Andrés Navarro-El Español
  • Pedro Sánchez ha transformado la política exterior de España en un laberinto de favores, opacidad y sumisión. Pero España merece un liderazgo que no se arrodille ante Pekín.

Este es un Gobierno sin principios, que actúa sólo en función de sus intereses. Y cuando esos intereses se anteponen a la seguridad nacional, todo el país paga las consecuencias.

Una vez más, Pedro Sánchez juega con fuego al tensar la relación entre España y Estados Unidos. Lo hace para proteger al expresidente José Luis Rodríguez Zapatero y los intereses empresariales que el socialismo mantiene con China en un contexto internacional cada vez más tenso.

En 2019, Estados Unidos lanzó una advertencia al mundo al incluir a Huawei en su «lista negra» por considerarla una amenaza para la seguridad nacional. Desde entonces, Washington ha vigilado cualquier vínculo con el gigante tecnológico chino.

Y en ese clima de desconfianza, Pedro Sánchez ha optado por defender los negocios personales de sus compañeros de partido en lugar de velar por los intereses estratégicos del país.

Hay fundadas sospechas de que Huawei podría estar bajo control de la dictadura del Partido Comunista chino y que colabora con sus servicios de inteligencia en la recopilación de datos, la vigilancia ciudadana y el uso de redes 5G como instrumento de influencia geopolítica.

Conscientes de ello, muchos países aliados de Estados Unidos y de los países miembros de la OTAN han adoptado medidas para limitar o vetar su presencia en su territorio.

«El problema es la incoherencia de un Gobierno que ignora a sus propios servicios de inteligencia y convierte decisiones técnicas en concesiones políticas»

¿Y qué hace España? Se pone del lado de Huawei.

Mientras Washington exige firmeza, el gobierno socialista en Madrid permite que el expresidente Zapatero, a través de su entorno más cercano, abra las puertas del país a Huawei.

La agencia de comunicación de sus hijas, WhatTheFav, firmó con el gigante chino en 2021, justo cuando la empresa necesitaba limpiar su imagen.

A ello se sumó la consultora Acento, del exministro socialista José Blanco.

Como colofón, el propio Zapatero presionó para que Moncloa se alineara con Huawei.

¿El resultado? Pedro Sánchez obedeció.

Cuando el Ministerio del Interior adjudica a Huawei la gestión de las escuchas judiciales, mientras el CNI se opone por razones de seguridad nacional, el problema trasciende a la propia Huawei. Se trata de la incoherencia de un Gobierno que ignora a sus propios servicios de inteligencia y convierte decisiones técnicas en concesiones políticas.

No estamos ante un simple contrato tecnológico, sino frente a una fractura institucional que compromete la credibilidad del Estado.

Lo más preocupante es que este error no es un caso aislado. En los últimos años, España ha tomado una serie de decisiones en política exterior que han salido caras.

El giro unilateral sobre el Sáhara Occidental rompió la relación con Argelia, socio estratégico en materia energética.

A esto se sumó la fallida retirada de la embajadora en Argentina, que provocó una crisis diplomática innecesaria, y el apresurado reconocimiento del Estado palestino, que tensó los vínculos con Israel y también con Estados Unidos.

«¿Vamos a arriesgar nuestras relaciones diplomáticas, nuestros acuerdos estratégicos y nuestra posición en el mundo por proteger los negocios del socialismo?»

Estas decisiones no responden a ninguna estrategia. Son decisiones ideológicas que han hecho que España pierda influencia tanto en Europa como en Iberoamérica, e incluso dentro de la propia OTAN.

Pedro Sánchez está en el bando equivocado justo cuando Estados Unidos endurece su postura frente a China y es más necesario que nunca defender las libertades occidentales ante el autoritarismo global.

¿Está España preparada para otro choque con Estados Unidos?

¿Vamos a arriesgar nuestras relaciones diplomáticas, nuestros acuerdos estratégicos y nuestra posición en el mundo por proteger los negocios del socialismo?

En la Comunidad de Madrid lo tenemos claro. Con Donald Trump o con Joe Biden, con los republicanos o con los demócratas, nuestra posición está siempre al lado de la libertad. Al lado de nuestros aliados naturales. Aquellos que comparten con nosotros principios democráticos y una visión común del mundo.

Esto excluye, por supuesto, a quienes convierten la política en un vehículo para hacer negocios con regímenes autoritarios como el chino o el venezolano. No cabe ambigüedad cuando se trata de defender la democracia y los valores que la sostienen.

Pedro Sánchez ha transformado la política exterior de España en un laberinto de favores, opacidad y sumisión. Pero España no es eso. España merece un liderazgo que no se arrodille ni ante Pekín ni ante intereses personales.

Y mucho menos cuando lo que está en juego es nuestra seguridad.

*** Andrés Navarro es diputado de la Asamblea de Madrid por el PP de Madrid y portavoz de Digitalización.