Saben que Sánchez está políticamente muerto, pero la casta construida a la sombra del sanchismo necesita que aguante. A lomos de un PSOE convertido en su plataforma de subsistencia, saben lo que viene después de la caída del Gobierno y les aterra. Hay pocas dudas, por ejemplo, sobre qué futuro le espera a la empresa creada por José Blanco y Antonio Hernando, Acento, dedicada a hacer lobby para empresas que necesitan buenos contactos con el Gobierno. Hoy, el segundo es un alto cargo en Moncloa y, como desvelaba en primicia Vozpópuli, su pareja forma parte de la empresa. Estos no quieren adelanto electoral.
Ni ellos ni toda la red de negocios que sale a la luz con la investigación judicial de los casos Tito Berni, Koldo-Ábalos y demás ramificaciones asociadas a la corrupción durante la pandemia. Hay pocas dudas sobre cómo les afectaría un gobierno que colaborase con la justicia. Es la casta sanchista de los negocios sucios la que necesita que se alargue como sea una legislatura que los propios socios de Sánchez -con votos imprescindibles- dan por terminada. Cómo no comprender que el endeudado grupo Prisa –El País, La SER– esté echando toda la carne en el asador para lograr que la familia presidencial resista en Moncloa. De hecho, hoy no está claro si los Sánchez deciden sobre este grupo mediático o es al revés.
Los siete del Tribunal Constitucional –“progresistas”, para los camaradas- deben estar pensando que, si al final el Gobierno no aguanta, para qué el riesgo asumido en decisiones ya tomadas
A medida que se van conociendo detalles del caso Begoña, se comprende que quienes van asomando como casta bien relacionada con Moncloa no deseen ni muertos que Sánchez disuelva y convoque. Nadie podrá dudar, a pesar del espectáculo de narrativa protectora desplegada, que la “primera dama” ha servido en casos concretos como atajo para llegar al marido, el que controla el BOE. Las andanzas conocidas del académico y empresario Barrabés o del rector de la Complutense Joaquín Goyache, sin esperar a que los cadáveres empiecen a flotar, ya anticipan cuánto podría aportar a la causa abierta un gobierno dispuesto a darle al juez los datos que pide. Ni el Gran Wyoming tendría chistes suficientes que poner al servicio de la señora.
“¡Resiste, Pedro!” es el grito de guerra de la casta sanchista. Los siete del Tribunal Constitucional –“progresistas”, para los camaradas- deben estar pensando que, si al final el Gobierno no aguanta, para qué el riesgo asumido en decisiones ya tomadas. Han llegado a enmendar a tantos magistrados implicados en las sentencias de los ERE que, si ahora Sánchez los deja a la intemperie dando paso a urnas y nuevo gobierno, con las instituciones de la UE metiendo las narices, en qué situación quedan ellos, deben estar pensando Conde-Pumpido y los otros seis.
Algo parecido pasará por la cabeza del Fiscal General del Estado García Ortíz, que directamente está apilando sacos terreros a modo de trinchera. Y si Pedro no puede resistir, qué hacer, muchachos. El exjuez condenado por prevaricador Baltasar Garzón anima a la tropa desde La Sexta -obviamente- y ataca al juez Juan Carlos Peinado con los mismos argumentos que utilizó en Buenos Aires contra jueces y fiscales argentinos que procesaron y condenaron a la camarada Cristina Kirchner por robar al Estado. Podían haberle preguntado en la tele sobre cómo una asociación de fiscales -también “progresistas”-, representando a menos del 8%, logra el 50% de las sillas de la Junta de fiscales de Sala. Los 18, incluida su mujer Dolores Delgado, tampoco querrán adelanto electoral.
Esa red de intereses, que ha ido configurando una casta empresarial, institucional, académica, mediática, intelectual -poetas incluidos- van a dejarse la piel para que su Sánchez no tire la toalla. Que nadie se engañe; no lo hacen ni por Pedro ni por Begoña, lo hacen por ellos mismos, por sus asuntos. Como demuestra el escandaloso caso de los Puntos Violetas de la socialista directora del Instituto de las Mujeres Isabel García, no va de izquierda-derecha -¡no les sigan el juego!-, va de hacerse ricos en poco tiempo. Las causas ideológicas son para la casta sanchista únicamente pozos de petróleo para explotar. La inefable Carmen Calvo diría “esto es nuestro, bonitas”.
Algo así como el Teorema Tezanos: España es cada vez más de izquierda, Sánchez es la izquierda, ergo, todas las elecciones las ganará el Partido Socialista. Sociología científica al servicio de la causa
Si me pidieran que seleccionara a uno de ellos, sin dudarlo, Tezanos. Entusiasta sanchista, regaló al amado líder, ya en sus primeros pasos, una dulce Encuesta de Otoño. Resumen: “Querido secretario general, a partir de ahora, ganaremos todas las elecciones”. Una política para la eternidad que el genio llegó a publicar como tesis en la Fundación Sistema del PSOE. Algo así como el Teorema Tezanos: España es cada vez más de izquierda, Sánchez es la izquierda, ergo, todas las elecciones las ganará el Partido Socialista. Sociología científica al servicio de la causa.
Que a esta red de intereses le conviene que un gobierno sin capacidad manifiesta para gobernar siga es una obviedad. A los españoles, no tanto. Daron Acemoglu y James Robinson acuñaron una tesis -esta sí-, por la que los países atrapados en la corrupción institucional van directamente a la ruina. Es el caso: la casta sanchista lleva el país al desastre. Sirvan este par de datos: España lidera en Europa el crecimiento de la deuda pública y, a la vez, el aumento de la presión fiscal -Comisión Europea dixit-. La casta engorda, el país se arruina.