¿Pacto en la Justicia?

SANTIAGO GONZÁLEZ-EL MUNDO

PARMENIO se esmeró al trinar en mi blog el pacto entre Rafael Catalá y Lola Delgado: el acuerdo para el CGPJ que tenía como fin, es un decir, despolitizar la Justicia: «Despolitización de la justicia, hijo. Nada huele así. Adoro el olor de la despolitización de la justicia por las mañanas». (Tte. Col. William ‘Voir’ Kilgore. Apocalypse Now). Es un acuerdo que efectivamente huele a napalm, con el doctor Plagius en el papel del teniente coronel Kilgore en su helicóptero y las huestes del PP haciendo de aldea vietnamita.

Catalá y su partido han sido unos pardillos al sacrificar su ser por la presidencia del CGPJ para el jefe de la Sala 2ª del Supremo, Manuel Marchena. El PP dispondrá de nueve vocales frente a los 11 que tendrán el PSOE y su inflorescencia podemita. Marchena no podrá ejercer su voto de calidad porque nunca llegará a producirse la condición necesaria, que es el empate. Ni podrá juzgar a los golpistas catalanes.

Este diario titulaba ayer: «El PP facilita en el CGPJ y en el 1-O una mayoría progresista». Mayoría progresista, minoría conservadora, este es el lenguaje en que se explica toda la prensa, incluida la conservadora, señal evidente de que la izquierda ha ganado la batalla del lenguaje y la del uso de las palabras.

¿Puede dividirse a la gente entre progresistas y conservadores, diría Orwell? ¿Hay alguien que no esté a favor del progreso de la humanidad o que no desee conservar los rasgos más positivos de nuestra civilización? El marqués de Galapagar y su ‘churri’ han predicado con el ejemplo: progresan adecuadamente. Y Errejón, que cree que los venezolanos hacen tres comidas al día y le parece bien. Debo confesar que en esto he empezado a tener algunas dudas. El domingo pasado salí a comer con la familia. Hice seis o siete llamadas para encontrar un restaurante. Tuve la impresión de que Bilbao estaba tomado por los venezolanos de Errejón y que, efectivamente, hacían tres comidas, o sea tres almuerzos por barba al día.

Finalmente y después de haber sacrificado a Cospedal, ¿con qué argumentos va el PP a exigir la destitución de la ministra de Justicia por mentir sobre Villarejo y haber mantenido aquellas conversaciones tan inapropiadas, tan salaces? Catalá la blanqueó con el pacto.