Gaizka Fernández Soldevilla-El Correo

Historiador, Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo

  • Los datos reflejan que la Humanidad experimenta un descenso en los niveles de prosperidad, paz y democracia. Esto es grave

El fallecimiento de Franco el 20 de noviembre de 1975 supuso el principio del fin de la dictadura. A pesar de la crisis económica y del embate combinado de la violencia de ciertos agentes de la ley, del golpismo de los oficiales del ejército más nostálgicos y, en especial, del terrorismo de ETA y otras bandas, la ciudadanía y sus representantes consiguieron que la Transición llegara a buen puerto.

El cambio de régimen en España, precedido por los de Portugal y Grecia, marcó el comienzo de lo que Samuel P. Huntington denominó la tercera ola internacional de democratización. Más adelante se produjeron la caída de las dictaduras comunistas del Bloque del Este, la ‘primavera árabe’ y otros fenómenos similares. Había motivos para la esperanza. Sin embargo, ni la historia es lineal, ni el progreso es inevitable.

De acuerdo con Freedom House, en 1975 únicamente 40 de los 158 países del planeta eran libres: el 25%. En 2007 había ya 90 de un total de 193: el 46,6%. La expansión de la democracia parecía imparable, pero la tendencia se ha ido invirtiendo. Ahora son libres 85 de los 195 Estados: el 43,5%. Solo albergan al 20% de la población mundial. Eso significa que el 80% restante reside en territorios que o no son libres (59) o solo lo son parcialmente (51).

En 2024 la democracia disminuyó en todo el planeta por decimonovena vez consecutiva, según Freedom House. Debido los conflictos armados, a la violencia con y sin tintes políticos, a la represión de los gobiernos y a la extensión de prácticas autoritarias, el 42% de los seres humanos sufrió un deterioro de sus derechos políticos y libertades civiles.

Otros estudios confirman el declive. El primer informe del Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA) data del año en el que murió Franco. En el último, centrado en 2024, se destaca que «la libertad de prensa disminuyó en una cuarta parte de los 173 países analizados, lo que marca el mayor descenso desde el inicio del conjunto de datos de IDEA Internacional en 1975». También cayeron los indicadores de libertad de expresión (en el 22% de los Estados), igualdad económica (21%) y acceso a la justicia (20%).

Por otra parte, en 1975 había 30 guerras en el mundo. Y la Global Terrorism Database calcula que los terroristas asesinaron a 511 personas. Siguiendo al Uppsala Conflict Data Program, en 2024 se registraron 61 conflictos armados, ya sean entre un Estado y un grupo o guerras entre dos Estados, que causaron 128.000 víctimas mortales. Si añadimos al cómputo otras formas de violencia organizada, el resultado sube hasta las 161.100. La cifra se debe, en gran medida, al incremento de la violencia de actores no estatales como el crimen organizado en Haití y, sobre todo, el terrorismo yihadista en África. Si en 2023 cometieron 11.000 asesinatos, en 2024 han sido 14.000.

Las perspectivas para la paz no son halagüeñas. El Global Peace Index 2025, publicado por el Institute for Economics & Peace, indica que actualmente hay en curso 59 conflictos armados con Estados implicados. Nunca había habido tantos desde la Segunda Guerra Mundial. De igual manera, el documento advierte que las condiciones que suelen preceder a las grandes contiendas no habían sido tan altas desde 1945. Cada vez más gobiernos están militarizándose en un contexto de crecientes tensiones geopolíticas, aumento de los conflictos, ruptura de las alianzas tradicionales e incertidumbre económica.

El mundo occidental no es una isla. En Europa también hay problemas internos que amenazan la salud de la democracia: el auge de los populismos, que cuestionan el sistema parlamentario, la radicalización de los discursos, el sectarismo, la polarización, la erosión institucional, los episodios de violencia…

Basta fijarse en un elemento: la desafección a la democracia. De acuerdo con un trabajo del CIS de abril de este mismo año, el 8,6% de nuestros conciudadanos cree que «en algunas circunstancias, un gobierno autoritario es preferible a un sistema democrático» y al 9,9% le resulta «igual un gobierno que otro». El resultado es similar al que se registra en nuestro entorno, sobre todo en las nuevas generaciones. Según un sondeo de YouGov para la Fundación TUI de julio, el 37% de los europeos de entre 16 y 26 años está insatisfecho con la democracia de su país y un 21% aceptaría un régimen autoritario. Además, al 10% de los jóvenes no le importa si su gobierno es democrático o no

No estamos al borde de la Tercera Guerra Mundial, pero los datos reflejan que la Humanidad está experimentando un descenso generalizado en los niveles de prosperidad, paz y democracia. Y eso es realmente grave. Si no hacemos nada para evitarlo, otro mundo peor es posible.