Ángeles Caballero-El Confidencial
Un Iglesias Turrión más rapero que nunca, separando las sílabas con una fuerza desmedida, dando cera y puliendo cera. Ya se saben cómo son las estrellas del rock
Ha vuelto. Pero sobre todo ha vuelto a rapear. Un Iglesias Turrión más rapero que nunca, separando las sílabas con una fuerza desmedida, dando cera y puliendo cera. Con unos teloneros bastante desiguales (qué fabulosa fue la intervención de la pensionista Soledad Gato), el secretario general de Unidas Podemos nos hizo esperar hora y algo hasta honrarnos con su mitin y con su presencia. Ya se saben cómo son las estrellas del rock, digo, los hombres que cuidan. Los verdaderos patriotas.
Pero cuando salió. Ay, cuando salió a esa misma plaza de Juan Goytisolo que también se llenó de mujeres periodistas el pasado 8 de marzo. Regañó, hizo autocrítica, gritó de lo lindo y nos deleitó con momentos que a mí me olieron a falsa modestia.
Y a pesar de todo, qué fuerza, qué garra, que dice el José Luis Moreno que hay en mí. A punto estuve de subirme al escenario cual Camila Cabello y pedirle que fuera mi Pitbull para cantarnos algo. En cambio optó por el ‘Bella Ciao’, que solo coreaban los viejos del lugar y fue el final de una fiesta en la que hubo un poco de todo.
Cuando Iglesias salío regañó, hizo autocrítica, gritó de lo lindo y nos deleitó con momentos que a mí me olieron a falsa modestia
Cogió el micrófono con ganas. “Os-voy-a-decir-unas-verdades-que-cuando-se-dicen-se-pagan”, amenazó. “Nos han dicho que el poder está en el Parlamento, creéis que votáis a los que toman las decisiones. […] Hay 20 familias que tienen en este país más poder que cualquier diputado”, continuó. A mí como arranque me pareció impecable, pero al final solo se acordó de unos pocos apellidos. De Ortega, Botín, Fainé y Pérez. Bueno, y de BlackRock, que tiene nombre de grupo de heavy metal pero es un fondo buitre. También criticó a Atresmedia y a Mediaset, a un par de horas de ser entrevistado en La Sexta.
Tiene razón cuando dice que lo que importa es preocuparse de la sanidad, de la educación… que eso es más país que envolverse en una bandera
“Me he visto con ellos, me he reunido con ellos (los poderosos). Han sido muy amables, me han dicho que todo lo que proponemos no se puede hacer aunque tengamos razón, y que contemos con ellos”, dijo. Risas tímidas en un público que desde el principio se mostró algo tibio en las reacciones. Pero Iglesias, que es más listo que el hambre, lo notó y por eso dio a los suyos la medicina que esperaban. Citó a Soraya Sáenz de Santamaría “SSS”, a Pedro Jota Ramírez, y volvió a gritar: “Patria de banderas no, patria de hospitales”. Puños en alto, sí se puede, no pasarán. Aplausos.
“He decepcionado a mucha gente […] Hemos dado vergüenza ajena con nuestras peleas internas”, confesó. En eso tiene más razón que un santo. También la tiene cuando dice que lo que importa y lo que hace patria es preocuparse de la sanidad, de la educación, de una justicia social y unas condiciones laborales dignas. De que hacen falta políticas de vivienda mucho mejores, que eso es más país que envolverse en una bandera. Aunque en la plaza había banderas, moradas, republicanas e ikurriñas. Había un par de España, pero estaban en los balcones.
Pero sabe Iglesias que lo que quieren los suyos también es sangre. Por eso los mayores abucheos se los llevó Rajoy, “el trío de Colón”, los apellidos Abascal, Casado, Rivera y Sánchez. Y dale que te pego con las críticas al Ibex 35, a las multinacionales, a los medios de comunicación, a los tertulianos. Por eso, tras alabar a Manuela Carmena, le lanzó una pregunta a la alcaldesa de Madrid: “¿A quién va a votar en las elecciones generales?”. “Eso, eso”, dijo un veinteañero que estuvo todo el acto con el puño en alto y lo acabó gritando “exprópiese”. Qué entrañable recuerdo chavista.
Iglesias también leyó unos cuantos artículos de la Constitución para demostrar que para constitucionalista él. Lástima que a las ocho de la tarde la rebequita que se precisaba a las seis ya no era suficiente. Y que la gente estaba cansada, Pablo. “Estáis diciendo “viva la madre que me parió”. Pues gracias a esa madre que ahora está cuidando de nuestros hijos para que nosotros estemos aquí”, dijo. Las madres y las abuelas, tan protagonistas siempre de los actos del partido morado. Ni una mención a los padres, no vaya a ser que.
¿Y los teloneros? Demasiados. Noelia Vera, portavoz en el Congreso, estaba como Lina Morgan, agradecida y emocionada. A Pablo Echenique le tocó hacer un monólogo como del Club de la Comedia con resultado desconcertante, porque la ironía no solo no se entiende en la radio sino a veces tampoco en política. A María Eugenia Rodríguez Palop, flamante candidata al Parlamento Europeo, le tocó el ingrediente imprescindible en este partido, la cursilería. Habló de “mil cosas bonitas, mil caricias, mil abrazos y mil te quiero frente a los mil kilómetros de muro que se han construido en la Unión Europea”. Perdonadme pero yo esto solo se lo consiento a Dani Martín.
Y Monedero, mientras tanto, haciendo fotos con el móvil. Imposible no verle. Es el único hombre occidental que sigue llevando chaleco. Porque esta vez, Alberto Garzón se dejó el chándal de la RDA en casa. Lástima.