Ignacio Camacho-ABC
- «Ya hay 180 ó 200 muertos al día, como si se cayera un avión mediano. A mitad de noviembre quizá estemos encerrados»
«Esto no va a funcionar. La gente hace de día lo que antes hacía de noche. Vamos disparados para adentro otra vez». La cita para el aperitivo se ha transformado en un paseo por el centro de la ciudad confinada, sin turistas pero con notable animación en zonas de terrazas donde muchas mascarillas reposan entre vasos sobre mesas altas. El tardeo se ha consolidado. Tapas o almuerzo, gin tonics largos de sobremesa y al caer la noche, a casa. Mi amigo, alto cargo en el Gobierno autonómico, menea la cabeza y habla de tasas de ocupación hospitalaria. «Se están empezando a saturar las plantas. Los enfermos más graves tardan en bajar a las UCI menos de una semana. Mira las cifras diarias de ingresos y calcula tú mismo cuándo podemos correr peligro de quedarnos sin camas».
«Yo no estoy en Sanidad, pero oigo que cunde un miedo serio al colapso. Aunque no estemos como en marzo ya hay en España 180 ó 200 muertos al día, como si se cayera un avión mediano. Si estas medidas no resultan, y va a ser difícil, a mediados de noviembre podemos tener que encerrarnos. Estamos intentando salvar la economía de contacto durante el tiempo que podamos, y no soy optimista aunque me reservo un margen para los milagros. El confinamiento domiciliario requeriría cambiar el decreto de alarma, de manera que creo que la famosa cogobernanza tiene los días contados. Llegado el caso, el presidente dirá que lo ha intentado y que las circunstancias le obligan a asumir el mando».
«Si escuchas a los médicos te dirán que tendríamos que haber cerrado casi todo hace tiempo. Está bastante asumido y la duda principal son los colegios, que en Francia y Alemania van a seguir abiertos. Veremos. En teoría, la hostelería y el comercio podrían reabrir en Navidad, de hecho ésa es la idea pero… me temo que haya motivos para ser escéptico».
«¿Que si sería más eficaz un poder único centralizado? Mira, no soy político, sólo un funcionario con cierta vocación de servicio. Con un Gobierno, digamos, “normal”, te diría que sí; con éste no me fío. Además de su sectarismo notorio, no tiene el más mínimo conocimiento administrativo. Al menos las autonomías saben identificar los problemas y trabajar sobre el terreno; con todos los defectos, su know how técnico es bastante más concreto. Lo que pasa es que las decisiones diferentes generan una sensación de desconcierto y la gente acaba perdiendo la poca confianza que le queda en el modelo. Sin embargo te puedo decir que las comunidades con las que intercambio información sí cuentan con verdaderos comités de expertos; otra cosa es que luego cada una fije sus propios criterios. Ahora pregunto yo, y sé sincero: ¿con quién te jugarías la salud y el empleo, con Sánchez o con Feijóo? ¿Con Illa o con Urkullu? ¿Con Calvo o con García Page? ¿Con Redondo o con Vara? ¿Con Iglesias o con Juanma Moreno? Y no, no vale el comodín de largarte al extranjero…».