ejemplo más del riesgo que se corre cuando se pierde el respeto institucional y cuando se aplica la ley del embudo para la protesta, esa que se llama –insisto- “jarabe democrático” cuando el perseguido no es de izquierda.
Un ejemplo: la víspera del incidente del AVE, Irene Montero y su fiel escudera, Pam, acudían a un acto en Aragón. El primer vídeo mostraba a la presidenta de las Cortes negándose a saludar a la ministra en funciones y dejando con la mano extendida a la número dos. La maquinaria se puso en marcha por la Selección Nacional de Opinión Sincronizada: falta de respeto institucional, no se guardan las formas… Curiosamente, los mismos que habían jaleado la ‘jugada’ de Sánchez no respondiendo a Feijóo y las ‘formas’ tabernarias de Puente dos días antes.
Otro vídeo mostraba la actitud desafiante de la ministra y las palabras que le dedicaba a la política de Vox sobre lo orgullosa que estaba de poder defender en su cara el aborto. Por supuesto, ninguno de los voceros recordaban que, unos meses antes, cinco diputados de las Cortes de Castilla y León se negaron ostensiblemente a dar la mano al presidente por ser de Vox. Otra vez la ley del embudo.
Y así, cuando desde la izquierda actual se interioriza con naturalidad esa extraña superioridad moral que justifica los escraches o el señalamiento a los políticos del otro bando, se puede traspasar una línea como la que le llevó a todo un concejal socialista a ‘tocar’ la cara por tres veces al alcalde de la capital en mitad de un Pleno. El ínclito –afortunadamente, el PSOE de Madrid le obligó a entregar el acta de manera exprés- se llama Daniel Viondi. Comparte afición y cancha de baloncesto desde hace años con Pedro Sánchez y, oh sorpresa, conoce desde 2012 a Óscar Puente a quien apoya efusivamente en todas sus intervenciones, incluida la última del Congreso.
El principal mérito de Viondi para ser concejal, según confiesan en el PSM, es precisamente ese: compartir pachangas de baloncesto desde hace años con Su Sanchidad. Igual que el mérito principal del diputado por Teruel –HerminioNoSoySánchezSoySancho– era el de ser elegido a dedo por Sánchez para cerrar el camino en Aragón a un posible rival a la Secretaría General como Urquizu. Y así, Herminio lleva tres legislaturas siendo diputado y no es capaz de votar bien ni a viva voz.
Porque, en medio de toda este deterioro del ambiente político, convendría recordar que en España, el de político –ya sea concejal como Viondi o diputado como Herminio o la compañera de Rufián que se hurgaba la nariz con desesperación a la vista de toda España- debe ser uno de los pocos trabajos que, pese a su exquisita remuneración con dinero público, no se exige el más mínimo examen ni la menor titulación. Solo, la obediencia lanar a lo que decida el Sánchez de turno para que no se le ocurra a ninguno votar en conciencia.
Herminio, el ‘dedazo’ de Sánchez incapaz de votar bien ni de viva voz, como le sucedió por cierto a Eduard Pujol (Junts) este viernes, cobra casi 8.000 euros al mes por 14 pagas de dinero de todos los españoles. Según el Portal de Transparencia del Congreso, Herminio tiene un sueldo base de 3.126,89 euros brutos al mes. Como diputado de fuera de Madrid, cobra una indemnización (libre de impuestos) de 2.008,61 euros.
Sánchez, Puente, Viondi
Además, como fue agraciado en la última legislatura con la Vicepresidencia Primera de la Comisión Mixta de las Relaciones con el Defensor del Pueblo (yo tampoco sabía que existía), se lleva otros 1.162,76 euros en concepto de gastos de representación. Y por ser portavoz adjunto de otras dos comisiones por la gracia de Sánchez, otros 775,18 euros por cada una de ellas. En total, Herminio cobraba al mes 7.848’62 euros brutos, parte de ellos libres de impuestos.
A ello hay que añadir que le cubrimos todos los gastos de transporte (avión, tren, automóvil o barco) y, por supuesto, el aparcamiento en las estaciones de tren y aeropuertos. Y por primera vez en la historia del Congreso, los diputados pactaron en septiembre –como desveló Vozpópuli– que cada uno tendría derecho a un asistente a una media de otros 1.700 euros de dinero público para el duro trabajo del papeleo administrativo de sus señorías.
Muchos quieren preguntar y pedir cuentas a diputados a quienes generosamente mantienen con su dinero y que hace nada defendían lo contrario de lo que propugnan ahora. Jarabe democrático, lo llamaban hasta hace dos días
Un sueldo y unas prebendas generosas, sobre todo para que luego se equivoquen al votar de viva voz o cambien la historia de un país al no saber apretar el botón telemático adecuado, como el ínclito Alberto Casero cuyo error permitió a Yolanda Díaz sacar adelante su reforma laboral, y a Pedro Sánchez mantener su Gobierno de coalición y llegar hasta hoy gracias a unos diputados a los que –al contrario de lo que sucede con, por ejemplo, los ujieres de las Cortes que deben pasar hasta dos exámenes, según la última oferta de publicada en el BOE el pasado diciembre- no se les exige capacitación alguna.
En los vídeos de Óscar Puente no se ve violencia alguna, y son muchos los ciudadanos de a pie que, tras asistir al espectáculo de la investidura y no saber qué se está cociendo entre Sánchez el silente y una minoría hambrienta de poder (nada bueno, eso seguro), también quieren preguntar y pedir cuentas a quienes generosamente mantienen en el Congreso con su dinero y que hace nada defendían lo contrario de lo que propugnan ahora. Jarabe democrático, lo llamaban hasta hace dos días.