IGNACIO CAMACHO – ABC – 04/04/16
· Sánchez está decidido a gobernar ahora. Quiere pájaro en mano, aunque tenga que compartir el poder con cuervos.
Si Susana Díaz quisiera demostrar de verdad su capacidad de influencia en el PSOE, bastaría con que anunciase que los 22 diputados andaluces votarán en contra de cualquier pacto que ella considere inconveniente para España o para el partido. Sólo así ejercería un poder real de veto sobre las negociaciones de un Pedro Sánchez que le aplica política de hechos consumados mientras se va extendiendo la idea de que la presidenta andaluza amaga sin dar, envuelta en dudas y titubeos que disipan la reputación de instinto asesino que se labró en su fulgurante ascenso. Por mucho que cene, como el sábado, con Rubalcaba y Zapatero en busca de no se sabe qué resortes de aucto
ritas interna, Díaz está a punto de consagrarse como la jefa de una facción opositora con peso significativo pero no determinante. Un sector crítico tan incordiante como a fin de cuentas poco decisivo.
Sánchez está decidido a gobernar ahora, si puede lograrlo. A pesar de haber consolidado un protagonismo evidente, desconfía de que unas nuevas elecciones le revaliden la posición clave que obtuvo en diciembre, y que supo interpretar para aferrarse a su supervivencia política: descalabrado en términos objetivos pero imprescindible en cualquier acuerdo de investidura. Si abandonó su idea inicial de aglutinar una alianza multipartita de izquierdas –«a la portuguesa»– fue porque Rubalcaba y González le prometieron, a cambio de atarse a la moderación de Ciudadanos, frenar la ofensiva del susanismo.
Pero el candidato entiende que Díaz no ha cumplido su parte del trato. Y como sabe que le está esperando al otro lado del fracaso va a intentar por todos los medios llegar a La Moncloa mientras le quede una oportunidad factible de lograrlo. Quiere pájaro en mano, aunque tenga que compartir el poder con cuervos.
Por eso se muestra cada vez más proclive al entendimiento con Podemos. Era su proyecto de partida y no ha dejado de pensar en él aunque el pacto con C`s le crea ahora un serio obstáculo. Pero Rivera tiene 40 diputados y Pablo Iglesias 69. El plan consiste en adelgazar el documento ya suscrito eliminando todo lo que pueda distanciar entre sí a naranjas y morados, y dejar sólo los mínimos justos para propiciar un relevo en el Gabinete; lo de gobernar lo deja al albur de la geometría variable y otros equilibrios precarios.
El catalán Iceta trabaja en la búsqueda de una alquimia ambigua que aplaque la reivindicación autodeterminista de Colau y compañía. Casar a dos socios opuestos es un empeño difícil, no imposible. Pero si tiene que elegir no cabe descartar que a última hora se acabe inclinando por el mayor a efectos de respaldo parlamentario. Si no alcanza la Presidencia en abril le aguardarán los susanistas a cuchillo desenvainado. Y aunque hasta ahora no hayan demostrado ser armas de mucho filo está poco dispuesto a permitir que lo prueben en su cuello estirado.
IGNACIO CAMACHO – ABC – 04/04/16