Los resultados de Illa y de Junts en Cataluña, extrapolándolos a nivel nacional, podrían darle a Sánchez un aumento entre 5 y 8 diputados, quitándose así de encima al siempre molesto Puigdemont
Pedro Sánchez podría ser la imagen viva del marxismo en la actualidad. Ojo, no se rasguen las vestiduras los adeptos al querido líder, me refiero al gran Groucho Marx y su famosa cita satírica de “Estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros”. Los cambios de opinión del presidente quedarán para la posteridad, por mucho que le pese, será recordado por el cinismo aplicado a la política, por la adecuación de la acción política a sus intereses, por el deterioro de unas instituciones públicas puestas al servicio de un interés privado, en este caso para facilitar la continuidad en el poder de una persona, pese a quién pese, caiga quién caiga, se destruya (civilmente) a quién ose contradecir al líder.
Con todo esto de la nueva, dañina e innecesaria claudicación ante un separatismo en horas bajas, me gustaría empezar con lo evidente, con lo que duele y consigue una legión de plañideros cuyas quejas y lamentos tienen utilidad, medida en las posibilidades para acabar con la deriva populista, que tiende a cero. Pues bien, más allá del efecto terapéutico, la realidad sigue siendo que el “sanchismo” sigue controlando el tiempo y el relato. El resto, como el ejército francés frente a los tanques de Guderian, tenemos magníficas respuestas que siempre llegan tarde o, simplemente, solo sirven para fortalecer la estrategia del populista Sánchez.
Ese control narrativo lo vemos en cómo sabe aprovechar las oportunidades y el momento. La negociación y cierre del acuerdo con ERC ha sido extrañamente rápido para los cánones dilatorios que se manejan habitualmente en Cataluña. Los socialistas han sabido interpretar la debilidad de los republicanos y aprovechar el cierre de un pacto como el fiscal en un agosto cuando, al ser periodo estival, el daño en la imagen y reputación es inferior por la menor presión mediática. Por otro lado, Tanto el PSOE como ERC necesitan tiempo para recomponer sus filas, cada uno por sus motivos, los de ERC por interiorizar la muerte del “prusés” y los socialistas por los líos judiciales del presidente y su “círculo íntimo”.
Este “patadón para adelante” podría explicarse por la necesidad de tiempo, de recomposición, de cálculo electoral, de un previo avance electoral que deje en papel mojado el acuerdo, quién sabe
Por otro lado, si leemos el “acuerdo” vemos cómo Sánchez hace de Sánchez, emana ese trilerismo negociador que es una de las esencias de esto del “sanchismo”. Un tema tan nuclear como dar la llave de la caja a quienes quieren acabar con tu país e imponer una especie de totalitarismo iliberal en Cataluña, lo envías hacia 2025, 2026 y 2027. Este “patadón para adelante” podría explicarse por la necesidad de tiempo, de recomposición, de cálculo electoral, de un previo avance electoral que deje en papel mojado el acuerdo, quién sabe. Tal y como está el momento político nacional, todo esto parece responder a lo de siempre, ambigüedad controlada asumiendo riesgos y pagos que trascenderán a Sánchez y el “sanchismo”.
Pero tenemos más excusas para la flagelación y la frustración del “anti-sanchismo”. Algo tan trascendental como lo acordado por Sánchez, que desborda el marco constitucional, asume una especie de cambio en el modelo de Estado por la puerta de atrás, ha sido decidido por unos centenares de exaltados en la asamblea de ERC. Pero esto ya pasó con los indultos, estamos ante la imposición de una micro-minoría frente a una gran mayoría. Es lo contrario de lo que las mínimas normas de cultura democrática dicen, parece que esa lógica tan catalana de ciudadanos de primera y de segunda, todos aquellos que no claudican con los postulados totalitarios del nacionalismo haya traspasado el Ebro e impregnado toda la política desplegada por Sánchez y los suyos.
Naturalmente, todo este movimiento, toda esta espiral de cesión/claudicación, no responde a ningún modelo o estrategia más allá del interés del presidente. Cualquier cantinela para justificarlo solo es una pieza más del cinismo desplegado por el gobierno. La realidad es que, en el momento de menor apoyo social, el separatismo está logrando sus mayores victorias. Hay que hablar claro, si Pedro Sánchez (el marxista de Groucho) no tuviera la necesidad del apoyo del separatismo, nunca habría concedido indultos, amnistías, ni la cesión de la caja a la Generalitat. Todo lo que se diga, como se explique, es falso. Una pequeña pista, la cara de Salvador Illa en la explicación pública del acuerdo, el lenguaje no verbal, muchas veces, es atronador.
Page, para Sánchez, es como el “Gran Blanqueador” del socialismo, actúa (quizás sin saberlo) como esa esperanza que oculta o matiza el “periodo populista” que está desplegando el socialismo patrio
Y, ahora, vamos a lo que creo importante, dejando de lado la frustración y la espiral reactiva. Quiero empezar por la reacción del “partido socialista” frente a este último capítulo de desmontaje de la democracia del 78. Siempre se destaca al presidente de Castilla la Mancha, a Page como el adalid del “verdadero socialismo”. Sin embargo, en el momento de la verdad, en el Congreso de los Diputados, todos los diputados socialistas votan uniformemente lo que dice el querido líder, lo aplauden con ardor y con un acompasamiento que podría competir con los compromisarios del Partido del Trabajo de Corea (del norte, claro está). Page, para Sánchez, es como el “Gran Blanqueador” del socialismo, actúa (quizás sin saberlo) como esa esperanza que oculta o matiza el “periodo populista” que está desplegando el socialismo patrio.
