Ignacio Camacho-ABC
- «No me veo votando a otros, pero para ser sincero ya no sé si soy de los míos. No me reconozco en este partido»
Cuando Sánchez ganó las primarias del PSOE, un veterano exdirigente me dijo que era «la peor noticia política para España en lo que va de siglo». Le pregunté por qué y respondió que «porque Pedro está en el PSOE pero no es del partido, sólo de sí mismo, y va a convertir un pilar del constitucionalismo en una plataforma populista a su propio servicio». Lo hemos recordado al encontrarnos en una calle sevillana, embozados en la mascarilla que estos días protege también de los primeros fríos, y no ha hecho falta que le pregunte para que saque a relucir su decepción -«la orfandad ésa que dice Felipe»- tras el pacto con ERC y Bildu. «A mi edad no me veo votando a otras siglas, pero para serte sincero ya no sé si soy de los míos. O más bien te diría que no me reconozco en este desvarío. El PSOE en el que yo he militado, y conste que aún milito, era un estabilizador social, una organización que con todos sus vicios era capaz de responder a sus compromisos y sobre todo de ofrecer a la gente un proyecto colectivo. Y ahora la alianza con Podemos nos ha convertido, por razones que no alcanzo a comprender, y si las comprendo es peor, en un artefacto vacío de ideas y de principios que actúa como una especie de lanzadera del independentismo. Entiendo los pactos porque no hay mayoría, pero estoy sorprendido de que el rumbo del Gobierno lo marque un hato de ventajistas sin más objetivo que el de cargarse el régimen que nosotros construimos».
«Admito que nos equivocamos con Susana. Nos deslumbró su perfil institucional, que era lo que buscábamos frente a Sánchez, y no nos dimos cuenta de que no le gana a nadie. Ya es tarde para lamentarse, estamos fuera del debate. Yo me aparté, o me apartaron, hace bastante tiempo pero no te imaginas el nivelito de las bases: de dónde crees que sale esta pléyade de responsables actuales. Les pasa lo mismo a los rivales, pero es mal consuelo porque lo que nos distinguía precisamente era tener más cuajo y mayor inteligencia orgánica que el resto. Esta ausencia de discusión interna y de pensamiento estratégico no era posible ni siquiera en tiempos de Zapatero. Y no le quito mérito a Pedro: ése es su éxito. Ha transformado un partido vivo y crítico en un mecanismo de aclamación y asentimiento. Pero esto son reflexiones de viejo. Como dice Adriana Lastra, ahora les toca a ellos».
«Y una cosa te digo: hay Sánchez para rato. Tiene claro que el poder es el cemento del liderazgo y hará, como ya has visto, cualquier cosa para conservarlo. Cualquier cosa es cualquier cosa, lo que sea necesario. Por eso se negó a pactar con Ciudadanos; Iglesias le molesta pero sabía que Rivera no lo iba a dejar jugar a los bolos con el Estado. ¿Que qué hacemos nosotros? Pues en el fondo nada, rezongar por lo bajo, cabrearnos… y seguir votándolo. O no, allá cada cual con su desencanto. ¿No has oído hablar del voto biográfico?».