ABC-LUIS VENTOSO

Abruma constatar que todo puede ser perfectamente elástico

PARA algunos tal vez Sánchez no resulte la persona más agradable del orbe. Encarna un arquetipo bien establecido, el del personaje encantado de haberse conocido, que habla escuchándose y levita sobre los mortales. Pero sería injusto evaluar su actividad política por su personalidad. Por el contrario sí parece apropiado medirlo por sus obras, que acreditan que por primera vez en nuestra democracia faltar con tenacidad a la palabra dada resulta asumido y asumible.

–Siendo líder de la oposición, Sánchez exigió a Rajoy que se sometiese a una moción de confianza en caso de no lograr apoyo para sus presupuestos. Hoy Sánchez pasa por idéntico trance, pero su demanda de antaño no rige para con él.

–De manera sonada, Sánchez prometió en su investidura elecciones inmediatas. Es evidente que no era cierto. Ahora se enroca en el poder y hasta pretende reformar la educación con solo 85 diputados.

–Sánchez apoyó el 155 para frenar a los insurrectos catalanes y llamó a Torra «el Le Pen español». Ahora los partidos separatistas son sus aliados y vitupera a las formaciones constitucionalistas, a las que tacha de ultras. Además, el Gobierno comienza a lanzar globos sonda sobre indultos a los presos golpistas y se inhibe ante el acoso a Llarena.

–Desde la oposición, Sánchez declaraba que los presos separatistas habían incurrido en un delito de «rebelión». En el poder opina lo contrario (pero Carmen Calvo ya ha explicado que no existe contradicción, pues el Sánchez de antes y el de ahora son dos seres diferentes).

–Sánchez criticaba los cambalaches partidarios para renovar el Poder Judicial y afirmaba que con él jamás se repetirían. Ahora acaba de rubricar uno con el PP (que por cierto, tiene pendiente explicar a sus votantes por qué ha tragado con quedarse en minoría en el CGPJ y por qué ha transigido con el juez que remató a Rajoy con una pulla accesoria en la sentencia de la Gürtel).

–Sánchez iba a derogar la reforma laboral, «será nuestra primera medida». Ahí sigue.

–Sánchez dijo que estaba dispuesto a ofrecer explicaciones sobre su vidriosa tesis en sede parlamentaria. Ahora se niega. También afirmó que la tesis estaba colgada en internet a disposición de todos. Pero la subió horas después, faltando así a la verdad en el Congreso.

–Sánchez promete una nueva ética –«otra forma de hacer política»– y presume de Gobierno feminista. Sin embargo mantiene a una ministra que siendo fiscal se reía cuando un policía corrupto alardeaba de su red de prostitutas para extorsionar. Tampoco releva a la ministra Calviño, quien con su sociedad instrumental para comprar una vivienda se ha saltado el listón ético establecido por el propio Sánchez.

Principios de plastilina, moldeables según las circunstancias. Valores que caducan al ritmo de los apremios para lograr la gran meta: perdurar en La Moncloa a todo precio. Pero aunque navega con todas las televisiones soplándole de popa, la palabra elecciones es anatema, porque el público lo va calando.