ALBERT RIVERA-El Mundo
El líder de Cs destaca el valor de la manifestación del pasado domingo, pide al presidente del Gobierno que escuche a los ciudadanos y distancia a su partido del bipartidismo del pasado que representan PP y PSOE
Su escapada ha terminado. Podrá seguir resistiéndose a asumir la realidad y negando la voz al pueblo español un tiempo más, con ese pavor que le tiene a las elecciones que él mismo prometió convocar «cuanto antes», pero el espíritu de Colón no solo seguirá muy presente sino que vaticino que no parará de crecer mientras Sánchez siga rechazando poner las urnas. Y más aún si continúa negociando privilegios y prebendas con los separatistas que dieron un golpe a nuestra democracia, poniendo la economía en manos de Pablo Iglesias y hundiendo el prestigio de España en el exterior. Lo único que puede lograr es aplazar lo inevitable y seguir engordando la marea de dignidad y patriotismo que el domingo llenó el centro de Madrid.
Lo defendí ese día y lo escribí en este mismo diario hace unos meses: hay una inmensa mayoría de españoles que no acepta ni una concesión más al independentismo. Tras 40 años de pactos del bipartidismo con los nacionalistas, por los cuales PP y PSOE les han dejado campar a sus anchas en Cataluña y el País Vasco a cambio de tener su apoyo en el Congreso, una mayoría social dijo «basta» con el golpe de octubre de 2017. Aquel intento de destruir nuestra democracia, cuyo juicio a los responsables comienza hoy, tuvo la virtud de unirnos a los españoles orgullosos de nuestra nación. Y somos muchos más que los que reniegan de ella.
Después de muchas dudas y ambigüedades, el PSOE también acabó apoyando la aplicación del 155 en Cataluña, pero el afán de Sánchez por el poder destrozó aquella alianza de los constitucionalistas, surgida al calor de las históricas manifestaciones de Barcelona y tras el decisivo y nítido mensaje del Jefe del Estado en defensa de la Constitución y la nación. El pacto de Sánchez con populistas y separatistas para acceder a La Moncloa por la puerta de atrás ha apartado definitivamente al PSOE del bloque constitucionalista y ha dado un balón de oxígeno a Torra, Puigdemont y compañía, comprometiendo con su irresponsabilidad el futuro de España. Pero es un mero paréntesis que los ciudadanos cerraremos el día que nos dejen votar. Un paso atrás para tomar impulso.
De hecho, ya comenzó a cerrarse en Andalucía, en la primera ocasión que tuvieron los ciudadanos de manifestarse sobre la alianza Sánchez-Iglesias-separatistas. Aquel revés al sanchismo acabó con 37 años de gobiernos socialistas en la Junta. Si eso ha ocurrido en el gran bastión del PSOE, ¿qué no ocurrirá en el resto de España? Tenemos por delante un horizonte de oportunidades e ilusión que debe servir para relanzar nuestro proyecto nacional, pasar definitivamente la página del bipartidismo y sus componendas con el nacionalismo y llevar a cabo las reformas que nuestro país necesita.
El mejor camino para hacerlo es más liberalismo, más patriotismo y más proyecto de futuro. En sintonía con esa España mayoritaria que no quiere bandos ni sectarismos, sino unión; esa España que no quiere privilegios para nadie, sino solidaridad entre compatriotas. Que quiere que su nación permanezca unida precisamente porque esa es la forma de garantizar la igualdad, como explicó hace unos días Alfonso Guerra en un memorable repaso intelectual a Sánchez.
Los españoles no se merecen un presidente del Gobierno dispuesto a humillarse y a humillarnos ante los separatistas cada vez que necesita una prórroga de su apoyo para seguir en La Moncloa. El mandato de Sánchez ha dejado algunas de las estampas más lamentables de la democracia: la purga del abogado del Estado que se negó a trabajar para los golpistas; la cumbre con Torra en Pedralbes dando honores de jefe de Estado a un fuera de la ley que nos llama a los españoles «bestias taradas»; o esta última concesión del mediador en una mesa de negociación paralela al Parlamento que Sánchez estaba dispuesto a hacer a los independentistas antes de que comenzara a tomar forma la ola de dignidad contra sus claudicaciones. El espíritu de Colón que le ha dejado temblando y ha dado la puntilla a su mandato.
Ese será el catalizador que permitirá dejar atrás muy pronto la etapa Sánchez. Dejar atrás los brindis del partido en el gobierno con Otegi en Nochebuena, los escupitajos consentidos de ERC a un ministro España, la humillación de sentarse a pastelear con quienes defienden que nuestra democracia es una dictadura y la Policía y la Guardia Civil cuerpos represores, el discurso de que ciertas partes de España (Alsasua, Vic, Girona…) no deben ser pisadas por los constitucionalistas… Todos esos atropellos que marcan este triste y nocivo paréntesis en la historia de nuestro país en que el Gobierno está permanentemente cediendo al chantaje de los separatistas porque solo así puede asegurarse el sillón de La Moncloa.
TENEMOS GRANDES RETOS y a la vez grandes oportunidades por delante. Urge un pacto nacional por la educación que solvente las graves carencias del sistema y otro de lucha contra la corrupción para eliminar privilegios políticos, despolitizar los reguladores, garantizar la independencia de la Justicia o cambiar el sistema electoral. Necesitamos un nuevo mercado laboral para introducir un modelo de flexiseguridad que permita crear empleo de calidad, erradicar la temporalidad y tener unas pensiones dignas. Hay que fomentar la natalidad y la conciliación para garantizar el futuro de España. Debemos seguir trabajando por la igualdad real, combatir la brecha salarial, luchar contra la violencia machista o proteger los derechos de las personas LGTBI, entre otras importantes cuestiones. Tenemos que liderar a los demócratas en la batalla global contra nacionalismos y populismos, recuperar protagonismo en Europa, acompañar la defensa de los derechos humanos y la libertad en América Latina…
Los desafíos son muy grandes y no hay tiempo que perder. Frente a Sánchez y Casado, que prefieren reabrir continuamente debates del pasado como Franco o el aborto, emerge la España de los libres e iguales que miramos al futuro, queremos que nuestro país aborde unido los desafíos del siglo XXI y vamos a reconstruir los puentes entre constitucionalistas. Una España que a pesar de todo quiere recuperar la autoestima y la ilusión, como vimos en Colón. Una España que clama por lo más esencial de una democracia: votar y decidir su futuro en las urnas.
Albert Rivera es presidente de Ciudadanos.