El presidente podía haberse limitado a decir que su gobierno hablará con ETA para tratar del abandono incondicional de la violencia. No habría mucho que objetar. Sin embargo, sabemos que el Gobierno se reunirá con ETA, pero no para qué, aunque sí que es partidario de que sólo los representantes políticos aborden las cuestiones políticas. Pues faltaría más.
El presidente Zapatero reconvirtió ayer la anunciada petición de permiso en sede parlamentaria -otro truco- para dialogar con ETA en una declaración de inicio del diálogo perdida entre lugares comunes, solemnes contradicciones, concesiones políticas al nacionalismo y diversos anacolutos válidos tanto para un zurcido como para un planchado.
El presidente podía haberse limitado a decir que su gobierno hablará con ETA para tratar del abandono incondicional de la violencia. No habría mucho que objetar. Pero no es esto lo anunciado. Recordemos el mensaje: «El Gobierno va a iniciar un diálogo con ETA manteniendo el principio irrenunciable de que las cuestiones políticas sólo se resuelven con los representantes legítimos de la voluntad popular.» El hecho es que aquí falta expresamente la finalidad de dialogar para obtener la disolución de la banda, y se cierra la frase con un tópico sobre la representación de la voluntad popular. Una especie de sátiro u hombre-cabra que surge de pegar en una sola parrafada dos enunciados que no se siguen lógicamente. Así que sabemos que el Gobierno se reunirá con ETA, pero no para qué, aunque sí que el Gobierno es partidario de que sólo los representantes políticos aborden las cuestiones políticas. Pues faltaría más.
En el resto de la declaración se deslizan compromisos inaceptables. Por ejemplo, que «prácticamente» ya han desaparecido las acciones violentas. No es verdad: siguen activas la extorsión económica y la kale borroka, y Batasuna (y antes ETA, claro está) ha advertido que no piensa condenarlas… ni pararlas. También ha dicho Zapatero que el Gobierno respetará todas las leyes -faltaría más, de nuevo- y mantendrá la Ley de Partidos, aunque piensa conculcarla en la reunión del PSE con Batasuna. El alejamiento entre palabras y acciones avanza otro trecho: mantener una ley no significa hacerla cumplir, sino simplemente que siga en el BOE. También está la tópica referencia a la «unidad» en el proceso. En esto, al menos, no engaña Patxi López cuando dice que se debe prescindir del PP.