Tonia Etxarri-El Correo

Una vez abierta la caja de los regalos de Pedro Sánchez para que los agraciados le apoyen en su hipotética investidura, han saltado chispas en el ruedo. No es la financiación autonómica pendiente desde 2014. Es la condonación de la deuda de comunidades que, como Cataluña, son millonarias porque deben al Fondo de Liquidez Autonómica al haber gastado más de lo debido. En el pulso que mantienen los secesionistas catalanes, los pragmáticos de ERC y los ‘illuminati’ de Junts, se da una coincidencia palmaria: los dos exigen el perdón de la deuda que asciende a la friolera cantidad de más de 70.000 millones de euros. Y el PSC se ha mostrado a favor de esta causa, como consta en una enmienda parlamentaria. Un dineral. Se trata de la mitad de la cantidad que el Gobierno de España pidió con cargo a los Fondos Europeos. Vamos, una pasta.

La posibilidad de que se aplique el perdón de la deuda millonaria para contentar a los secesionistas catalanes ha sonado como una traca en el debate que Sánchez mantiene entre bambalinas con sus hipotéticos socios de la nueva legislatura.

En cuanto la ministra de Hacienda en funciones la insinuó como uno de los posibles trofeos que podrían exhibir los independentistas como almoneda de su apoyo a Pedro Sánchez, provocó la inmediata reacción del Gobierno del PP en Madrid. Lo considera un agravio comparativo con el resto de Comunidades Autónomas que se han esforzado, sin derroches en propaganda y en embajadas, en no endeudarse. Al Ejecutivo de Díaz Ayuso le parece una aberración tener que cargar con la deuda de otras comunidades que gastaron por encima de su capacidad. Y piensa impedirlo por todos los medios. Un debate con muchas aristas porque el presidente de Valencia, el popular Mazón, que ha heredado una deuda de 45.000 millones de euros, se muestra más comprensivo con un reparto más equilibrado de la deuda porque zonas como la suya fueron especialmente castigadas por el modelo de financiación de Zapatero en 2009.

A medida que la agenda avanza hacia la constitución de las Cortes el 17 de agosto, persiste la pregunta recurrente. ¿Cuánto cederá Sánchez ante los independentistas para asegurarse un Gobierno que no le han dado las urnas? En el trasfondo aguarda Navarra con la socialista Chivite que no ha ganado en las urnas pero que, gracias a Bildu, podrá revalidar su cargo.

Los favores económicos a la Generalitat han desatado la primera tormenta de agosto. En el PSOE apenas quedan barones con poder que se atrevan a levantar la mano para alertar del peligro de equilibrio fiscal si se condona la deuda. García Page. Lambán. Que si la financiación autonómica la fija la Constitución. Que se reforme la financiación autonómica sin favorecer agravios. Son voces en el desierto que reconocen que ha habido despilfarros injustificados. ¿Qué significa mutualizar la deuda? Repartir la mala gestión de algunas comunidades entre todas. Los socialistas de las autonomías pagadoras no dicen nada. Están contentos porque, de momento, no gobierna la derecha. Y todo así.