SANTIAGO GONZÁLEZ-EL MUNDO
Hay algo en la cabeza de Pedro Sánchez, en sus formas redondeadas y en su carencia de aristas que recuerda el perfil de los Toros de Guisando. Diríase que está tallado en piedra berroqueña. No era un disparo al aire el de la portavoz Celaá cuando dijo que el Gobierno era «un equipo de granito bien engrasado». Sobre el interés de engrasar una piedra berroqueña o granítica no tengo datos, como Errejón sobre la pérdida de peso de los venezolanos.
¿Puede una Conseja de Ministras corregir una sentencia del Tribunal Supremo? Montesquieu no lo vería con buenos ojos. ¿Puede el Gobierno alterar el artículo 86 de la Constitución sobre las limitaciones del decreto ley? Lo negó taxativamente el Tribunal Constitucional, en sentencia del 28 de octubre de 1997, que consideraba vulneración del citado artículo 86 «toda intervención que altere la posición del obligado a contribuir».
¿Y quién, si se puede saber, estableció el Impuesto de Transmisiones y Actos Jurídicos Documentados para que este impuesto lo pagaran los españoles en lugar de la banca, como con criterio progresista acaba de establecer el doctor Sánchez? Quién lo diría, fue un Gobierno socialis- ta, mediante Real Decreto Ley firmado por Pedro Solbes el 29 de mayo de 1995, R.D. 828.
Ese impuesto fue aumentado por gobiernos autonómicos socialistas, solos o en compañía de otros. Un suponer, en Andalucía se encargó de encarecerlo la actual ministra de Hacienda, María Jesús Montero, que lo incrementó en un 50%. Otro tanto lo aumentó el Gobierno autonómico de Valencia, con la coalición del PSPV y Compromís. También lo subió un 50% el Gobierno aragonés, presidido por Javier Lambán, que contó con el apoyo de Pablo Echenique, esa triste criatura que hoy es el activista mayor de la oposición al impuesto de las hipotecas y convocante de la manifestación contra el Tribunal Supremo mañana por la tarde. El Gobierno de Castilla-La Mancha lo ha encarecido en un 25% y el de Extremadura en un 20%.
No se trata ya de que esta cuadrilla de mentirosos y falsarios que nos gobierna se tomen licencias con su memoria de los hechos; es que han aprendido a asignar la responsabilidad sobre sus propios hechos a la oposición. Ayer vi en una tertulia televisiva al ex ministro del Interior Juan Alberto Belloch suscribir la teoría de Marlaska sobre la provocación de los constitucionalistas en Alsasua. Él, que fue ministro del Interior y en función de su antiguo cargo, debió considerar que un homenaje a la Guardia Civil era pertinente en cualquier localidad española y de manera señalada en el municipio donde una turbamulta apaleó a dos agentes de la Benemérita y a sus parejas, que estaban tomando una copa.
Aún no lo hemos visto todo. Uno está ya psicológicamente preparado para que la próxima campaña de Iván acuse a la derecha española de haber creado los GAL para hacer frente al activismo etarra, que tampoco les acaba de gustar del todo, las cosas como son. Nunca más los españoles, lo pagará la banca, anunció pomposamente el doctor Plagio. Fue preguntado por la posibilidad (con una probabilidad cercana a 1) de que la banca endosara el impuesto a sus clientes. «Espero que no. Apelo a su responsabilidad», dijo el hombre con un par y la bandera de Tafalla. O de Alsasua.