El balance de fin de año de los presidentes socialistas, es el momento cumbre de su pérdida de respeto a la verdad. Recordemos aquel 29 de diciembre de 2006 en el que José Luis Rodríguez Zapatero anunció su «convicción» de que en la lucha contra el terrorismo «hoy estamos mejor que hace un año, pero dentro de un año estaremos mejor». Faltaban 20 horas para que ETA volara la Terminal 4 de Barajas, asesinando a Diego Armando Estacio y Carlos Alonso Palate.
Ayer le tocaba a Pedro Sánchez, que es de la misma ganadería, pero cuya falta de respeto por los hechos es más universal, casi oceánica, en una magnitud que solo admite parangón con su ignorancia, todo ello modulado con ese tono engolado y lamerón que ha convertido en marca de la casa y con el que desliza las mentiras más gordas de su repertorio. Ayer, como suele, no dijo una verdad. Como sería la cosa que por mera comparación, la portavoz del PP, Cuca Gamarra, de la que no soy partidario acérrimo, parecía Demóstenes. Cada vez que la veo me resulta inevitable preguntarme cómo sería el espectáculo si en su lugar estuviese Cayetana. Pero hizo de portavoz la portavoz y no lo hizo mal, salvo por el arranque en que confesó su ‘decepción’ por el discurso de Pedro Sánchez. Hombre, mujer, si hay algo que se puede destacar en Pedro es que él nunca decepciona y Cuca destacó sus grandes momentos. Por ejemplo, que anunciase ayer la eliminación del IVA para los productos básicos, una medida que le había sugerido Feijóo hace exactamente tres meses, el 27 de septiembre pasado y que ni siquiera le agradeció.
Como la derecha tiene su corazoncito, se dolía Cuca Gamarra de que lejos de agradecer el consejo, el psicópata se empleó a modo para acusar al partido de la oposición y a su líder de seguir igual que con Casado, incumpliendo flagrantemente la Constitución, ya tengo escrito que para el okupa de La Moncloa la Constitución tiene un solo artículo, según el cual es obligatorio el nombramiento de los vocales del CGPJ con los cargos prorrogados. También acusó al partido de la oposición de amordazar al parlamento. Ningún partido ha recibido tantas desautorizaciones del Tribunal Constitucional como el PSOE de Sánchez: dos estados de alarma, el cierre del Congreso y los nombramientos para RTVE y el CNI de Rosa Mateo y Pablo Iglesias.
Además, el sanchismo acusó de dar un golpe de Estado al principal partido de la oposición y al propio Tribunal Constitucional, esa cuadrilla de Tejeros con toga por estimar las medidas cautelares pedidas por el PP por ver vulnerados los derechos de los diputados de la oposición. Cuca Gamarra recordó muy justamente el Código Penal a la medida de sus socios delincuentes, la eliminación del delito de sedición, el abaratamiento penal de la corrupción, las rebajas de las condenas para los delincuentes sexuales beneficiados por la ley Sisí, que ya suman 130 y la sistemática desobediencia a los tribunales de los colegas de Sánchez que se niegan a permitir que a los escolares catalanes se les escolarice en la lengua del Estado. Pero él se ha erigido en el pretoriano de la Constitución, aunque su socio catalán ya ha anunciado referéndum para 2003 y Sánchez tiene demasiada mentira en el morral para creer una sola vez en su palabra.