Alberto Ayala, EL CORREO, 25/7/12
El anuncio catalán supone otro seísmo que resquebraja un poco más nuestra ya muy menguada credibilidad exterior
El modelo autonómico tiene graves fallas a revisar; y no para recentralizar, sino para racionalizar
Las malas noticias se suceden en las últimas semanas a tal velocidad que apenas hay margen para encajar golpe tras golpe cuando nos debemos preparar ya para el siguiente, que se presume peor. La jornada de ayer no fue precisamente la excepción. Al contrario.
Mientras en el Congreso de los Diputados arrancaban las comparecencias por el escándalo Bankia y aquí López apuraba mandato con el anuncio de una batería de recursos contra los recortes de Rajoy entre intensos rumores de que las elecciones vascas se adelantarán un poco más, al 21 de octubre, la bomba informativa llegaba desde el Mediterráneo. Cataluña, tan asfixiada económicamente como hacían prever los durísimos recortes que viene llevando a cabo Artur Mas desde que llegó al poder, avanzaba su intención de solicitar el rescate. Tras el portazo de los mercados, «no nos queda otro banco que el Gobierno español», reconocía el conseller de Economía, Mas-Colell, a la BBC británica.
Es la tercera comunidad, tras Valencia y Murcia, que se ve obligada a acogerse al Fondo de Liquidez Autonómico dispuesto por el Gobierno Rajoy para que las comunidades en graves apuros puedan hacer frente a los vencimientos de sus pagos. Y lo peor es que hay otras cuatro que barajan seguir los mismos pasos aunque sus responsables todavía insistan en negarlo: Andalucía, Baleares, Canarias y Castilla-La Mancha.
Un abanico que si por algo destaca es por su pluralidad. Y es que en la relación se entremezclan algunas de las comunidades ‘estrella’ del PP con el feudo intocable del PSOE y una de las históricas, casi siempre gobernada por el nacionalismo. O lo que es lo mismo, los despropósitos que se han perpetrado hasta llegar a la actual situación y las lagunas de nuestro sistema institucional tienen tantos padres que nuestra clase política haría bien en empezar a poner punto final a sus cada vez más patéticas guerrillas dialécticas para buscar unos mínimas comunes sobre los que empezar a transitar el largo y duro camino que se presume por delante.
El plus
Pero el paso dado por Cataluña supone algo más. Porque es la segunda comunidad más rica del Estado, tras Madrid, y la cuarta en el ratio riqueza por habitante (por detrás de Euskadi, Navarra y de nuevo Madrid). Y porque es con certeza la comunidad que goza de una imagen exterior más solvente, europeísta y moderna. Justamente por eso, la noticia de que solicitará el rescate acogotada por la mayor deuda de las regiones españolas –casi 42.000 millones, nada menos que el 20,7% de su PIB– es un auténtico seísmo que resquebraja un poco más la imagen y la credibilidad exterior de toda España.
Ramón Trías Fargas, expresidente de Convergencia y primer conseller de Economía de la Generalitat, se quedó solo en la Transición frente a Pujol y Roca insistiendo en que la viabilidad de la autonomía catalana pasaba por lograr un Concierto Económico como el vasco. Fue más allá. Se atrevió a vaticinar que sin este instrumento, «a más autogobierno más dificultades económicas».
Pues bien, para que la tercera comunidad que más contribuye a las arcas del Estado –mientras que sólo es la décima a la hora de recibir– haya llegado a esta situación es evidente que se han hecho muchas cosas mal. Pero también que el modelo autonómico tiene graves fallas a revisar. Y no para recentralizar, sino para racionalizar, acabar con desvaríos de grandeza, duplicidades y espejismos económicos. El trabajo queda pendiente desde ya para cuando logremos sacar la cabeza del pozo.
Alberto Ayala, EL CORREO, 25/7/12