Confiar en el debate que pudiera haberse iniciado en el mundo abertzale, tal como hacen los nacionalistas y la tonta inflorescencia de la izquierda que con tanto tesón riega Madrazo no va a llevar a ningún resultado práctico. Incluso en esa bendita ilusión, hace falta la pedagogía que ayer mostraba el ministro del Interior y los hechos que la sostienen.
Ni los más empecinados de sus adversarios le discutirán a Rubalcaba una muy arraigada vocación docente. Tras la detención de dos etarras en un zulo al que acudieron para obtener dinero en Francia, la policía portuguesa detuvo a otra pareja que escapó a un control de la Guardia Civil en tierras zamoranas y había conseguido pasar la frontera.
Es la segunda vez que se detiene a etarras en los zulos a los que tarde o temprano vuelven, ignorantes de que están controlados por la Guardia Civil. El 11 de octubre habían sido detenidos otros dos en las proximidades de Montpellier. El ministro compareció ayer para explicar la doble acción policial y dijo que «cuando vayan a un zulo, se encontrarán con las Fuerzas de Seguridad y cuando vayan por la carretera, las Fuerzas de Seguridad estarán esperándoles».
Rubalcaba sabe que la pedagogía descansa en la mecánica de la repetición. Es importante que el docente repita los conceptos y que los novicios repasen los experimentos y las lecciones. El ministro también explicó que hay una comunidad de saberes entre los cuerpos de Seguridad y la banda terrorista: «Sabemos en lo que está ETA y ETA sabe en lo que estamos nosotros». Esto está muy bien porque despeja malos entendidos. No parece, sin embargo, que las dos acciones policiales, resueltas ambas de manera satisfactoria, puedan valorarse igual a efectos pedagógicos. Es inevitable que la operación de Francia introduzca entre los terroristas un factor de inseguridad: «¿Cuántos de nuestros zulos estarán controlados por los pikolos?», se preguntarán con cierta angustia, cada vez que tengan necesidad de suministro.
Lo de Zamora no parece equiparable. Parece evidente que algo en aquella furgoneta hizo recelar a los agentes que la pararon, pero el factor sorpresa del que se valió el conductor para empujarles y salir huyendo con el coche de la Guardia Civil no casa con la hipótesis de que aquellos sospecharan que tenían frente a ellos a un terrorista; habrían estado más precavidos.
Sin embargo, vale la repetición. El 29 de febrero de 2004 fueron detenidos en Cuenca Irkus Badillo y Gorka Vidal, que ya actuaban como la pareja portuguesa, el primero como lanzadera. A finales de junio de 2007, dos semanas después de que ETA diera por cerrado oficialmente el proceso de paz, las Fuerzas de Seguridad se hicieron con un coche cargado de explosivos abandonado por ETA.
Son estas repeticiones las que pueden inculcar en los terroristas un concepto elemental: han perdido su guerra y la continuidad sólo supondrá más detenciones y una profundización de la derrota. Confiar en el debate que pudiera haberse iniciado en el mundo abertzale, tal como hacen los nacionalistas y la tonta inflorescencia de la izquierda que con tanto tesón riega Madrazo (el tiempo de la violencia está agotado por sí mismo, Batasuna romperá con ETA y ETA dejará las armas, etc.) no va a llevar a ningún resultado práctico. Incluso en esa bendita ilusión, hace falta la pedagogía que ayer mostraba el ministro del Interior y los hechos que la sostienen. Hay que repetir los conceptos para que calen. Especialmente después de un proceso de paz. A Dios rogando.
Santiago González, EL MUNDO, 11/1/2010