Éste es un momento para estadistas, una largamente esperada oportunidad para convencer a aquellos vascos que quieren la independencia de que realmente hay un sitio para ellos en la España democrática.
El difícil proceso de paz vasco recibió, en gran medida, el ímpetu necesario el fin de semana. El veterano radical nacionalista Arnaldo Otegui, portavoz de la ilegalizada Batasuna, explicó con detalle desde la cárcel el compromiso “irreversible” de su movimiento para utilizar exclusivamente métodos pacíficos en su búsqueda de la independencia de España (y, en definitiva, de Francia).
Lo hizo con un lenguaje ambiguo y con un tono conciliador. No pidió nada a cambio al gobierno español, ni siquiera la liberación de presos. Además, dijo que si tuviera al líder del grupo terrorista sentado delante de él, le pediría que hiciera “unilateral, permanente y verificable internacionalmente” su alto el fuego de hace seis semanas. Añadió que, si ETA atentara de nuevo, el grupo estaría actuando contra la estrategia del movimiento independentista el cual se “opondría” a estas actuaciones. También descartó la continuación del principal mecanismo de financiación –extorsión- y de la “guerra callejera” del movimiento juvenil radical vasco.
Las declaraciones de Otegui fueron realizadas a John Carlin, un periodista con una reconocida experiencia cubriendo el proceso de pacificación sudafricano, y apareció el domingo en el periódico de Madrid El País. Esto es destacable ya que el diario tiene estrechas conexiones con el gobernante Partido Socialista Español (PSOE) y hasta ahora ha compartido el escepticismo del gobierno sobre el alto el fuego.
Como conocemos bien la experiencia del norte, los escenarios, gestos, semánticas e, incluso, la puntuación pueden ser fundamentales para impulsar un proceso de paz. Es cierto que Otegui ha hecho declaraciones similares en el pasado, como lo hizo uno de los pocos altos dirigentes aún en libertad, Rufi Etxeberría, en una entrevista en The Irish Times el mes pasado. Pero el extraordinario detalle de la entrevista con Otegui parece afianzar el compromiso de Batasuna hacia una estrategia sin armas.
Si a ETA no le gusta este planteamiento –y hay indicios de que muchos de sus (muy reducidos) miembros están bastante preocupados con esto- entonces Otegui está diciendo que ahora el grupo está solo. El mar de apoyo popular a la “lucha armada” que Batasuna representó una vez está agotado.
En vista de esto, uno tiene que preguntarse por la continua negativa del gobierno español a reconocer que el escenario vasco realmente ha cambiado. En cambio, desde el anuncio del alto el fuego de ETA, ha mantenido una intensa ofensiva policial contra los radicales vascos. Batasuna continúa ilegalizada, las manifestaciones han sido prohibidas, decenas de sospechosos han sido detenidos y hay inquietantes denuncias de torturas.
Es cierto que en 2006 el gobierno del PSOE salió muy quemado de la ruptura de su valiente iniciativa de paz, destrozada por la irresponsable intransigencia de los dos extremos – de ETA y del principal partido de la oposición española, el profundamente conservador Partido Popular. Pero este es un momento para estadistas, una largamente esperada oportunidad para convencer a aquellos vascos que quieren la independencia de que realmente hay un sitio para ellos en la España democrática.
The Irish Times (Irlanda), 19/10/2010