Una cuestión interesante es la profunda insolidaridad que demuestra Pedro Sánchez con todas estas políticas. Otro de los títulos del presidente podría ser el de Pedro el Insolidario. Que la izquierda asuma postulados casi preilustrados como que son los territorios los que pagan impuestos entra en colisión con los mínimos principios democráticos. Esta visión organicista, muy propia de los movimientos populistas, nacionalistas y fascistas, entran en colisión con la idea de que es en la persona, en el ciudadano, donde recaen los derechos y obligaciones. Porque, si son los territorios los sujetos de fiscalidad ¿con qué parámetros delimitamos dichos territorios? Las respuestas que nos da el separatismo serían muy parecidas a las que se daban durante el periodo de entreguerras, todo da, así como miedito. Y, cabría preguntarse, bajo la lógica de “infrafinanciación”, ¿por qué no hacer lo mismo entre el barrio de Pedralbes y los de Nou Barris? Lamentable, pero esto es lo que defiende el líder de la izquierda nacional.
Puigdemont está en una tesitura compleja y, por eso necesita liarla como sea, básicamente pasar de ser un “presidente en el exilio” a un diputado raso en un parlamento regional puede acabar con su proyecto personal y político…
Aquí quiero tratar un tema interesante, la situación de Puigdemont y eso que llaman Junts. Para los objetivos de Pedro Sánchez, el huído es una especie de molestia continua para sus objetivos e intereses, ya saben, perpetuarse en el poder. El gerundense es un tipo tan desequilibrado como resabiado, sabe cómo juega el presidente del Gobierno, también tiene claros sus intereses, intereses que son tan particulares como los de Sánchez. Puigdemont está en una tesitura compleja y, por eso necesita liarla como sea, básicamente pasar de ser un “presidente en el exilio” a un diputado raso en un parlamento regional puede acabar con su proyecto personal y político…Si ven la articulación en el tiempo de este acuerdo con ERC, parecería ser un dilatamiento para que Sánchez recomponga filas ante una convocatoria anticipada de elecciones generales. ¿Por qué digo esto? Por supuesto no porque crea que Sánchez haya sufrido una especie de epifanía democrática, sino porque, si nos fijamos, los resultados de Illa y de Junts en Cataluña, extrapolándolos a nivel nacional, podrían darle un aumento entre 5 y 8 diputados quitándose así de encima al siempre molesto Puigdemont. Pero esto solo es una especulación.
Y entro de lleno en lo mollar, estamos viendo la próxima trampa narrativa que desplegará Pedro Sánchez, aquella en la que caerá una oposición tan estresada y, muchas veces incompetente, como los generales franceses que hacían frente a Guderian. El presidente ya ha lanzado el órdago de “avanzar hacia la federalización”, aviso a navegantes, este será la línea con la que despistar cualquier otro planteamiento o relato. Cabría preguntarse de dónde sale esto ahora, o ¿quién susurra al oído del presidente la palabra “federalismo”? Pues, básicamente, los del PSC. Recuerdo que algunos cuadros de ese partido, cuando hablaba con ellos en tiempos pretéritos, veían el federalismo como el bálsamo de fierabrás para solucionar todos los problemas patrios. Naturalmente, al preguntar qué sujetos políticos debían federarse caemos en la misma contradicción democrática de la que hablaba de la delimitación de los territorios para la fiscalidad.
Esta especie de adanismo identitario, si se quiere ver como una estrategia para moderar el separatismo, adolece de una premisa fundamental, en el caso catalán, el nacionalismo es de raíz esencialista y teleológica
Estas fórmulas mágicas obvian que España es un estado unitario con un muy alto grado de descentralización. No estamos frente a una especie de “velo de la ignorancia” de Rawls, no estamos ante una especie de proceso de sinecismo, España no es una fórmula coyuntural o superficial sustentadas en auténticas y milenarias naciones preexistentes. Además, esta especie de adanismo identitario, si se quiere ver como una estrategia para moderar el separatismo, adolece de una premisa fundamental, en el caso catalán, el nacionalismo es de raíz esencialista y teleológica. Para ellos, Cataluña es una nación y, axiomáticamente, debe convertirse en un Estado independiente y, eso, lo harán, cuando puedan, con un estado centralista, descentralizado, federal o confederal. Pruebas históricas tenemos, siempre ha sido así, y son movimientos que irán siempre en contra de más de la mitad de los habitantes de su región.
Para el nacionalismo, como decía, la federación será un estadio más para sus planes a medio/largo plazo, el siguiente sería la confederación que, si nos fijamos, es lo que subyace al acuerdo del PSOE con ERC, cuando esto ocurra (si ocurre porque así interesa a Sánchez) veremos cómo se despliega, a través del entramado político-mediático del “sanchismo”, la idea de que el federalismo es la solución a todo. Veremos cómo el resto de las regiones se federarán, pero, como siempre, habrá una especie de graduación: las regiones federadas y las confederadas (las actuales comunidades “históricas”). Confederadas de facto, pero no de iure, y volveremos a empezar el largo ciclo de destrucción populista de nuestro país.
El retorno de la pesadilla
No salimos del bucle, desde 1898 estamos en un ciclo de preocupante destrucción, un ciclo en el que lo único que se pone en cuestión es, como decía el inefable Zapatero que «nación es un concepto discutido y discutible”, la cuestión es que la única nación que se discute es la española, el resto de “naciones y nacionalidades” parecen estar escritas en una especie de biblia de la que nadie ha sabido nunca.
Lo más lamentable es que, después de muchos esfuerzos colectivos, de muchas penalidades y peajes personales, cuando se ha caído el armazón del relato del separatismo en Cataluña, cuando la sociedad catalana ha despertado de la pesadilla nacionalista, Pedro Sánchez y el socialismo nos han vuelto a vender, esta vez con consecuencias incalculables.