NACHO CARDERO-EL CONFIDENCIAL

Dijimos que, si Dios quería, en septiembre volvíamos a la normalidad, pero no va a ser posible. Ni en el trabajo, ni en los colegios ni en la forma de relacionarnos

Alguien le debería haber dicho al presidente Sánchez que el mejor sitio para encarar la segunda ola —la del coronavirus, se entiende— no es en traje de baño y de vacaciones. Hay ya más de 23 millones de contagios y 800.000 muertos en el mundo, con España liderando el ‘ranking’ de países con peores registros.

En las próximas horas superaremos los 400.000 casos confirmados, lo que ningún otro país europeo desde el inicio de la pandemia. Se empieza a hablar sin disimulo de segunda ola. No habrá que esperar al otoño.

De Pedro Sánchez se puede decir lo mismo que Karl Marx decía de su yerno, Paul Lafargue, autor de ‘El derecho a la pereza’, «que no era un trabajador por naturaleza, pese a su buena voluntad y sus accesos de actividad febril». Lafargue, como es sabido, propugnaba jornadas laborales de tres horas y tuvo gran influencia en el grupo de socialistas que se reunía en Casa Labra en torno a Pablo Iglesias, el ‘viejo’, para fundar el PSOE.

La pasividad contrasta con la ‘actividad febril’ de comparecencias semanales que desplegó en primavera, en los días más críticos del coronavirus

La agencia norteamericana Bloomberg ha censurado la indolencia del Ejecutivo ante el acelerón de la pandemia en una serie de artículos en los que destaca el negacionismo oficial frente a la nueva realidad española y el silencio del presidente, una pasividad que contrasta con la ‘actividad febril’ de comparecencias semanales que desplegó en primavera, en los días más críticos del coronavirus.

“En un momento en que los países necesitan un liderazgo claro, Madrid tiene demasiadas debilidades en su dirección”, sentencia Bloomberg. El PSOE y sus satélites mediáticos no han dudado en cargar contra los firmantes de estas informaciones, igual que lo hacía el Partido Popular, tanto monta, monta tanto, cuando estos mismos periodistas denunciaban los casos de nepotismo del Gobierno de Rajoy. Tras las críticas, Sánchez regresó a Madrid.

“El presidente del Gobierno se encuentra en la Moncloa desde este mediodía”, comunicaban oficialmente. “No ha suspendido las vacaciones. La fecha de regreso es la que estaba prevista”, aclaran para los muchos que muestran su extrañeza por el hecho de que alguien, sea quien sea, inicie su semana laboral en viernes. El martes se reunirá de nuevo el Consejo de Ministros y se reanudará la actividad parlamentaria, con la celebración en el Congreso de la Diputación Permanente.

Con todo y con eso, la pereza no es el único, ni mucho menos el más grave, de todos los pecados capitales que atenazan España por la crisis del covid. Nos salen pecados a cinco céntimos la docena. Al menos, hay otros seis:

1.- El quilombo de las 17 comunidades autónomas: las especificidades del modelo territorial español o, si se quiere, la falta de coordinación de la Administración central con el resto de CCAA, tanto en el estado de alarma como en la desescalada, ha supuesto una rémora en la lucha contra el covid-19.

El plan acordado en la reunión extraordinaria del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (CISNS) entre Gobierno y comunidades no solo llega tarde sino que ha hecho aguas antes de empezar por el hecho de que, según los tribunales, el Ejecutivo invade derechos fundamentales que no se pueden tocar sin decretar el estado de alarma.

2.- Un ministerio capitidisminuido: la crisis la está gestionando una cartera, como es la de Sanidad, desguazada y sin apenas competencias sobre las comunidades autónomas. El Ministerio más débil en el peor momento.

3.- ¿Quién rastrea a los rastreadores? Las autoridades se equivocaron. La segunda ola se nos ha adelantado a agosto y ha dejado claro que España, sin rastreadores y con la mitad de las plantillas de los hospitales de vacaciones, no estaba preparada para los rebrotes estivales.

Es ahora cuando se ha precipitado la contratación de rastreadores. También cuando se lanza la aplicación patria contra el coronavirus, RadarCOVID, herramienta eficaz para combatir la pandemia, pero cuya operatividad se ha dilatado en el tiempo, con trabas burocráticas y falta de coordinación entre los ministerios de Sanidad y Economía.

4.- Pinchazo del turismo: Gobierno y empresarios se han mostrado especialmente activos a la hora de transmitir la necesidad de reactivar dos de los pilares básicos de la economía española, tales que la construcción y el turismo, y salvar así el verano para poder salvar, a su vez, el país. A estas alturas, ya se puede decir que han fallado en su objetivo: España se encamina a la mayor caída del PIB que se recuerda desde la Guerra Civil.

5.- Colegios cerrados: las distintas administraciones focalizaron su interés en el turismo y poco, o nada, en los colegios, que abrirán, si abren, sin protocolo y sin medidas. “Los críos y los viejos siempre son los últimos monos”, sentencia Carolina del Olmo, escritora y especialista en crianza y enseñanza. Con los padres en vilo, nada se sabe a falta de días para el curso escolar.

Las distintas administraciones focalizaron su interés en el turismo y poco, o nada, en los colegios, que abrirán, si abren, sin protocolo y sin medidas

6.- Cultura del botellón: la propia cultura mediterránea, más laxa y menos dada al distanciamiento, ha minimizado la crisis sanitaria y propiciado el contagio. En un porcentaje relevante, los jóvenes se han mostrado displicentes. Además, están las mascarillas y su falta de uso o, mejor dicho, el mal uso que se hace de las mismas.

Dijimos que, si Dios quería, en septiembre volvíamos a la normalidad, pero no va a ser posible. Ni en el trabajo, ni en los colegios ni en la forma de relacionarnos. Y no va a ser posible no por Dios sino por el dichoso virus, por la incompetencia de la clase política y por la indolencia de la que hablaba Bloomberg. Llegó antes la segunda ola que el presidente del Gobierno.