ABC 27/04/13
Las menores (13 y 17 años) recogen el premio Guernica a la «Paz y la Reconciliación» El presidente del PSE brinda el galardón de Bildu a Rubalcaba, Zapatero y López
En «solidaridad» con su «amigo» Arnaldo Otegi, que no pudo estar con él al hallarse encarcelado en la prisión de Logroño por un intento de rearmar a la ilegalizada Batasuna, el presidente del PSE, Jesús Eguiguren, dejó ayer que su hija menor hablara en su nombre. Con tan solo trece años, María Eguiguren realizó en público todo un alegato de la figura del líder «abertzale» como «hombre de paz», para quien llegó a pedir su excarcelación por haber «trabajado» hasta conseguir el final de la violencia en el País Vasco. Pese a ser todavía una preadolescente, habló con decisión delante de sus padres, los hijos de Otegi y un auditorio repleto de miembros de la «izquierda abertzale», que aplaudió a rabiar cuando la niña expresó su deseo de que «salgan de la cárcel los que trabajan por la paz, como Arnaldo». Justo antes había reclamado que «todos los vascos y españoles recen por las víctimas», en un relato impregnado del sufrimiento y «odio» vivido en su propia familia por la violencia de ETA.
María Eguiguren, de trece años, y Garazi Otegi, de diecisiete, se convirtieron ayer en las protagonistas indirectas de los premios Guernica a «la Paz y la Reconciliación», que auspicia el consistorio de la villa vizcaína, en manos de Bildu, y que este año recaló en los dos líderes políticos vascos del PSE y de la vieja Batasuna. Protagonistas de las conversaciones secretas entre el Gobierno de Rodríguez Zapatero y ETA antes y después del bombazo de la T-4 de Barajas, que se cobró la vída de dos ciudadanos ecuatorianos, Eguiguren y Otegi fueron reconocidos por «su aportación en la consecución de la Paz en Euskal Herria». Las hijas menores, se dijo en la presentación, «simbolizan a las nuevas generaciones que viven en este país sin violencia». Sus familias han tejido una amistad desde el frustrado «proceso de paz» y son frecuentes las visitas a la cárcel de Logroño tanto de Eguiguren como de su mujer, Rafaela Romero, portavoz del PSE en las Juntas Generales de Guipúzcoa.
«Yo sé lo que es odiar»
«Estoy aquí porque lo he visto todo. Tengo trece años, pero sé lo que ha pasado. Yo sé lo que es odiar. Yo sé lo que es decir ¡ojalá se mueran! (…) Sé lo que es sufrir. Sé lo que es tener miedo. Y sé lo que es llorar en silencio», aseguró la hija en común de Eguiguren y Romero, quien tras su relato más personal sobre su bisabuelo materno —«extremeño, republicano y socialista»— verbalizó unas palabras escritas por su padre.
El presidente del PSE dedicó el galardón concedido por el Ayuntamiento de Guernica (Bildu) y la Fundación «Gernika Gogoratuz» —en memoria del bombardeo sufrido por la villa vizcaína en 1937— a «algunas personas». Entre ellas a Otegi, a quien se refirió como «al que han regalado un apartamento en Logroño». A Alfredo Pérez Rubalcaba —«trabaja mucho y en callado, es el ministro de la Paz y de ello no ha presumido nunca»—. A José Luis Rodríguez Zapatero —«del que no sabemos su paradero, pero como el Presidente de la Paz será siempre recordado»—. Y a Patxi López, al que atribuyó directamente el logro del comunicado de cese definitivo de ETA. «Gracias, lendakari. Has cumplido con tu deber. Eso los vascos lo saben agradecer. La Paz será siempre tu legado», remató ayudada por el calor de un pú- blico que, más que aplaudir estas últimas líneas, arropó a la cría en su único momento de titubeo durante su exposición en público. En el patio de butacas del teatro donde se realizó la ceremonia de entrega se hallaban la líder de EH Bildu, Laura Mintegi; el portavoz de Sortu Pernando Barrena, la abogada de ETA Jone Goirizelaia o el dirigente de EA, Pello Urizar. Junto a Jesús Eguiguren y su familia acudieron los parlamentarios del PSE Idoia Mendia y José Antonio Pastor, así como la mujer de Patxi López, Begoña Gil. No hubo representación destacada del PNV ni, como era previsible, del PP.
Nervios entre los Otegi
Aunque estaba previsto, la vástago adolescente de Otegi declinó a última hora leer las líneas escritas por su padre desde la cárcel debido a los nervios. Tras recoger junto a la hija de Eguiguren el premio de manos del edil de Guernica, se quedó en el estrado mientras la teniente de alcalde leía la carta en euskera en la que el líder de la vieja Batasuna devolvía las loas al dirigente del PSE. «Euskal Herria le debe mucho a Eguiguren», aseguró, destacando su «compromiso, lealtad y honradez» exhibidas durante sus conversaciones secretas. También remarcó la labor de la «izquierda abertzale» en favor de la «pacificación», mencionó a sus cuatro compañeros encarcelados por el caso Bateragune y apostó por construir «país» entre diferentes. Como siempre muy crítico por el encarcelamiento de Otegi, ayer Eguiguren ironizó sobre su situación: «Eso no te hubiera pasado si te llamaras François o Fernando. A quién se le ocurriría llamarte Arnaldo», leyó su hija.
El premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel intercedió ayer por el batasuno, al que consideró «constructor de la paz» y para el que exigió su «liberación». Con ese único objetivo, el argentino apeló a la «conciencia de la Justicia» española.