IGNACIO MARCO-GARDOQUI-El Correo

Con este título me refiero a que el acuerdo alcanzado ayer entre el Gobierno, la patronal (por ratificar aún) y los sindicatos es poco más que un nuevo parche. Desde luego está muy lejos de lo que podríamos considerar como una solución. A los temas más sensibles se les da una larga cambiada y los otros se empujan hacia adelante. Viene a ser algo así como la famosa jugada del rugby conocida como ‘patada a seguir’, lo que viene a ser ‘no hagas hoy lo que puedes hacer mañana… o quizás pasado’ en términos coloquiales. En primer lugar se anula eso tan extravagante como es la fórmula de sostenibilidad, que queda intercambiada por una etérea fórmula de solidaridad intergeneracional que se aplicará a partir de 2027. ¿Quién estará entonces en el Gobierno, cuántos legisladores seguirán en activo? Ni idea, pero los que ejercen hoy esas responsabilidades se sacuden el muerto con desparpajo. ¿Se puede estar en contra de un factor que busca la sostenibilidad de un sistema tan endeble como el nuestro y sostenido sobre bases tan frágiles? No. Se puede discrepar de la fórmula elegida, pero no de la intención ni de su necesidad inmediata. Así que no mostrar los detalles del recambio y posponerla seis años es un acto imprudente, una desidia inaceptable.

Con el retraso de la edad de jubilación pasa algo parecido. Parece bastante evidente que, dado el espectacular aumento de la esperanza de vida registrado en nuestro país en los últimos años, la jubilación puede y debe posponerse con el fin de aumentar los años de cotización y retrasar la edad del inicio de la prestación. Pues tampoco, aquí se trata de no molestar a los ciudadanos, en este caso a los que todavía están en activo, y de no proponerles medidas antipáticas, aunque eso provoque un agravamiento de los equilibrios básicos del sistema. Como alternativa se adoptarán medidas que incentiven la prolongación voluntaria de la vida laboral. Una idea que solo será útil si es cara; es decir, si se pone mucho dinero encima de la mesa para que compense el sacrificio voluntario. Más dinero, justo esa materia tan escasa.

Y, por último, la revalorización de la pensiones. Eso que no falte. Subirán al ritmo del IPC, las máximas igual que las mínimas. Pues le voy a decir algo muy impopular, me parece otra medida dirigida al contento popular. Las pensiones bajas son bajas. Cierto, pero las altas no. Sin olvidar lo que ha dicho el Banco de España, cada pensionista recibe una media de 1,74 euros de prestación por cada euro aportado como cotización. El sistema es generoso, aunque nadie más lo califique así.