Si en el segundo fascículo de su autobiografía titulado Tierra firme, tras valerse del voto filoetarra para ser reelegido, el presidente Sáncheztein gimoteaba con fingida aflicción haber sufrido injustamente el vitoreado “que te vote Txapote”, no hay que descartar que, en la tercera entrega –Tierra quemada quizá- actúe con parejo cinismo y desparpajo después de traspasarle la Alcaldía de Pamplona a Bildu, la formación del carnicero etarra. En consonancia con la efemérides que evoca a aquellos santos inocentes a los que Herodes dictó degollar, Sánchez homenajeaba a aquel sátrapa real votando a Txapote tras negar la felonía y tachar de indecente que Bildu embutiera terroristas en sus listas. Como en “1984”, la novela de Orwell, la mentira es el eje de una gobernación en la que la ficción se adueña de la realidad cotidiana hasta suplantarla merced a la propaganda. En Mirando hacia atrás a la guerra civil española, el escritor británico sintetizó a la perfección esa perversa manipulación: “Si el líder dice que tal o cual acontecimiento ‘nunca ocurrió’, bueno, eso nunca sucedió. Si dice que dos y dos son cinco, bueno, dos y dos son cinco. Esta perspectiva me asusta mucho más que las bombas”.
Para afianzar su alianza estratégica con Bildu, Sánchez no tiene remilgos ni escrúpulos en escarnecer a una ciudad hostigada por el terrorismo, proporcionando plaza tan emblemática para que el antiguo Reino de Navarra se degluta en el País Vasco y su ulterior independencia en una apócrifa Euskal Herria con cabecera en la rebautizada Iruña. Justo por lo que asesinaba ETA y por lo se afana Bildu con el entreguismo socialista y la mentecatería constitucionalista frente a la terquedad separatista.
ETA/Bildu son los troyanos que antes ambicionaron volar el régimen constitucional con explosivos extramuros del mismo y hogaño lo urden intramuros como los virus informáticos que infectan el sistema para tumbarlo
Como proclama la izquierda reaccionaria, ETA ya no mata, desde luego, pero manda con los votos de esos apaciguadores que blanquean su brazo político. Aunque ETA se aplique aquello de Foucault, parafraseando a Clausewitz, de que la política es la guerra por otros medios, seguro que no creyó que encontraría tales momios. Con media docena de votos, castiga España a padecer otro Godoy y a que este vendepatrias le regale las llaves de casa tan solariega a un secesionismo en horas bajas.
En este sentido, conviene esclarecer que, de igual forma que el fin no justifica los medios, tampoco el cambio de esos medios -como ETA/Bildu mudando la capucha por la máscara- legitima irreflexivamente cualquier fin al revés de lo que desliza el Gobierno y repiten sus papagayos mediáticos para difuminar los designios de quienes no se apartan un ápice de sus hitos fundacionales. ETA/Bildu son los troyanos que antes ambicionaron volar el régimen constitucional con explosivos extramuros del mismo y hogaño lo urden intramuros como los virus informáticos que infectan el sistema para tumbarlo.
Tras el chupinazo, al líder de EH Bildu, Arnaldo Otegi, un patibulario condenado por secuestro al que Zapatero catalogó de “hombre de paz”, le faltó tiempo para festejar el desalojo de la alcaldesa de Unión del Pueblo Navarro, Cristina Ibarrola. En su frenesí, sacó la fotografía de un pañuelico con el escudo de esa quimérica Euskal Herria con los 7 supuestos territorios vascos a ambos lados de la frontera del Bidasoa y Navarra anexionada. Como Sánchez está por darle gusto y gana, a poco que se empeñe, anudará al cuello de Otegi esa prenda en una cita que, tras la prevista con el prófugo Puigdemont, ya sin clandestinidades. Como cuando Zapatero se emplazó en septiembre de 2018 con el bilduetarra para conocerse mejor en el caserío de Elgóibar de las conversaciones de la falsa tregua de 2006.
