Pero quienes no hemos perdido la memoria ni la dignidad no podemos permanecer indiferentes ante la ofensa de ver el nombre de un terrorista en las papeletas electorales, ya sea del País Vasco o de cualquier otra región de España, no sólo porque es indigno e inmoral, sino porque en el caso de Otegi es ilegal, ya que existe una sentencia que lo inhabilita especialmente para el derecho de sufragio pasivo, por lo que debe ser excluido de cualquier candidatura.
Quizá en estos cinco años de inhabilitación para empleo y cargo público tenga tiempo para reflexionar sobre el dolor causado durante esos muchos años en los que su trabajo consistía en dar apoyo a una organización terrorista que se entretenía en matar a inocentes, niños incluidos, con ese macabro plan, llamado, «socialización del sufrimiento». En vez de envalentonarse ahora diciendo que no va a haber «ni Estado, ni tribunal, ni Guardia Civil , ni Ejército» que vaya a impedir que él se presente, sería mejor que acepte que en España nadie esta por encima de la ley, y menos un terrorista cobarde que sólo se crece entre los que son de su calaña y que no aguantaría mas de dos segundos la mirada limpia de una víctima de ETA. En vez de tanto lloriquear pidiendo un amparo que no merece, váyase al rincón de pensar, unos cuantos añitos; quizá logre hasta arrepentirse, cosa de la que aún no ha sido capaz de hacer y seguramente nunca lo sea, ya que tanto él como la mayoría sus compañeros saben que son esas hazañas terroristas las que le han aupado en su eterna campaña política, donde Otegi ha jugado con las dos barajas, dentro y fuera del terrorismo, según le convenía. Y le ha ido relativamente bien.
¡Fíjense, hasta se pasea por el Parlamento Europeo dando lecciones de paz! ! El mundo al revés. O mejor dicho, la corrección política llevada al más humillante de sus extremos. Y ahora, después de blanquearse por moquetas internacionales, le toca hacerlo en suelo patrio con la bendición de ese engendro etarra, llamado Bildu, que lógicamente le idolatra, por ser eso, uno de los suyos, y saltándose la legalidad le presenta como candidato a las elecciones vascas del 25 de septiembre.
No tenemos mucho tiempo de reacción. Por fortuna, y respondiendo a la petición de las víctimas, el PP, Ciudadanos y UPyD van a impugnar la candidatura de Otegi, por ser una vejación a las víctimas y a todos los españoles que han sufrido con ellas. Y, además, por ser la suya una candidatura ilegal. Inexplicablemente, no se han sumado todos los partidos a esa impugnación que cuantos más apoyos tenga mas fuerte será. Era de esperar que algunos como Podemos no lo hicieran, porque en algunos casos son el mismo perro con distinto collar que quienes llevan a Otegi en su lista. Pero que el PSOE no se haya unido a ese clamor popular que se rebela ante la injusticia de que un terrorista se chulee de nuestros tribunales y diga que el va a ser candidato por voluntad popular, es algo inexplicable. No sé qué les pasa a los socialistas que van siempre un pasito atrás, cuando deberían ser los primeros, junto al PP y demás partidos constitucionalistas, a la hora de poner en su sitio a tipos como este Otegi. Y ahora, a escuchar las excusas de siempre; que el País Vasco es diferente, que hay que evitar el victimismo de la izquierda abertzale, que si son los jueces y no los políticos los que tienen que hablar… ¡Venga ya! Aquí estamos hablando de dignidad, de justicia, de moral, de valores… Aquí estamos hablando de España y de un pasado que no se puede olvidar, y del que Otegi forma parte junto a los que sembraron el terror. Y, por ello, no puede ser hoy por hoy, la solución.
Este héroe de pacotilla necesita bajarse de esa gloria que no merece. Debe pedir perdón por sus crímenes, cumplir su pena de inhabilitación, colaborar con la Justicia de verdad y parar de venderse como aquel que nos traerá la paz. Primero, porque en España no ha habido guerra; y, segundo, porque él no era ningún soldado, sino un terrorista que nunca se enfrentó a ejército alguno ni a nadie que pudiera defenderse. Así que véndale a los mediadores internacionales que andan cortos de legitimidad y a sus aliados políticos que siguen defendiendo a Maduro, mientras Venezuela se desintegra por los cuatro costados, sus dotes de pacificador, pero no menosprecie la inteligencia de los españoles que aún sabemos distinguir que alguien capaz de privar de libertad a un ser humano y de apoyar a asesinos no puede ser jamás un hombre de paz.
No sé si reír o llorar cuando leo lo que ha escrito Otegi para responder a quienes le recuerdan que no puede ser elegido parafraseando a Neruda –«cortarán todas las flores pero no detendrán la primavera»–. De momento, no creo que el poeta chileno escribiera sus versos pensando en un tipo con tan bajos ideales como éste, porque si alguien segaba no flores sino vidas eran los terroristas de la organización a la que él pertenecía. Así que, de aquí a las elecciones vascas, veremos un escenario de confusión, donde las víctimas serán los de Sortu, Bildu y todo el universo que empatiza con ETA, mientras que quienes nos oponemos a la candidatura de Otegi seremos los que ponemos palos a los nuevos tiempos de paz y libertad (léase paz y libertad para ellos, es decir, para los que quieren reescribir la historia de ETA con un reparto de culpas).
VAMOS A VER, lo voy a decir alto y claro. La candidatura de Otegi no es sólo cosa del País Vasco, es algo de toda España porque la banda terrorista de la que él fue miembro asesinó, secuestró e hirió a muchísimos españoles de todos los rincones del país, de todos los colores políticos y de todas las clases sociales. Por ello somos muchísimos los que tenemos la obligación de apoyar a nuestros máximos tribunales y a nuestros representantes políticos cuando exigen que se cumpla la ley y que Otegi no aparezca en ninguna lista, ni en el País Vasco ni en ningún lugar de España. Y pido a quienes tienen la facultad de hacerlo que no den alas a quienes quieren saltarse la ley diciendo que «en Derecho nada es blanco, ni negro». Yo espero que esa ambigüedad a la que se refiere el fiscal Calparsoro no beneficie a Otegi, porque ello sería una nueva humillación a las víctimas de ETA, que son quienes realmente merecen el apoyo y la defensa del Estado, ya que ellas siempre confiaron en él, dando un ejemplo de coraje cívico.
No necesitamos en estos momentos dar argumentos a Otegi y a su gente, ni a los partidos políticos que se ponen de perfil en el País Vasco, pero ello no significa que la opinión pública española tenga que callar ante quienes vociferan en la calle que será candidato, se pongan como se pongan. Ni ante un terrorista que, en vez de agachar la cabeza y asumir su inhabilitación mil veces merecida, dice que ni la Guardia Civil, ni el Ejército, ni el Gobierno le van a parar. Ya sé que ellos lo que quieren es provocarnos, pero yo al menos no les voy a regalar mi silencio. Porque la voz de sus víctimas es la mejor arma contra el terrorismo. Y agradezco y agradeceré a todos los españoles, vengan de donde vengan, que sumen sus voces a la mía para impedir que él, un terrorista condenado e inhabilitado, pueda burlarse de la mayoría de los españoles presentándose como candidato de un partido que tiene poco de lo que enorgullecerse. Triste día el que fue legalizado, como triste sería que pudiera presentar a Otegi de candidato. Son siempre victorias de ETA y derrotas de sus víctimas.
Teresa Jiménez-Becerril es eurodiputada por el Partido Popular y presidenta de la Fundación Jiménez-Becerril.