José Alejandro Vara-Vozpópuli

  • El PSOE aparece desmantelado. El Gobierno apenas existe. Sánchez se enroca. La radiografía del hundimiento. Sólo les queda Pumpido y el prófugo.

Padece estos días el PSOE una epidemia que invita a la dimisión. No es frecuente que un cargo político, de cualquier nivel, decida ceder el sillón salvo por razones de salud. Y ni siquiera así, véase el caso de Ángel Víctor Torres. Se ha registrado en las últimas semanas una serie de defecciones en las filas del sanchismo que   bien se podría tomar como el anuncio de una estampida. Algo inusual, un acontecimiento extrañísimo. Tal episodio está ocurriendo con excusas distintas y razones diferentes. Rafael Pérez, el número dos de Grande-Marlaska, abandonó Interior en plena tormenta por de los vídeos de la fontanera Leire contra la UCO. “Motivos personales”, se dijo. Desde entonces, Marlaska ya no es Marlaska. Primero fue la bofetada de las balas israelíes. Ahora, el numerazo de la cloacas de Ferraz contra la Guardia Civil. Luego, quién sabe, quizás un guasap de su jefe poniéndole a caldo, como cuando lo de Dolores Delgado, “es un maricón” (2009). Con todo el cariño.

El ministro del Interior imita siempre los pasos del número uno. Si Sánchez se oculta, él se esconde. Si no hace declaraciones ni cuando la visita de un líder extranjero, esloveno por más señas, él mudito. Durante los cinco días del retiro amoroso del gran narciso, ya hace más de un año, fue quizás el ministro más prudente de la pandilla. Quizás algo debería decir sobre este ataque al cuerpo de élite de la Guardia Civil desde las propias filas del PSOE. Al cabo, son sus hombres, son sus subordinados. Su silencio se puede interpretar como un aval a las correrías de las leires de Cerdán.

Todo este colosal lío del tal Gallardo en amparo del hermanísimo ha dinamitado la poca credibilidad que le quedaba al socialismo en la región y han blindado la continuidad de María Guardiola como presidenta durante unos cuantos mandatos

También en Extremadura se ha registrado una renuncia, pero de otro perfil. Una Mari Cruz Rodríguez ha tenido que dejar su escaño para que lo ocupe su jefe, Miguel Ángel Gallardo, el inventor de la plaza trucha para el  pequeño de los Sánchez, y así beneficiarse de la condición de aforado. Es la chapuza más grosera de la reciente historia. Desplaza a su subordinada de su cargo, hace que renuncien a él cuatro de sus fieles para así, aposentarse él con todo el papo y dilatar la acción de la Justicia. Son órdenes de Moncloa, que pretende así enredar en la causa contra el menor de los Sánchez Pérez-Castejón ¿Y qué fue de la maltratada Mari Cruz?  Pues se la intentó colocar como subdelegada del Gobierno, luego de darle la patada a su actual titular, una Maribel Cortés. El protector de esta dama en apuros y delegado del Gobierno en Extremadura, José Luis Quintana, dijo que nones y truncó la operación. Poco más se ha sabido del destino de estas señoras, ni de Mari Cruz ni de Maribel. Lo que sí se sabe es que todo este colosal lío del tal Gallardo en amparo del hermanísimo ha dinamitado la poca credibilidad que le quedaba al socialismo en la región y ha blindado la continuidad de María Guardiola como presidenta durante unos cuantos mandatos.

Si el PSOE extremeño, que casi siempre gobernó en la comunidad salvo el paréntesis del singular Monago, ha quedado hecho trizas, en la siempre combativa Asturias sucede algo similar. Dos consejeras del Gobierno de Barbón han caído envueltas en el descrédito. Belarmina Díaz abandonó Industria tras la muerte de cinco mineros en el pozo de Cerredo, en un episodio envuelto en sospechas. Todavía apesta. Ahora es Lydia Espinosa la que acaba de salir de Educación por la revuelta de los profesores, indignados por la supresión de la jornada reducida.

