Luis Ventoso-El Debate
  • En España somos expertos en inflar globos con políticos mediocres que nunca han empatado con nadie, y López es otro más, a pesar de la ola promocional

Corría el final de los años ochenta y un grupo de amigos bajamos a hacer una incursión noctívaga por el Orzán coruñés, por entonces la zona de salir. Coincidimos en un pub con unos guiris, para más señas, estadounidenses. Mi hermano se puso a hablar con uno de ellos. Resultó ser de esos que en su palurda ignorancia piensan que España es un lugar pintoresco y muy atrasado. El tema de conversación era la música y el gringo le preguntó: «Do you know Bruce Springsteen?». «Of course», le respondió Alberto. «And do you know REM?». «Yes», le dijo, para sorpresa del americano. Pero el tío no paraba: «Do you know Prince?». «Do you know U2?». «Do you know Michael Jackson?»… Mi hermano, que a veces tiene mucha coña, empezaba a estar hasta la zanfoña. Así que le preguntó: «And do you know Georgie Dann?». El turista se quedó sorprendido, superado: «Georgie… what??», farfulló.

Me he acordado de aquella anecdotilla de la noche de los tiempos ante el globo que están inflando el PSOE y sus televisiones con Óscar López. La verdad es que si se le preguntase al público por él, muchos españoles dirían: «¿Oscar… qué?». Y es que ese señor, vendido ahora a todo trapo como el Pericles con gafas que va a provocar un seísmo en la política madrileña, es un perfecto desconocido para la inmensa mayoría de la gente. ¿Y por qué? Pues porque su trayectoria es mediocre. Estudió Políticas, se afilió al PSOE…. y hasta hoy. El Partido es la única empresa en que ha trabajado. Estamos ante un apparatchik de libro, que la única vez que testó su valía como cabeza de cartel, en Castilla-León en 2011, fue vapuleado en las urnas por Herrera y perdió cuatro escaños.

A veces tendemos a pensar que una persona con una cabeza grande tiene una gran cabeza. Me temo que algo así sucede con Óscar López. Moncloa ha dado orden de promocionarlo por tierra, mar y aire. Así que de buena mañana tuvo entrevista baño y masaje en Tele Sánchez, a cargo de Intxaurrondo, una seudo periodista que no ha entendido algo tan sencillo como que los informadores de una cadena pública, pagada por todos los españoles de todas las tendencias, deben mantener una cierta apariencia de neutralidad y no actuar como forofos del poder.

En la entrevista de cámara con la apologista de Sánchez, López empezó a detallar las horribles calamidades del espantoso Mordor que ha montado la derecha en Madrid. Pero acto seguido se le escapó esta frase: «Madrid es una de las regiones más avanzadas de Europa». No estuvo muy sagaz el candidato López diciendo al tiempo una cosa y su contraria.

De mérito fue también el lance en el que el ministro acusó a Ayuso de impulsar «una contrarrevolución contra los pilares de la civilización». La ideología de la izquierda constituye ahora ¡los pilares de la civilización! Por lo tanto, según este burócrata del PSOE, quien no comulgue con la murga «progresista» obligatoria no es más que un bárbaro al que hay que combatir y excluir.

Han enviado a Madrid al ignoto Óscar López con la encomienda de que le zurre a Ayuso con todo lo que encuentre a mano. Visto lo cual, parece que la Moncloa tampoco anda muy sobrada de neuronas, porque nada le gusta más al tándem Ayuso-MAR que la confrontación dura con la izquierda. De hecho, constituye la especialidad oratoria de la presidenta de Madrid y es una de las claves de su éxito.

Enviar a Óscar López a una liza electoral con Ayuso es como meter a un Seat Panda en las 500 Millas de Indianápolis. Lo va a hacer picadillo en las elecciones, lo sabe todo el mundo (PSOE incluido). A pesar del empacho televisivo, López morará no muy tarde en la cuneta donde reposan tantas grandes esperanzas de la política española. Junto a la Operación Roca, UPyD, Riverita e Iglesias Turrión… o Tomás Gómez, Gabilondo y Lobato, sus predecesores en la refriega madrileña, todos prejubilados ya de la política.

A López le dieron una nómina en el Senado cuando pinchó en Valladolid. Luego otra más jugosa como presidente de Paradores. Y por fin se colocó como fontanero-lisonjero en la cúpula del Líder Supremo y, más tarde, como ministro florero. Pero ahora Sánchez lo ha enviado a primera línea del frente electoral, para lo que no está capacitado, a pesar del tono entre sabiondo y perdonavidas con que fustiga al respetable.

Una pena haberlo metido en este jaleo, con lo bien que vivía el bueno de Óscar chupando del bote del PSOE sin asomar demasiado su poderosa cabeza.