Tonia Etxarri-El Correo

No hay nada como las urnas para que los partidos se den un baño de realidad. Le ha ocurrido a Pablo Iglesias que, después de su desplome electoral, se está dando cuenta de que ya no puede hablar de que el miedo va a cambiar de bando. Podemos ha perdido tanta fuerza que el miedo a dejar de ser influyente lo tiene él, que se conforma con brindar ayuda a Pedro Sánchez porque sabe que no está en condiciones de exigir ministerios. La situación de Ciudadanos tiene más aristas. Ha ganado más votos, concejales y diputados, cierto. Pero ha visto frustradas sus expectativas. Se ha vuelto a quedar al otro lado de la puerta del Edén.

Ni ha conseguido «echar a Sánchez» ni ha logrado superar al PP en el momento más bajo del partido de Casado. Descartado el ‘sorpasso’ al PP, se dispone a explotar su situación de ‘partido bisagra’; allá donde tenga la oportunidad de decantar gobiernos constitucionalistas. Sin líneas rojas. Adiós a los cordones sanitarios. Sánchez ya empezó a presionar a Rivera en la misma noche electoral. Que levante los cordones sanitarios, dijo después de dos campañas electorales en las que se ha dedicado a insultar a Ciudadanos encuadrándolo en el club de los ultras. Una petición que él mismo no está dispuesto a aplicarse con Vox. «¡Que nadie normalice al partido de Abascal!», clama. Ése es el deseo del líder del PSOE que, seguramente, en el caso de Ciudadanos, caerá en saco roto, a pesar de que ayer intentó redoblar la presión sobre el partido naranja entrevistándose con el mandatario francés, Emmanuel Macron, toda una referencia para Rivera.

Ciudadanos va a abrir su abanico. A izquierda y derecha. Ya lo había hecho anteriormente. Ha ayudado a gobernar al PP y al PSOE. Ahora lo hará también con Vox por cuestiones prácticas. Como en Andalucía. En el caso de que Vox se avenga a suscribir alianzas en las condiciones actuales. Porque el partido de Abascal ha subido su precio. Ya no se conformará con apoyar, desde fuera, gabinetes constitucionalistas. Quiere gobernar. El intercambio de cromos no va a ser fácil. Rivera quiere facilitar los ejecutivos lo más alejados posible de populistas y secesionistas. Las dos corrientes que hasta ahora han sostenido a Sánchez. ¿Qué ocurrirá en Navarra?

En la comunidad foral la unión del centro derecha ha dado resultados. Navarra Suma ha sido la fuerza más votada pero sin la mayoría suficiente para gobernar. Tampoco la amalgama de siglas que ha sostenido al cuatripartito de Uxue Barkos puede aspirar a mantenerse en el Gobierno por sí sola. El Partido Socialista tiene la llave. Ábalos ya ha avanzado que no facilitarán un Ejecutivo que implique a EH Bildu. Ya veremos. La coalición soberanista estuvo en el mismo Gobierno que el PNV en la pasada legislatura. Si los socialistas pactasen con el centro derecha se resentiría la alianza de Sánchez con uno de sus socios preferentes, el PNV. Si impiden que gobierne Navarra Suma darán alas al independentismo. Las cartas están marcadas. No tienen más que enseñarlas.