Ignacio Camacho-ABC

  • Van a suceder más cosas antipáticas y ninguna será la decisión honorable que exigen las circunstancias

Han llegado a un punto en que lo mejor que podrían hacer es tomarse una pausa, un receso de reflexión y silencio, como aquel del jefe pero más largo, y pasar un tiempo quietos, callados. Bueno, y algunos entregarse a esa UCO a la que llevan meses tratando de desactivar en una sucia operación de sabotaje subterráneo. Porque mientras más intenten arreglar algo más denigrados van a salir, y mira que cuesta trabajo. Con estos personajes, minervas como Leire y compañía, no es posible aspirar a nada sensato, y menos aún a pasar por un Gobierno serio y un partido honrado. Hasta meterlos en una serie cómica sería un fracaso. Han logrado, y era difícil, abochornar a sus propagandistas más sectarios; una cosa es partirse el espinazo en genuflexiones para justificar la amnistía, la corrupción de Ábalos, los chanchullos de Begoña, los enchufes de David, el aforamiento de Gallardo, y otra salir a dar la cara por una colección de ‘torrentes’ baratos y mamporreras de saldo.

En este paisaje de descomposición, los pretorianos de Ferraz y Moncloa se afanan en busca de alguna consigna eficaz para sacarse de encima el turbión de porquería que brota de las alcantarillas. El que diera la orden de organizar el sainete de Novotel debe de estar escondido en algún agujero donde no llegue la luz del día. Se habían acostumbrado tanto a la impunidad de sus mentiras que les cuesta entender cómo ha podido fallar esta incursión en los bajos fondos de la política. Hace unas semanas había en los ‘mentideros’ –oportuno término– de Madrid personas inteligentes que se ufanaban del inmediato final del cerco de la justicia: iba a descubrirse la trama de una cacería contra inocentes víctimas de vida intachable y trayectoria digna. Que santa Lucía les conserve la vista. Pero nadie dará marcha atrás, ni el P… Amo lo permitiría; la tripulación del capitán Achab no tiene otra salida que ir con él hasta el final de la pesadilla.

Van a pasar más cosas y ninguna será la decisión honorable que exigen las circunstancias. Seguirán aflorando revelaciones comprometedoras y el Gobierno continuará negándolas aunque las evidencias le trepen por las patas. Habrá muchas cortinas de humo y algún otro intento desesperado de contrataque con munición adulterada para que los seguidores más irredentos conserven algún ápice de confianza. La oposición, la prensa y la magistratura permanecerán en la diana de las campañas de propaganda. El mandato de Su Persona se arrastrará por el barro mientras los socios chantajistas le den cobertura parlamentaria. Los ciudadanos que aún puedan ver las noticias sin sentir repugnancia tendrán que resignarse a pasar un año o dos con la nariz tapada. Y el desenlace será amargo, antipático, bajo un crujido de vigas institucionales quebradas, estruendo de reputaciones destruidas, oleadas de ruido y furia que degradarán aún más el crédito de la democracia.