IÑAKI EZKERRA-El Correo

El socialismo español está empeñado en relacionar la vejez con la niñez. Hace diez años, en los últimos días del Gobierno de Zapatero, supimos por una encuesta de la Fundación Adecco que, a la clásica pregunta de «qué querían ser de mayores’, una abrumadora mayoría de los niños españoles respondía que «pensionistas». En estos días y, para referirse a los pensionistas, el ministro Escrivá se ha puesto a hablar de los ‘baby boomers’, la generación nacida entre finales de los 50 y los 70, a la que le propone un ajuste (o sea un recorte) en la retribución del retiro laboral o un aplazamiento en la edad de ese retiro.

Casado pone el grito en el cielo ante este castigo a los hijos del desarrollismo, pero cuando Rajoy llegó a La Moncloa no solo mantuvo la edad de jubilación a los 67 años que había fijado Zapatero sino que introdujo, en ese templo de las pensiones que a Casado le parece sagrado, un factor de sostenibilidad que se cargaba el compromiso de actualizar las prestaciones jubilatorias con el IPC.

Asistimos, así, a una pugna de demagogias y al creciente prestigio del criterio de lo ‘sostenible’ tanto en la derecha liberal como en la izquierda populista aunque ambas finjan rechazarlo según cuándo y dónde. Escrivá sustituye ahora el coeficiente de sostenibilidad por el regreso al IPC, pero se le escapa la sanción al ‘baby boom’ y dibuja un horizonte incierto en la edad de jubilación que podría aplazarse aún más en la España paradójica que manda al paro a los cincuentones. La verdad es que resulta chocante la aplicación de los baremos de sostenibilidad a la energía, al desarrollo, a la sanidad, a las pensiones, a todo menos a los cargos públicos que encarnan el verdadero problema de carestía que arrastra este país. ¿Es sostenible nuestro sistema político? ¿Es sostenible un Gobierno de 23 miembros? ¿Es sostenible el propio Escrivá?

Otro fenómeno llamativo de nuestra izquierda es la euforia con la que abraza la jerga del capitalismo empresarial y mercantil poblada de anglicismos. O bien los castellaniza o bien los usa en estado puro. O nos habla de desescaladas, implementaciones, resiliencias y empoderamientos o adopta las expresiones originales: ‘skills’, ‘coaching’, ‘feedback’, ‘think tank’, ‘target’, ‘performance’, ‘team’, ‘expertise’, ‘leadership’, ‘spin doctor’, ‘accountability’, ‘baby boomers’… Uno ha sido muchas cosas surrealistas en la vida -dantzari, corista de Santa Águeda, cofrade de Semana Santa, eurocomunista, negro literario, celador de sanatorio, botones de hotel, constitucionalista transversal…-, pero no tenía plena consciencia de ser también un ‘baby boomer’. Y no digo que no me haga ilusión que me llamen ‘niño boom’ para convertirme en viejo pobre.