Jon Juaristi-ABC

  • Sería muy interesante saber por qué España se convirtió tan fácilmente en coto de caza de asesinos en serie extranjeros como Parot

Me jubilé como catedrático de universidad el pasado 31 de agosto. Esta semana he mantenido una conversación sobre ETA y la universidad con una joven historiadora que prepara una tesis doctoral sobre ese asunto. Y, la verdad, no sospechaba que ambas cosas, ETA y la universidad, me iban a parecer ya tan lejanas.

Fui profesor de la Universidad del País Vasco hasta 2005, año en que accedí a una cátedra en la de Alcalá. Mis recuerdos de la primera de ellas son ambiguos. Conocí profesores admirables, que plantaron cara a ETA y a sus organizaciones ancilares en la universidad; también a estudiantes y miembros del personal de administración que se enfrentaron con verdadero coraje a estas últimas. No fueron representativos de las mayorías de sus respectivos estamentos, pero tampoco los abertzales eran los más numerosos, aunque sí los que más ruido metían y los que más amenazaban a sus colegas. Se comportaban como una mafia y hubo rectores que les lamieron las botas con verdadera delectación. Uno de los casos más escandalosos, si no el más, que presencié en mis años de profesor en la UPV fue la anulación del dictamen de una comisión de contratación, para imponer en una plaza de profesor al candidato de Herri Batasuna en lugar del seleccionado legalmente. El de Herri Batasuna, que no tenía ni la tesis, era uno de los principales ideólogos de la banda. Se ha jubilado sin pena ni gloria. El entonces ‘anulado’ por un rector cobarde es hoy uno de los académicos más importantes en su especialidad, no ya solo en la Universidad del País Vasco, donde sigue en activo como catedrático, sino en todo el mundo, y no exagero. Los abertzales argumentaron entonces que el seleccionado no era vasco de nacimiento, y el rector, que tampoco lo era, se apresuró a contentarles. Es cierto que he visto en Alcalá y en mi propio departamento bribonadas formalmente muy parecidas, pero sin las connotaciones profundamente criminales del caso que comento.

Desde la Universidad del País Vasco se apoyó a ETA, pero también se resistió. Hubo profesores terroristas y colaboradores de los terroristas, y otros asesinados por los terroristas. Los primeros siguen en sus puestos; los últimos, obviamente, no. La universidad vasca no fue tan distinta de la sociedad vasca en su conjunto.

Sería muy interesante saber por qué el país vasco y España en general se convirtieron en coto de caza para asesinos en serie extranjeros como el francés Parot. Hay películas sobre grupos de cazadores de países ricos que van de safari humano por países pobres: la brasileña ‘Bacurau’ (2019), de Kleber Mendonça, por ejemplo. El caso de Parot no es muy distinto, salvo en el número de españoles que asesinó: muchos más que los muertos de la película. Y todavía hay cientos de miles de abertzales, bien representados en las Cortes del Reino, que lo adoran. Y, en fin, también tenemos a Marlaska y a su ‘boss’, por si fuera poco.