Rebeca Argudo-ABC
- Reconozco que este girito del informe de la UCO es pintón y apunta descalabro, pero yo me quedo aquí, con las palomitas
No nos precipitemos vaticinando su final: Pedro Sánchez es a la política lo que Jason Voorhees a las pelis de terror. Estoy de acuerdo en que, en su lugar, otro sería ya un cadáver político. ¿Se imaginan a Feijóo con la mujer y el hermano investigados? ¿Con un exministro y exsecretario de Organización a punto de ser imputado y una trama de corrupción como la destapada en el informe de la UCO? ¿Una cascada ingente de mentiras destapada y sin que a ninguno de los suyos les dé siquiera un pequeño tic en el ojo, por nervios o por vergüenza? No nos precipitemos, insisto. En circunstancias normales alguien habría asumido ya algún tipo de responsabilidad, o un periodista afín se habría caído del guindo, o un histórico dirigente habría roto su carné. Algo. Pero las circunstancias no son normales: Sánchez es Jason Voorhees y esto es otra noche en Crystal Lake. Y en esta penúltima entrega de la saga, aunque parezca que no hay salvación para él, volverá a darnos un susto en el último segundo, cuando la rubia (no Jesica 20 minutos: una rubia alegórica, entiéndanme) crea que está a salvo y que ha terminado con la maldición del campamento. Les recuerdo que ya le dimos por muerto en la primera de las pelis, aquella en la que se presenta como candidato a las elecciones generales y, obteniendo el peor resultado de su partido (apenas un 20 por ciento de los votos), se vio obligado a abandonar la secretaría general del PSOE y su escaño en el Congreso. The end, parecía. Pero no. En la siguiente (Viernes 13. Parte II), era reelegido como secretario general siete meses después de la renuncia, y también pensamos que se acababa la película y no daría para más cuando, tras alcanzar la presidencia mediante una moción de censura, no pudo sacar adelante los presupuestos generales del estado y tuvo que convocar elecciones. Las que dijo que convocaría y no convocó. Pues ni por esas: hubo tercera. La de cuando no pudo formar gobierno y se agotó el plazo constitucional para ello y el rey tuvo que disolver las Cortes y convocar otra vez elecciones, y tampoco obtuvo suficientes votos y pactó con Iglesias, que no iba a pactar jamás porque no podría dormir tranquilo. En la cuarta (Viernes 13. Capítulo final) parecía que ya sí, que era la definitiva. Es esa en la que, en las elecciones autonómicas de mayo, el PP se hace con gran parte del poder territorial y entonces él adelanta por sorpresa las generales y acaba pactando con Bildu y comprando la presidencia por siete votos a Puigdemont. Tras eso, sorprendentemente, Jason sigue vivo y el capítulo siguiente se titulaba ‘Un nuevo comienzo’ y ahí llegan ya todas las nuevas: la de los indultos, la amnistía, la de Koldo, de Ábalos, el hermano, la mujer… Reconozco que este girito del informe de la UCO es pintón y apunta descalabro, pero yo me quedo aquí, con las palomitas, hasta que aparezca el último de los títulos de crédito y el acomodador encienda la luz. No descarto el susto final ni el «continuará».