EL MUNDO – 25/04/16 – Mª TERESA JIMÉNEZ-BECERRIL
· La autora lamenta que la izquierda invite a Otegi a Bruselas para que hable del pasado de ETA ante un auditorio de nacionalistas europeos que no cuestionará su pasado por miedo a reconocer la verdad.
Mientras los que estamos en Bruselas nos vamos acostumbrando a los controles, mientras la rabia de la gente hacia quienes cometen atentados terroristas, los inspiran, o no los condenan, aumenta por momentos, mientras aún hay velas encendidas por las víctimas del 22 de marzo, nuestro terrorista, Otegi, hablará en el Parlamento europeo ante sus afines entre los que se encuentran Podemos e IU. No es fruto de mi fantasía. El grupo político de la izquierda europea, en el que hasta hace poco se encontraba Pablo Iglesias y hoy están sus compañeros y los de Garzón, ha invitado a Otegi a participar en la reunión de su grupo. No veo que tienen de honorable las vivencias de un terrorista, pero como decía El Gallo ¡Hay gente pa tó! Si no lo veo no lo creo, pero la indignidad no está reñida con la política y éste es un claro ejemplo.
El grupo político al que yo pertenezco acoge en sus reuniones a las mujeres venezolanas que batallan por la excarcelación de sus maridos, pero nunca daría la palabra a quien hace una semana marchaba por las calles de Bilbao rodeado de terroristas con más de 20.000 años de condena en su haber por asesinar inocentes. Estos de izquierdas, en España y en Europa, tendrán que explicarnos por qué se acercan siempre a los etarras aun sabiendo que ello conlleva humillar a sus víctimas.
Desde que recientemente salió de la prisión física, porque de la psicológica un terrorista no sale nunca, Otegi no ha dejado de pasearse por diferentes escenarios, cosechando siempre una buena acogida. Ni mencionar quiero la provocadora entrevista de una cadena de televisión donde quedó patente que a este hombre en cuanto se le rasca, le sale lo que es, sino es imposible que diga, que cómo se le puede pedir que condene los crímenes de ETA, cuando él no los condenó cuando se producían.
No sólo desde el punto de vista de una víctima de ETA sino desde el de cualquiera que conozca la reciente historia de España y tenga un mínimo de sentido, no sólo común sino moral, resulta difícil entender el apoyo que este personaje, conocido como El Gordo cuando secuestraba, provoca en quienes hoy lo han reciclado como «hombre de paz». Y es en este contexto de paz mal entendida donde nuestro criminal, condenado por pertenencia a banda armada, continuará su tour de paz y circo en la capital de Europa.
Es bastante paradójico que Otegi, quien hizo de la violación de los derechos humanos su modus vivendi sea el protagonista de una conferencia sobre los derechos humanos de los presos vascos. Quizás estaría bien que explicara a los eurodiputados por qué retenían a su preso Luis Abaitua, en un húmedo agujero y según contó el secuestrado al ser liberado, le obligaban a jugar a la ruleta rusa. A lo mejor alguno de los presentes se sorprende de los crímenes del supuesto ídolo vasco, o no, porque prefieren no cuestionarse demasiado, no vaya a ser que la verdad les obligue a reconocer que quien tienen delante, no sólo no es un héroe, sino alguien que merecería el desprecio eterno.
Pero ya conocéis la memoria selectiva de los etarras, por ello Otegi preferirá seguir repitiendo a sus señorías, la mentira histórica de que ETA luchaba porque en España había una dictadura, cuando precisamente sus crímenes, al igual que los de su organización terrorista, fueron casi todos cometidos en democracia. Nadie preguntará nada. ¿Para qué? Si al final a la parroquia de fieles internacionales y de casa les da exactamente igual que Otegi secuestrara y fuera parte de una organización terrorista cuyo fin era matar, extorsionar, secuestrar, herir y exterminar a quienes no pensaban como ellos. En fin, crímenes de lesa humanidad, que serán ignorados por un público formado por nacionalistas flamencos, catalanes, irlandeses y por esa izquierda que siempre ha visto en los etarras a esos bravos chicos que luchan por su tierra y en contra del poder.
