Los socialistas congregados ayer en Vistalegre dedicaron la mayor ovación al lehendakari. Cosas de la vida, el pacto con el PP que le dio la investidura le impidió estar a tono con sus anfitriones, poniendo en su intervención y en su figura un aire de estadista que le favorece mucho frente a la demagogia adolescente y sectaria de los adoradores de Obama.
Se mire como se mire, los actos políticos de ayer son ya el comienzo de la campaña para las europeas y los dos barandas de los principales partidos se agarraron a lo mejor que tenían para enseñar lo único que les ha salido bien en lo que llevamos de año y aun desde antes: sus respectivos lehendakaris. La recuperación de la mayoría absoluta que permite gobernar a Alberto Núñez Feijóo en Galicia ha sido mano de santo para aplacar la grillera en que se había convertido el PP desde el pasado año, y un respiro para Rajoy.
La investidura de Patxi López como primer lehendakari no nacionalista ha sido un respiro para los dos. Dentro de un orden en el caso de Zapatero, porque esta victoria le tira de la sisa cada vez que sube a la tribuna del Congreso el diputado Erkoreka, dispuesto a lucir la temible navajita plateá de su oratoria. El triunfo de López no ha dado al PP consejerías, que es lo que mayormente se aprecia en los partidos, pero ha asentado a Antonio Basagoiti y el pacto del Tinell ha empezado a diluirse en la vida cotidiana aunque el PSOE no comprenda esa razón.
Los miles de socialistas congregados ayer en Vistalegre, por ejemplo, dedicaron la mayor ovación al lehendakari. Cosas de la vida, el pacto con el PP que le dio la investidura le impidió estar a tono con sus anfitriones y este detalle puso en su intervención y en su figura un aire de estadista que le favorece mucho frente a la demagogia adolescente y sectaria de los adoradores de Obama.
Zapatero estuvo en su papel al agradecer a Eguiguren, Ares y Rubalcaba su labor en el proceso de lucha contra ETA o en el proceso de paz con ETA o en el proceso para una paz dialogada, que de todas estas maneras se ha llamado lo que han hecho los citados a lo largo de los años. A uno le gusta más el diálogo tal como lo practica el ministro del Interior de un año a esta parte que el lío que se montó Eguiguren a partir de 2002.
Parece que dirigirse a ellos con fórmulas simples, del estilo: «Buenas, quedan ustedes detenidos y aquí mi primo les va a leer sus derechos constitucionales», da mejores resultados que la multiplicación de informes de verificación, mesas e interlocutores.
El presidente se salió cuando tocó su tema: Obama y él. No faltará quien le recuerde sus carcajadas críticas contra el PP, por «agarrarse, para salir del rincón de la historia, sometiéndose [risas] al imperio americano. [Más risas]. (…) Hay un cambio en el viento de la historia, sopla en una dirección, y el que no vaya detrás de Estados Unidos no pinta nada. Es la condensación de todos los complejos ideológicos de la derecha. Es una derrota total, una entrega total del país, pero vestido de patriotismo. Es lo más contradictorio. Es lo más antipatriota». (Madera de Zapatero. Suso de Toro, RBA, 2007. Págs. 157 y 158).
Es verdad que él espera que salgamos de la crisis económica de la mano de Obama. Del rincón de la Historia ya salimos cuando Bush le invitó al G-20, según dijo el 14 de noviembre María Teresa Fernández de la Vega.
Aznar copiaba a Bush. Ahora es Obama quien le copia a él y es Zapatero quien va a ayudar a EEUU a salir del pozo negro republicano. Estamos en campaña. Laus Deo.
Santiago González, EL MUNDO, 11/5/2009