En el Principado casi siempre ha gobernado la izquierda, salvo un breve período del PP y de Álvarez Cascos, pero este Barbón parece decidido a animar el relanzamiento de la derecha. Cierto es que en el PP asturiano no hay una Ayuso, ni siquiera una Guardiola, sino un Álvaro Queipo que quién será, quizás lo conozcan en Génova, pero una encuesta de El Mundo arrojaba días atrás la cifra de 35.000 indecisos que podrían cambiar de bando en las próximas elecciones, y abandonar su querencia izquierdista rumbo a latitudes más conservadoras. No se olvide que en los comicios del 23, los socialistas sacaron apenas 20.000 papeletas al PP y gobiernan gracias al apoyo de los comunistas. El Gobierno barbónico ha quedado para el arrastre y el PSOE local, hecho unos zorros.

Lejos de ofrecer sus disculpas y entonar un mea culpa por la pifia, se aferró a la insidia, acusó al capitán Bonilla, el exmiembro de la UCO al que atribuyeron estos instintos criminales, de mostrar ‘una agresividad preocupante’ en sus comentarios, y cerró su atolondrada intervención con un enésimo retorno a la fotografía marina de Feijóo de hace cuarenta años

Es un goteo de defecciones, signo de una inestabilidad sin precedentes en reductos inapelablemente socialistas. Hay más. Al secretario general del PSOE de Alicante se lo cargaron hace nada para ceder su sillón al candidato de Diana Morant, en una singular aplicación de las primarias a pucherazos. El estilo del sanchismo.

Quien de momento no ha renunciado es Pilar Alegría, luego propalar el bulo del magnicidio contra Sánchez, pese a que la Sexta, principal difusor del infundio inventado por El Plural (la factoría de trolas y del fango del sanchismo) aclararon la verdad. La portavoz del Gobierno fue una de los tres ministros (junto a MJ Montero y Óscar López) que decididieron insistir en la propalación de la noticia pese a ser conscientes de su condición de un invento disparatado, de una patraña viscosa. Este martes, en la rueda de prensa del Consejo de ministros, lejos de ofrecer sus disculpas y entonar un mea culpa por la pifia, se aferró a la insidia, acusó al capitán Bonilla, el exmiembro de la UCO al que atribuyeron estos instintos criminales, de mostrar ‘una agresividad preocupante’ en sus comentarios, y cerró su desesperada intervención con un enésimo retorno a la fotografía de Feijóo en aquella barquichuela de hace cuarenta años.

Alegría tendría que haber pedido perdón por la infamia. La directora general de la Guardia Civil, Mercedes González (envuelta ya en un manto de sospechas) tendría que haber salido ya al paso esta persecución de la UCO desde su propio partido. Marlaska debería haber hecho lo propio desde el minuto uno, es decir, desde hace diez días y, evidentemente, Pedro Sánchez está obligado a rendir cuentas de todo este episodio que se agranda cada día y en el que, como aquí señalaba Manuel Marín,  aparece directamente concernido, bien porque lo impulsó o bien porque no se enteró de que tenía en casa una cloaca febrilmente activa contra las fuerzas de seguridad del Estado. ‘La camorra de la Guardia Civil’, como decía Leire.

El nuevo ciclo electoral

El trio de los ministros cantores está ya amortizado. Han enviado a Montero y a López a morir en las urnas de Andalucía y Madrid. Es la venganza de Begoña por su ambigua actitud cuando los cinco días del retiro enamorado. Alegría, conocida por los suyos como ‘miss Paradores’ desde el lío con las pilinguis de Ábalos, quizás sobreviva al terremoto hasta el cambio de Gobierno de septiembre, cuando Sánchez intente reactivar sus ajadas filas para afrontar el nuevo ciclo electoral que arranca en Castilla la Vieja. El PSOE aparece desvencijado, infectado de leires y cerdanes . El Gobierno apenas existe. Sánchez se enroca. La radiografía del hundimiento. Sólo les queda Pumpido y el prófugo. Esto es España, señores.

Ojo en Génova que faltan dos años para la cita de las generales y el PP ha de ponerse a la faena de convencer a una mayoría indiscutible de españoles de que la izquierda es la ruina y el nacionalismo, la guerra. O, en palabras de Beuys, cómo explicar arte a una liebre muerta. Suena a misión imposible.