Lo triste, lo inexplicable, lo indigno, lo injusto y lo insoportable es que quienes apoyan a este tipo y a los que son como él, no les importa lo más mínimo, que tú les digas la pura verdad. He de reconocer que durante varios años nunca fui a estos homenajes que los terroristas de ETA recibían en el Parlamento, organizados siempre por este Grupo de amigos de los vascos como se hacen llamar.
Recuerdo que una vez hasta el mismísimo De Juana Chaos tuvo su reconocimiento, a veces la vileza se pasea por las instituciones europeas y no hay modo de pararla. Yo entonces nunca me metía en estos aquelarreseuropeos para no darles a ellos, que solían ser cuatro gatos, una publicidad gratuita. Pero no hace mucho tiempo éstos de La amistad vasca, organizaron una de sus reuniones propagandísticas, con los famosos mediadores, entre los que se encontraba Brian Currin y otros de su ralea. Yo no pensaba ir, pero cuando quien me estaba relatando lo que allí ocurría me dijo: «Teresa, esto es insoportable, las mentiras que estoy oyendo son una humillación para las víctimas, tienes que bajar y decirles la verdad a la cara», bajé, entré y como parlamentaria, pedí la palabra.
Empecé con voz templada a explicar quién era yo y cómo ETA asesinó a mi hermano Alberto Jiménez-Becerril junto a su mujer, tiroteándolos por la espalda, dejando huérfanos a tres niños de corta edad. Continué con el atentado de la casa cuartel de Zaragoza donde los terroristas dejaron caer por el terraplén una furgoneta cargada de explosivos, a pesar de que mientras lo hacían oían los alegres gritos de los niños que jugaban en el patio, muchos de los cuales serían asesinados o mutilados. Mientras hablaba, las voces de reprobación se convertían en una verdadera protesta.
Como pude logré decir que quienes habían cometido esos horribles crímenes eran los mismos para los que allí se estaba pidiendo una libertad inmerecida. Y que se dejaran de lloriqueos por tener que recorrer 500 km. para ver a su gente en prisión, mientras que el mayor deseo de mi madre y de tantas otras sería el de que hubiera carreteras al cielo para poder ver a sus hijos, asesinados por los terroristas que ellos con la mayor desvergüenza, irresponsabilidad e inmoralidad venían a defender.
Por supuesto, la mitad de lo que dije casi no se oyó, porque ellos intentaban acallar mi testimonio. ¿Saben por qué? Porque le tienen pánico a la verdad, porque la mejor arma contra el terrorismo es la voz de sus víctimas. Abandoné la sala con las piernas temblonas, la cabeza alta y aguantando la rabia y las lágrimas. Esos tipejos no me van a ver nunca llorar, ni temer, a pesar de sus amenazas, a veces muy reales. Ésa es la victoria de todos los terroristas, nuestro miedo. Y les juro, que es lo último que debemos darle, nuestro temor y nuestra libertad.
Y de nuevo este martes tendremos en el parlamento otra exhibición de apoyo a eta, siempre camuflada bajo el amplio manto de la paz y con arnaldo otegi como estrella invitada. Para evitar esa nueva afrenta, la eurodiputada maite pagaza y yo, ambas víctimas de eta, hemos escrito una carta al presidente del parlamento pidiéndole que evite estos actos y en su defecto que vigile si se hace apología del terrorismo y en ese caso se expulse a otegi. En ella le decimos a schultz que pruebe a imaginar a un terrorista yihadista hablando en nuestro parlamento. Sería inimaginable. Sin embargo la voz de eta si podrá hacerlo, pisoteando la dignidad no sólo de todas las víctimas del terrorismo, sino también la de los europeos que diariamente se juegan la vida defendiendo la libertad y los valores que los terroristas quieren destruir. Tanto maite como yo, pedimos que firmaran nuestra carta todos los eurodiputados españoles para que nuestra petición contara con más fuerza. Sólo lo hicieron 22. Nadie del psoe, iu y podemos nos dio su apoyo. No les preguntaré el porqué, me duele demasiado.
Mª Teresa Jiménez-Becerril es eurodiputada por el Partido Popular y presidenta de la Fundación Jiménez-Becerril.