EL PAÍS 24/11/16
EDITORIAL
· Iglesias y los diputados de Podemos volvieron a mostrar ayer su cara más oportunista al no participar en el minuto de silencio por Rita Barberá
Hay momentos en los que las personas quedan retratadas como lo que realmente son. Pablo Iglesias y los diputados de Unidos Podemos volvieron a mostrar ayer su cara más oportunista al no participar en el minuto de silencio que se guardó en el Congreso de los Diputados por el fallecimiento de la senadora del PP y exalcaldesa de Valencia, Rita Barberá.
El líder de Podemos justificó su decisión diciendo que se negaba a realizar “un homenaje político” a una persona “cuya trayectoria está marcada por la corrupción”. Eso supone no entender la diferencia entre una muestra de humanidad, de respeto y de conmiseración hacia una persona fallecida y un homenaje a una personalidad política.
En las democracias avanzadas, cualquier figura pública debería actuar siempre con un punto más de reflexión: es lo que le faltó ayer a Iglesias, aunque no a algunos de sus socios de coalición ni tampoco a los representantes de Unidos Podemos en el Senado, que sí se unieron al minuto de silencio.
No es la primera vez que los responsables del partido morado yerran en sus gestos. Ya lo han hecho en otras ocasiones, cuando había que apoyar a los demócratas presos en cárceles de otros países o condenar actuaciones antidemocráticas dentro y fuera de España. Su doble vara de medir les hace perder credibilidad día a día.
El populismo busca siempre la diferenciación con gestos, afirmaciones o espectáculos destinados a ocupar las primeras páginas de los periódicos y las aperturas de informativos de radio y televisión. Se va a cumplir un año desde que Podemos y sus aliados llegaron al Parlamento y siguen utilizando la performance como instrumento en vez de participar de forma natural en el debate, con propuestas y discusiones destinadas a resolver los problemas. ¿Era esto la nueva política?