Juan Carlos Viloria-El Correo

  • Ultraderecha e izquierda ‘progre’ coinciden en que se deje abandonada a Ucrania

Cada vez surgen más patriotas. ‘America first’ (EE UU primero) de Donald Trump; ‘Ucrania es Rusia’, de Vladímir Putin. Y, ahora, ‘Patriotas por Europa’, de Viktor Orbán, al que se ha sumado el Vox de Abascal. En su toma de posesión como presidente del nuevo movimiento de partidos nacionalistas de extrema derecha, el líder de Vox cayó en la contradicción de afirmar como eslogan de su mandato «haremos Europa grande otra vez». Remedo del clásico trumpista «Make America great again». Sin reparar, o quizás sí, en que la suma de patriotismos es precisamente lo contrario. Hará Europa más pequeña, débil y dividida.

El grupo parlamentario europeo que suma a derechistas radicales de Hungría, Austria, Chequia, Francia, España o Italia, y que con 86 diputados es la tercera fuerza detrás del PPE y de los socialistas, supone el cambio más importante en la institución continental después de las elecciones de junio. Ha unido a una derecha nacionalista hasta ahora dispersa, aumentando considerablemente su influencia en la Eurocámara, y una de sus primeras actuaciones para marcar territorio fue votar en contra de una resolución de apoyo a Ucrania. Lo llamativo es que su argumentario para justificar el abandono de los ucranianos en manos de Moscú es el mismo que el de la izquierda ‘progre’: «Estamos contra la guerra».

El ascenso de Patriotas es un riesgo para Europa y Ucrania, en la medida en que los partidos que lo integran son claramente pro-Trump y pro-Putin, ambos antieuropeos. Un ideario centrado en la defensa de políticas migratorias restrictivas, la protección de la familia tradicional, de la identidad nacional, de la tradición cristiana y de la libertad y la dignidad no parece más que una coartada política para justificar el llamamiento a lo que se ha denominado ‘derecha destructiva’ liderada por el húngaro Viktor Orbán y el movimiento nacional agresivo de Alternativa por Alemania (AFD). Fuerzas destructivas de la UE, porque llamarlos euroescépticos es un eufemismo. El objetivo es reforzar las fronteras, destruir el espíritu de la unión y de la ciudadanía europea. Un movimiento reflujo de la tendencia de Europa como patria de los ciudadanos. Y no se puede minusvalorar porque tiene grandes recursos para acompañar el refuerzo de esa alianza. Para muchos analistas, el riesgo es inmenso. Como contrapunto a esta derecha destructiva está el resurgimiento de un movimiento postpopulista que podría encarnar Giorgia Meloni, que se ha desmarcado de la derecha nacionalista de Hungría, el germen de los Patriotas.