Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo
Con ocasión del Mobile de Barcelona el ministro Escrivá anunció la creación de una nueva (otra) empresa pública para invertir 20.000 millones, que se llamará nada menos que Sociedad Estatal para la Transformación Tecnológica. Todas las actividades y cualquier decisión que incorpore o se refiera a esto de la tecnología tienen una venta excelente, ya sea en el ámbito de las empresas privadas o de las públicas. Le sucede lo mismo que a la transición energética, a la sostenibilidad o lo inclusivo. Basta nombrarlas para adquirir con carácter inmediato la condición de ‘idea excelente’. ¿Lo es? Pues no lo sé. Porque tampoco sé que es exactamente lo que va a hacer el Gobierno ‘en’ esa y ‘con’ esa sociedad.
Todo el mundo ha dado por supuesto que se trata de dotar de fondos la intención de entrar en el capital de Telefónica con la sana intención de impedir que se la merienden los árabes. Puede ser, pero no se sabe, porque lo que ha dicho el ministro es que «estará dedicada a la gestión, liderazgo y coordinación de las inversiones públicas en los ámbitos de innovación y nuevas tecnologías».
Madre mía, tanto poner el futuro de nuestro país en la innovación y las nuevas tecnologías y resulta que las actividades públicas en la materia estaban sin gestionar, sin coordinar y carentes de liderazgo. Ahora me explico algunas cosas, pero reconozco que hemos mejorado mucho, pues estoy seguro de que Koldo no se sentará en su consejo de administración.
Bromas aparte, la dotación es de la entidad suficiente como para poder hacer cosas, siempre y cuando haya voluntad, disposición y capacidad de hacerlas. Porque resulta sospechoso que el dinero vaya a proceder del inagotable caudal de los fondos europeos, en concreto de los ya asignados al Perte Chip, al Fondo Next Tech y al Hub Audiovisual. ¿Qué pasa, que no eran necesarios o que no hemos sido capaces de rellenarlos? ¿Se quedaron las realidades tan lejos de las expectativas que nos sobran ahí 20.000 millones? Le confieso que estoy un poco harto del mareo de cifras implicadas y de las maravillas que vendrán de la utilización del dinero europeo. Pero habiendo empezado la historia en el segundo trimestre de 2021 creo llegado el momento en que pasemos de las musas al teatro y empecemos a conocer cantidades concretas finalmente invertidas, a identificar proyectos apoyados y -colmo de la felicidad- logros conseguidos con tantísimo dinero que rebosa incluso por el sumidero del escándalo de las mascarillas.
Me creo todos los fantásticos planes ideados y todas las ideas geniales que han crecido a su alrededor. ¿Pero podría alguien hacerme la caridad de mostrarme algún resultado? Aunque sea pequeñito. Es solo para disipar las brumas de la desconfianza y eliminar mi perversa incredulidad.