Contra su palabra y sus convicciones, como habitúa a indicar cada vez que miente, “Noverdad” Sánchez ha satisfecho un pago diferido que contrajo desde la cita local de mayo y cuya deuda ocultó para no perjudicar sus menguadas posibilidades de victoria en las generales de julio en las que se jugaba ser César o nada. Corría riesgo cierto de que la aparición de sus acreedores de timba le restaran votos claves para luego sumar con quienes mantuvo fuera de foco hasta su investidura. Como los españoles no podemos soportar tanta realidad, Sánchez les ayuda a digerirla con sus falacias.
Sin duda, las promesas de Sánchez sólo comprometen a quienes se la creen, pero sus secuelas revierten en una ciudadanía que observa como desguaza el Estado y socava su unidad territorial, a la par que coloniza las instituciones. Con tal de permanecer en el poder, emula la famosa secuencia de Los hermanos Marx en el Oeste, en la que Groucho ordena a Chico y Harpo, al grito de “¡Traed madera, que es la guerra!”, que hagan leña con los vagones para avivar, agotado el carbón, la caldera de la locomotora de vapor y proseguir la marcha destrozando el convoy.
Tampoco parece el momento ni el procedimiento de que el PP se embarque en esta modificación de sinónimos del artículo 49 de la Carta Magna entre ‘disminuidos’ y ‘minusválidos’ con quien acomete un cambio de régimen
Como le explicó Madame du Deffand, mujer de letras cuyo salón fue cónclave de enciclopedistas, a un príncipe de la Iglesia que no concebía como San Dionisio de Areopagita había recorrido, con su cabeza cortada bajo el brazo, los nueve kilómetros que alejaban Montmartre del templo que hoy lleva su advocación: “El cardenal debería saber que, en esa situación, sólo el primer paso cuesta”. Y ése lo dio Sánchez cuando el 10 de septiembre de 2020 testimonió su pésame a Bildu en el Senado por el suicidio de un etarra. Urgía sus votos para sacar los Presupuestos y se dispuso a legitimar la historia de ETA al depositar en ella una mendaz ley de memoria democrática que dinamita la Transición luego de fracasar en su intento de desestabilizarla con metralletas y Goma-2.
Tras jalear en 2019 la defenestración del alcalde Asirón, por su negligente gestión euskaldunizando la capital navarra y permitiendo en la vía pública una celda simulada en deferencia a los reos de ETA, así como por su autoritarismo machista contra la portavoz del PSN, ahora los socialistas se humillan ante quienes este jueves les daban palmadas cómplices al salir del pleno de la traición, mientras brindaban al nuevo edil la cantata etarra: “Jo Ta Ke irabazi arte” (“Dale duro hasta vencer”).
Degenerando hasta que ya ni valgan ni para tontos útiles, el PSN ha discurrido del “Agur, Asirón, agur” del 26 de mayo de 2019, que gritaba alborozada su cabeza de lista, Maite Esporrín, y de reiterar hasta la saciedad que no haría alcalde a Asirón quien la reemplazó las últimas municipales, Elma Sainz, apartada del Consistorio y recompensada con el Ministerio de Seguridad Social, a darle su plácet un Sánchez que aseveraba que, “con Bildu no vamos a pactar, si quiere lo digo 5 veces o 20 durante”. Pero, si París bien valía una misa para Enrique de Navarra, pretendiente hugonote al Trono de Francia, otro tanto obra quien vive al día sin reparar en gastos por envilecida que sea la hipoteca. Al fin y al cabo, a Sánchez no le interesa más Estado que el suyo personal, ni su horizonte va más allá del espejo que reverbera su imagen de perverso narcisista.
Conociendo el percal, UPN no debió darle el balón de oxígeno a Sánchez –sus exdiputados Adanero y Sayas se percataron del trilero- apoyando su reforma laboral a cambio de unas salvas de fogueo sobre Navarra para disimular su treta. Como tampoco parece el momento ni el procedimiento de que el PP se embarque en esta modificación de sinónimos del artículo 49 de la Carta Magna entre ‘disminuidos’ y ‘minusválidos’ con quien acomete un cambio de régimen y que comparta el procedimiento del que se vale el PSOE para ningunear al Parlamento.
