El Correo 13/12/12
FLORENCIO DOMÍNGUEZ
Al capítulo del programa del candidato del PNV a lehendakari referido a pacificación le faltó, como al resto del discurso, entrar en detalles precisos. Iñigo Urkullu, sin embargo, no sorprendió porque las líneas generales que trazó son las mismas que viene manteniendo en público desde hace tiempo. Lo que se anuncia es, en buena parte, la continuación de lo que se ha hecho desde el Gobierno de Patxi López y en el Parlamento vasco durante la pasada legislatura. Esta posición tiene lógica porque las iniciativas que se habían puesto en marcha lo fueron con un alto grado de consenso y el PNV era partícipe de ese clima de entendimiento.
En un discurso en el que no se mencionó a ETA por su nombre, Urkullu defendió la continuidad de la Ponencia de Paz y Convivencia, se comprometió a poner en marcha el Instituto de la Memoria, ya acordado en la pasada legislatura, y pidió una política penitenciaria más flexible. Nada que llame la atención ni sorprenda.
Destacable es también que el candidato del PNV ratificara en la sede de la Cámara el reconocimiento del Parlamento como institución central, como depositario de la legitimidad democrática, cerrando la puerta a lo que llamó «puntos de encuentro extraños». Urkullu ya había anticipado esta posición de reivindicación del papel del Legislativo en fecha reciente con motivo del intento de reactivar la Conferencia de Aiete por parte de la izquierda abertzale. El PNV tomó entonces distancias con esa operación y ayer volvió a señalar cuál es el foro para debatir las cuestiones del país.
Esa postura supone poner coto a la reclamación de mesas de partidos y de foros extraparlamentarios, tan del gusto de la izquierda abertzale en su afán de no reconocer la legitimidad del Parlamento vasco y, al mismo tiempo, de expresar el irredentismo de su reivindicación sobre Navarra con la excusa, cierta, por otra parte, de que no esta representada en el Legislativo de Vitoria. Con una posición como la defendida por el nuevo lehendakari, no hay lugar, por ejemplo, a una nueva mesa de Loiola como la del año 2006 en la que él mismo participó en representación de su partido, junto a los socialistas y los dirigentes de Batasuna.
Otro dato que puede dar pistas sobre la futura actuación de Iñigo Urkullu como presidente del Gobierno vasco es la apelación que hizo a la discreción como norma de comportamiento en el ámbito de la pacificación. Hay que reconocer que Urkullu, como líder del PNV, ha hecho bandera de la discreción al tratar de los asuntos relacionados con ETA.
Discretas fueron sus conversaciones con José Luis Rodríguez Zapatero, al igual que las mantenidas con Mariano Rajoy, al que presentó un documento con sus propuestas sobre la cuestión que todavía no se ha filtrado, a pesar de los meses transcurridos. Sin estridencias verbales, el nuevo lehendakari parecer que va a hablar más con los hechos.