El sistema político español está lleno de imperfecciones y de matices, es decir, todo lo que hay se puede matizar e incluso se podría cambiar. Pretendo poner de manifiesto que si se cambiaran algunas cosas, o se modificaran, seguramente las imperfecciones y los matices seguirían presentes. No conozco ningún sistema político en el mundo que sea perfecto. Se pueden cambiar cosas, podemos ver los defectos que tiene el nuestro. Si lo cambiáramos volverían a aparecer imperfecciones, desafecciones, dudas y matices.
A partir de 1978, con la aprobación de la Constitución, España se convierte en un estado plural y descentralizado. El modelo alemán fue la inspiración de los constituyentes, con una diferencia que no es gratuita. El modelo alemán fue la consecuencia de la imposición de los tanques norteamericanos; el modelo español fue la consecuencia del pacto entre los ganadores y los perdedores de la Guerra Civil. El modelo centralista y dictatorial nos fue impuesto. En el democrático somos los ciudadanos los que decidimos.
Sin partidos políticos no existe la democracia. No se conoce ningún sistema donde, sin partidos políticos, exista democracia. Se han inventado muchos modelos: el comunismo, el fascismo, el nazismo, el corporativismo, el autoritarismo militar… que se dieron en Europa en el siglo XX. Son formas alternativas de legitimación antidemocrática, pero ninguno de ellos es un sistema democrático.
Soy partidario de reformar la Constitución, fundamentalmente para introducir la sociedad digital. La realidad virtual no existe en la Constitución de 1978
Desde el Estatuto de Bayona de 1808 hasta la Constitución de 1931, nuestro país se había convertido en una trituradora de Constituciones. Las Constituciones duraban lo que un caramelo a la puerta de una escuela. En 1978 aspirábamos a hacer una Constitución, que fuera de todos, para todos y que durara. La estabilidad política del país reside en que haya una Constitución que sea de todos, para todos y que dure. ¿Se debe reformar? Soy partidario de reformar la Constitución, fundamentalmente para introducir la sociedad digital. La realidad virtual no existe en la Constitución de 1978.
Durante 40 años se ha venido denunciando que el sistema electoral español era un sistema hecho expresamente para el PSOE y el PP, para que gobernara siempre uno u otro. En las dos últimas elecciones se demostró que era mentira. La aparición de Podemos y Ciudadanos acabó con el bipartidismo. ¿Por qué no puede haber dentro del mismo espectro más alternativas? Si voto PP pero me decepciona, podía votar a Ciudadanos o a Vox, pero no me voy a la otra cara de la moneda. Entiendo que hubiera gente que pidiera el fin del bipartidismo porque el bipartidismo provoca la paradoja de que, si no te gusta el partido al que votas, no tienes otra opción. Teóricamente, el multipartidismo es mucho mejor y más democrático. Si voto PSOE y me decepciona puedo votar a Podemos o a Sumar. Paradójicamente cuando llegó el multipartidismo también reinó la decepción. El multipartidismo genera mayorías minoritarias y, por lo tanto, acuerdos para formar gobiernos. El bipartidismo permite controlar el programa electoral pero no deja espacio para votar opciones distintas dentro del mismo espectro ideológico; el multipartidismo permite votar opciones distintas, pero impide que se controle el programa electoral del gobierno.
No en un pueblo pequeño, pero en Madrid, donde se presentan cincuenta y tantos en una lista electoral, seguramente, saldrá elegido aquel que quieraABCoEl País,La Cope o laSer
En las listas cerradas y bloqueadas decide el partido. Hay opiniones contrarias a ese sistema: «¿Por qué no son listas abiertas y desbloqueadas, que yo pueda tachar a quien quiera y pueda poner la cruz en el que me dé la gana?» ¿Eso es más democrático? Aparentemente, sí. Y digo aparentemente, porque podemos dejar la selección de candidatos, no en mano de los votantes, sino en manos de los grupos económicos y mediáticos. No en un pueblo pequeño, pero en Madrid, donde se presentan cincuenta y tantos en una lista electoral, seguramente, saldrá elegido aquel que quiera ABC o El País, La Cope o la Ser, o un empresario que tiene unos terrenos pendientes de recalificar y va a apostar fuerte y económicamente por un candidato a concejal que estaría dispuesto a recalificarlos. Cuidado con los sistemas electorales en donde, aparentemente, la democracia brilla más, porque es posible que se deje la elección de unos, y no de otros, no en manos de los aparatos del partido ni en mano de los militantes, sino en manos de los grupos económicos y de los grupos mediáticos.
No existe una clase política que esté ahí por haber ganado unas oposiciones. Se les puede quitar. Es el único grupo que está sometido a la voluntad de los ciudadanos. Se habla de “nuestros políticos” como se habla nuestros hijos. Nuestros hijos son para siempre, sean buenos o malos, listos o torpes, honrados o corruptos. Pero nuestros políticos, no. Se les puede echar. Para eso hay que acudir a votar. Como dijo el dramaturgo George Jean Nathan: “Los malos gobernantes son elegidos por los buenos ciudadanos que no votan”. Los jóvenes que pasan de la política son aquellos que creen que tienen resuelto su futuro cualquiera que sea el régimen político, democracia o dictadura, cualquiera que sea la opción política que gobierne. Siento decirles que están equivocados. La incertidumbre es la seña de identidad de la sociedad actual.
PS.: Si Vinicius se pareciera a quienes le llamaron mono, no hubiera conseguido llegar a ser uno de los mejores futbolistas del mundo ni fichar por el Real Madrid. A lo más que hubiera llegado habría sido a ser un cobarde amparado en la multitud, a un papagayo sin apenas cerebro y a un racista fracasado. ¡Qué suerte tiene Vinicius de no parecerse a ellos!