Por esa vía, el antónimo Gobierno/Oposición será sinónimo. Feijóo debe aclararse si está a Rolex o a setas si no quiere que Sánchez se quede con el uno y deguste lo otro
Avalado así tal modus operandi, el PP franquea a Sánchez para utilizarlo sin recato ni contención frente a una oposición enmudecida. Si ya fue un error la entrevista de Feijóo con Sánchez, tanto por el momento como por el fiasco, esta enmienda constitucional para no llamar ‘disminuidos’ a los ‘minusválidos’ patentiza que el PP no escarmienta con quien levanta un muro contra la alternancia y se preserva el monopolio del poder con sus socios Frankenstein. Por esa vía, el antónimo Gobierno/Oposición será sinónimo. Feijóo debe aclararse si está a Rolex o a setas si no quiere que Sánchez se quede con el uno y deguste lo otro.
Tirando de la hebra del traje que descosieron UPN y el PSOE, junto al propio PP, al ignorar el peligro que se cernía, la caída de la capital del antiguo Reino de Navarra tiene un simbolismo para Bildu, como la de Jerusalén para los extremistas de Hamás, como ha significado el periodista Antonio Naranjo. Ello se constatará a medida que las máscaras de las sonrisas den paso a la ira de las capuchas o, dicho en palabras de uno de sus diputados en Cortes, Oskar Matute, “si no nos dejan soñar, no les dejaremos dormir”.
ETA no ha muerto, sino que zigzaguea sinuosamente como el áspid. Cuando al gran artífice de la Revolución China le inquirieron cómo lo logró, Mao Zedong confesó que, “como una serpiente, arrastrándose y describiendo eses”. No por casualidad la marca de ETA es la víbora venenosa que figura en un anagrama que ha cubierto de tumbas y de dolor cementerios y calles de España, así como ha forzado el destierro de miles de vascos.
En lugar de implorar perdón por tanto espanto, estos facinerosos se vanaglorian de un pretérito infame que blanquea impúdicamente un PSOE que ha percibido sus zarpazos sanguinarios y principian otra fase en el que ya no es menester el hacha a la que enroscar su sierpe al ser dueños de substanciales parcelas de poder vía Bildu. ETA aparca los revólveres, pero no la autodeterminación ni la asimilación de Navarra, como tampoco las medidas de gracia para sus reclusos. Con la Alcaldía de Pamplona, acelera sus planes en vísperas de la apertura de unas urnas vascas en las que bordea el sorpasso al PNV para ser la primera fuerza que ya fue en las generales de julio y al aguardo de que, cuál breva madura, le caiga el gobierno navarro.
La dama que se apiadó de una pitón
En esa encrucijada, cómo no entender la desazón de quienes debieran ser los más felices con un adiós a las armas, en contraste con el jolgorio de sus verdugos tratados como héroes en términos en los que los parientes de sus mártires han de andar con tiento y casi pedir indulgencia. Con crueldades como la del concejo de EH Bildu en Etxarri-Aranatz que exige a los hijos del exalcalde Jesús Ulayar, matado por ETA, que borren por su cuenta una pintada de sus asesinos en la fachada de su casa. Venidos arriba, reclamarán que los deudos de sus víctimas indemnicen a sus pistoleros por las balas y la pólvora usada en liquidarlos.
Hasta que, “nosotros, los muertos, despertemos”, habrá quienes muestren con la víbora etarra la candidez estúpida de la dama que se apiadó de una pitón. Al notar que dejaba de comer, trató de confortarla metiéndola en su cama. Ni por esas. Compungida, acudió al veterinario, al que participó su sensación de que el ofidio parecía pedirle algo sin discernir qué. “Señora -le avisó-, cuando la abraza, su reptil está midiéndola para averiguar si usted cabe dentro y ha dejado de comer para hacer sitio y tragársela de un bocado”. La incauta dama salió horrorizada. Había creído que el áspid la miraba con los mismos ojos que ella cuando éste sólo apreciaba en su benefactora una gustosa presa. Hay, sin duda, muchos modos de caminar hacia el abismo hasta hallarlo.