DAVID GISTAU, ABC – 25/05/15
· Ada Colau ahora parte el cotarro nacionalista en un contexto que sugiere el enfriamiento de la fiebre independentista.
Sj las reglas del juego no hubieran cambiado, si no hubieran irrumpido nuevos actores y paradigmas políticos tales como el eje de aversión al bipartidismo, las elecciones de ayer habrían albergado una de las más brutales oscilaciones en el péndulo tradicional del PP y el PSOE. Es decir, que hay una certeza: la dureza del castigo al marianismo, con la pérdida de capitales/santuario que se conservaron incluso en los tiempos más poderosos de Zapatero, y que apenas, gracias a la victoria pírrica en el cómputo general, es menos demoledor que el sufrido por el zapaterismo en 2011, cuando las elecciones locales se convirtieron en heraldos de una mayoría absoluta en las generales tan arrolladora como prematuramente abrasada. El elemento novedoso es que este colapso de un partido de poder no ha acarreado lo mismo que otras veces: el salto automático al primer puesto de su antagonista en el bipartidismo, sistema que, por cierto, queda herido pero no destruido.
¿Por qué el PSOE ha logrado empeorar su peor resultado en vez de obtener un margen de victoria que prepare el país para una nueva alternancia en Moncloa? Parece obvio. Porque el voto de la izquierda se ha dispersado en flamantes opciones nuevas que no existían en 2011, cuando el PP fue el polo de atracción de todo lo que proviniera del enfado o el ansia de cambio. Partidos como Podemos y personalidades con fuerza, como Carmena, beneficiada además por el pinchazo de Carmona y por su victimización a manos de Aguirre, más o menos asociadas a Podemos.
O Ada Colau, cuya recolección de votos habría sido una extravagancia imposible hace apenas unos años, pero que ahora parte el cotarro nacionalista en un contexto que sugiere el enfriamiento de la fiebre independentista. La fragmentación es tal que resultados tan parejos como los del Ayuntamiento de Madrid, «no aptos para cardiacos», como decían los cronistas antiguos, convertirán en juego de filigranas las negociaciones de las otras elecciones, las que empiezan hoy para armar modelos de poder con procelosas conversaciones.
Emerge, sin embargo, un potente bloque de izquierdas que se entenderá a poco que Podemos extraiga al PSOE de su retrato culpable del bipartidismo y lo convierta en interlocutor válido. Otra pésima noticia para el PP, si nos ponemos ya a hacer conjeturas para las generales, es el patinazo de Ciudadanos, que acaso sea el partido más decepcionante por la distancia acaecida entre sus expectativas y sus resultados. Si el PP contaba para el futuro con un banco de órganos en Ciudadanos, con una prótesis con la que estirar su propio caudal de votos hasta alcanzar cotas de gobierno, resulta que Ciudadanos se ha quedado paralizado en una bolsa de votos que, extrapolada, sería insuficiente. Es decir, demasiada debilidad para encarnar el papel de bisagra compensatoria del frente de izquierdas que puede armarse. Aunque es verdad que en las generales importará más la única virtud incuestionable de Ciudadanos: el personalismo de Rivera.
DAVID GISTAU, ABC – 25/05/15