CRISTINA LOSADA
No sé qué deparará el debate entre los candidatos a las primarias del PSOE del próximo lunes. Pero tengo alguna idea de qué ha deparado el debate que tuvieron portavoces de las tres candidaturas en el diario El País. Lo he visto. Óscar Puente, alcalde de Valladolid, por Pedro Sánchez. Juan Segovia, diputado de la Asamblea de Madrid, por Susana Díaz. Rafael Simancas, diputado del Congreso, por Patxi López. Una hora y doce minutos estuvo el trío en el toma y daca. La mayor parte de los setenta y dos minutos la dedicaron al intercambio de reproches y acusaciones. Del lanzamiento de dardos se autoexcluyó Simancas, que quería hablar de su libro, aunque no tuvo mucho éxito. ¿Proyectos políticos? Buena pregunta.
Por el portavoz de Pedro supe que éste se encuentra en el paro. Por coherencia. Por el de Susana, que hay que mirar cuál es el balance de cada candidato y que el de la presidenta andaluza es el mejor. Por el de Patxi, que hay que resolver dos grandes problemas: la división interna y la desorientación estratégica. También me enteré, aunque no es novedad, de que se ha llamado «mafia» a la gestora. De que Pedro es un veleta. De que Susana y los suyos derrocaron al secretario general, o sea, a Pedro. De que Podemos no es sólo Pablo Iglesias. De que a los actos de Pedro va gente de fuera del partido, que está muy bien. De que Susana ha facilitado el gobierno de «esta derecha». De que hay que huir de que al PSOE lo llamen PPSOE. De que el debate no es malo ni es malo apasionarse en el debate. De que hay que acabar con los avales e ir a unas primarias con segunda vuelta. De que Pedro no estaba por eso antes.
Mi momento preferido del debate fue el momento Anson. Si Simancas fue a hablar de su libro, que era la unidad, Óscar Puente, el de Pedro, llegó con una columna de Luis María Anson debajo del brazo, como el pan de Umbral. ¿Qué ha pasado, se preguntó, para que Anson y Felipe González coincidan en algo? La coincidencia maldita era que Anson había pedido el voto para Susana en una columna. ¡Anson, el que organizó aquellas campañas contra el Gobierno de Felipe! Mal asunto, la coincidencia. Malo que a Susana la respalde alguien como Anson. La derecha. Y entonces contraatacó Juan, el de Susana: resulta que Anson había pedido el voto para Pedro, cuando aquellas otras primarias. Empate. Fin de la cita. Para el columnista Anson habrá sido bonito comprobar que tiene lectores. Lectores socialistas.
No quisiera ridiculizar el debate de los tres portavoces. Imagino un debate, que no habrá, entre los portavoces de Sáenz de Santamaría, Cospedal y, pongamos, Núñez Feijóo. Es duro esto de las primarias. Es duro que se vea que un partido no debate de política desde hace qué sé yo cuánto. Y que, al fin y muy al final, cuando toca hablar un poquito de propuestas, la cosa, como en este debate, se sustancie con «renunciar a la agenda neoliberal», tener «un proyecto reconocible» y «ser quien somos», como en lo de Celaya, o la idea feliz de que tenemos que crear buenos empleos y para eso hace falta un nuevo Estatuto de los Trabajadores y uno a nivel europeo. Bueno, también se dijo que «en Francia y Holanda estamos viendo los problemas [de la socialdemocracia] y en Portugal, las soluciones». ¡Hombre, alguien que se acuerda de Portugal! Y hubo condena unánime de Manuel Valls, por pasarse a Macron. Una indecencia. Lamentable. Mucho espíritu de partido. Unidad, mucha unidad. Unidad, sí, pero ¿para qué?, preguntó uno de ellos. No se respondió.
Clave interna. Clave militancia. Clave equivocada. Lo primero que deberían tener claro los socialistas es que sólo están hablando para ellos mismos. Y que, más allá de sus asuntos internos, no tienen de momento nada nuevo que decir que no hayan dicho estos últimos, y para ellos desastrosos, años.