Bueno, pues ayer por fin encontró su espacio político Pedro Sánchez: el de chevalier servant de una tía que tiene su razón de ser en la plancha. El debate fue un coñazo y el candidato socialista demostró que no estaba preparado. Perdió el cara a cara y ayer estuvo en el plató  hecho un don Tancredo. Pero tenía el rictus. Su cara era de perdedor y fue de perdedor también su minuto de oro ¡que tuvo que leer! Porque no se lo sabía. La víspera había voceado que “estamos en la re-mon-ta-da”, prueba evidente de que no se creía las encuestas del CIS, que siempre lo han considerado por encima. No había nada que remontar para Tezanos.

Sánchez estuvo en su nivel: fundido según la fundamentada apreciación de John Müller. Pero la izquierda tiene unos prejuicios inmunes a los hechos. Vean si no, a Juan José Millás, alguna de cuyas novelas me gustó. El desorden de tu nombre, por ejemplo.

Millás dio ayer la vuelta al tablero: “El eslogan de la campaña de Feijoo debería ser: “Nadie os mentirá como yo”

Yoli, como siempre, indocumentada. Como cuando acusó a Abascal: Sus políticas conducen a las 1212 mujeres asesinadas. Debió responder: ¿Mis políticas? Son las suyas, son ustedes los que han legislado en todos estos años.

Parmenio hizo una observación general sobre la campaña :

Una campaña en la que el PSOE intenta convencer a los votantes de que Feijóo es tan mentiroso como Sánchez y el PP propone derogar el sanchismo de la mano de los sanchistas no está al alcance de todas las naciones democráticas. Si a eso sumamos la Barbie planchadora, a VOX en guerra con todo el mundo y a Zapatero haciendo de Zapatero ya tenemos claro que España es, después de Camboya, el lugar más surrealista del mundo.

Hay una buena noticia: hay socialistas decentes. Paco Vázquez, alcalde socialista de La Coruña durante 23 años publicaba ayer una tribuna  esencial en El Mundo: ‘Yo votaré en contra’ y anuncia que el domingo votará a Feijóo.

En cambio, Rodrigo Sorogoyen ha sido una decepción para mí. Me gustaban sus películas, pero en la entrevista de ayer en El País se revela como un majadero a tope. No me sorprende que considere una función fundamental del Gobierno proteger al cine español. Ya sabes: Aquí todo el mundo va a lo suyo, menos yo, que voy a lo mío. Dice que en estas elecciones nos jugamos la vuelta del fascismo y anuncia que está preparando una serie sobre la guerra civil. Dice que hemos aprendido muy poco de aquella tragedia porque “es un tema prácticamente silenciado desde hace 84 años por las élites de este país”. Impresionante alarde de ignorancia. Alguin más documentado que Sorogoyen, Juan Pablo Fusi, que fue director de la Biblioteca Nacional de España entre 1986 y 1990 afirmó en una entrevista en ABC (10 de abril de 2005): “Se ha hablado de falta de memoria de los españoles respecto a la guerra civil. Yo sostengo la tesis exactamente contraria, que la guerra civil ha dejado una huella permanente e indeleble en la conciencia de los españoles, y que esa huella, además, fue esencial en la transición. Sostengo esa tesis con evidencia empírica. En 1995 ya se estimaba que había 16.000 libros sobre la guerra civil. Desde entonces han aparecido casi tres mil publicaciones. Hubo libros muy importantes en las listas de los más vendidos. En 1986 toda la prensa española publicó cuadernillos sobre el tema.”

En España se publicaron todos los libros de la colección de Ruedo Ibérico, muchos de los cuales había comprado yo en la trastienda de la librería que Francisco Granado tenía en Burgos. Coincidiendo con aquel cincuentenario de la guerra se crearon editoriales específicas, que nos acercaron la memoria de protagonistas y figurantes de aquella historia. Todavía tengo una colección de facsímiles de periódicos que se editaban en la zona nacional y en la republicana. Especialmente notable era la esquizofrenia de ABC, franquista en su edición sevillana y rojo en la madrileña.

Añadía Fusi que se hicieron incontables congresos sobre la República, la guerra civil y el franquismo. TVE produjo una serie coordinada por Manuel Tuñón de Lara de treinta y tantos capítulos y además compró una serie a la BBC. Había enorme interés que se extendía también al agotamiento de la dictadura o la Transición. Y termina con una conclusión inapelable: “Niego rotundamente que haya que recuperar la memoria de todo ello, porque no sólo no se ha perdido, sino que no se entienden muchas cosas de la Transición si no es por la voluntad de que no se repitiesen nunca más los eque llevaron a la guerra.”