Francisco Sosa Wagner-Vozpópuli

Un bufón de pelos bermejos como es fama que los llevaba Judas, un juglar chocarrero de arrugas enmascaradas

Ignoro qué dice la RAE, pero para mí que «oval» viene de huevo. Es decir, de hacer lo que me pasa por los huevos, sin atender ni a reglas constitucionales ni a aburridas convenciones. Alexis de Tocqueville, que meditó sobre la democracia en América, dejó escritas páginas de cita obligada, pero nunca se le pasó por la cabeza la idea de que llegara a ser presidente de aquella desmesurada nación un cultivador tan minucioso del desaseo intelectual, del desaliño profesional y de la bravuconería.

Un presidente que pertenece a la cofradía de la inconsistencia, que es robusto en sus desplantes, rufián, avispón y bandolero, todo él un monumento a la ponzoña y a la zafiedad.

Un bufón de pelos bermejos como es fama que los llevaba Judas, un juglar chocarrero de arrugas enmascaradas como cómico de la legua, un rumiante de golferías.

Todo esto excedió de la imaginación de aquel genial cascarrabias que fue Tocqueville: inteligencia buida, pluma destrozona de tópicos, armero de oportunas y felices agudezas.

Lo que debe explicarse por la existencia de seres sobrenaturales que nos protegen (ángeles, serafines o querubines) es que un tren llegue alguna vez a su destino y una carta al buzón pertinente

La vida política, a la que se han dedicado estudios interminables, conoce estas piruetas: a las personas más inconsistentes se les atribuyen poderes para gestionar lo más consistente que existe en la sociedad, a saber, el Estado. De semejante audacia lo que sale no es más que un churro descomunal.

Lo extraño, lo que debe explicarse por la existencia de seres sobrenaturales que nos protegen (ángeles, serafines o querubines) es que un tren llegue alguna vez a su destino y una carta al buzón pertinente. Porque nosotros, los votantes pecadores de mil pecados, hemos hecho lo imposible para que tales venturas no ocurrieran nunca.

¿Qué se nos va a contar a los españoles que habitamos precisamente la patria del chisgarabís?

Nosotros tenemos a la endeblez intelectual y la incuria profesional ocupando las más altas encomiendas de la Nación. Hemos fundado la «Agrupación Progresista de Chiquilicuatres sin fronteras» y la «Federación Confederal y Plurinacional de Mequetrefes«.

De sus asociados sale lo más empingorotado que ocupa el organigrama de la vida oficial y grasienta.

Se han disparado las críticas mal intencionadas y facilonas en tertulias y mentideros donde se oye con frecuencia esta pregunta: ¿es que no hay en España alguien que sepa algo de Hacienda?

Pero al menos no tenemos el descaro de llamar «oval» al despacho del Presidente con lo que ello tiene de evocación de los santos huevos, del desprecio a la razón y de encumbramiento consciente de los despropósitos.  Somos más comedidos.

El ejemplo más claro es la idea aparentemente chusca de confiar la Hacienda Pública a una licenciada en Medicina y Cirugía. Se han disparado las críticas mal intencionadas y facilonas en tertulias y mentideros donde se oye con frecuencia esta pregunta: ¿es que no hay en España alguien que sepa algo de Hacienda, un catedrático o un inspector de tributos?

Pues claro que los hay, lo que ocurre es que quien maneja el botón (y el botín) del mando de la gobernación del país, decidió esta aparente jugarreta con un ánimo benefactor: el de apartar de todo peligro a los enfermos y alejar de cualquier contratiempo a quienes se vieran obligados a entrar en un quirófano.

Más incruento es atracar a un cuitado con el IVA que seccionar una pierna a un asmático.