Cada vez está un poco más claro que el Gobierno de coalición es una mezcla del patio de Monipodio y el corral de la Pacheca y esto se hace especialmente evidente en asuntos de política internacional. Pongamos que hablo de la tensión entre Rusia y Estados Unidos y el movimiento que las dos potencias están organizando a su alrededor, con Ucrania en el centro de la tensión. Ninguna de las dos es lo que fue, especialmente EEUU, porque el presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin no ha descartado su evidente vocación de ser un zar, un Romanov, vamos.
Aun es pronto para aventurar predicciones sobre la posibilidad de un enfrentamiento armado, pero la cláusula de precaución obliga a considerar tal hipótesis como probable. Por si acaso. Y esa incertidumbre de futuro trae a nuestra memoria el recuerdo de viejos tiempos no demasiado lejanos. Antaño fue el enfrentamiento entre Gobierno y oposición; hoy la crisis se produce entre los dos socios de la desventurada coalición que forman el sanchismo gobernante y su socio podemita.
Ya está claro, incluso para los observadores distraídos que el falsario de La Moncloa lleva en el pecado su penitencia y que carece de una atribución básica que tuvieron todos sus antecesores: proponer al Rey el nombramiento y el cese de todos los miembros del Consejo de Ministros (Art. 100 de la C.E.) ¿De todos? No, Sánchez no pudo meter mano a ninguno de los cinco ministros de Podemos. Eso era para él corral ajeno en el que solo gobernaba Iglesias. Caído este frente a Ayuso y sustituido por la artista de las cosas chulísimas e inexplicadas, sustituido Castells por Subirats e incorporada Ione Belarra como refuerzo intelectual a la cuadrilla podemita, todos fueron cambios ajenos a la voluntad de Pedro Sánchez, que había destituido a algunos de los suyos no tan incompetentes y con motivos.
El respeto a los límites competenciales, sin embargo, no opera en sentido contrario: Los ministros podemitas no consideran que el ministro Albares tenga razón cuando les ha recordado que la política exterior la marca el presidente y han protestado contra el anuncio de Sánchez de movilizar dos barcos de guerra y tropas con la OTAN. El portavoz Echenique y el dirigente comunista Enrique Santiago, dispuesto a acabar con la Familia Real si se dieran las circunstancias, como Lenin en el 17, se pusieron estupendos con el ‘No a la guerra’, como los cómicos con la de Irak. También se manifestaron contra el apoyo de tropas españolas a las fuerzas de la OTAN Pablo Iglesias, Irene Montero y Ione Belarra. Unidas-Podemos ha advertido al PSOE de que no debe repetir la foto de las Azores. La citada foto, en la que posan George Bush, Tony Blair y José Mª Aznar, tiene una historia curiosa. El País, que ya para entonces apuntaba maneras, reconoció a Sergio Pérez, fotógrafo de Reuters con el premio Ortega y Gasset de Periodismo en abril de 2004 por la foto citada. Sin embargo, el día que se publicó no mereció honores de portada , sino una de AP, en la que los cuatro de las Azores (los tres de la foto y Durao Barroso) compartían mesa en una rueda de prensa. Hubo un detalle más: El Ministerio de Defensa, ya bajo control socialista, dejó de referirse a la guerra de Irak y en su página web etiquetaba la participación de España como ‘Misiones de Paz en Asia’. No sé si me explico.