IGNACIO CAMACHO, ABC – 28/07/14
· El dilema de Sánchez no es pequeño; si el PSOE se arrima a Podemos, gana Podemos; si se aproxima a la derecha, también.
De todos los problemas que tiene el Partido Socialista, y son muchos, el principal tal vez no lo haya detectado todavía. Porque tiene que ver más con la sociología que con la política y consiste en la volatilización de ese voto de centro izquierda en el que cimentó sus grandes victorias electorales. El electorado tradicional de clase media se ha radicalizado con la crisis, envuelto en un profundo cabreo con el statu quo. Pero así como los descontentos del PP se han refugiado mayoritariamente en la abstención, para desgracia de Rosa Díez y de Ciudadanos, el desencanto de la socialdemocracia ha encontrado una alternativa rupturista. Podemos es el nuevo flautista de Hamelin de la izquierda, el auténtico heredero del post-zapaterismo que ha levantado un discurso de radicalidad populista capaz de amenazar la hegemonía del PSOE.
El éxito de Podemos arranca en realidad del fracaso del primer proyecto zapaterista. De aquel «republicanismo cívico» que socavó con suavidad sonriente las bases del régimen constitucional, puso en solfa los valores de la Transición y buscó una nueva legitimidad basada en el bucle de una ruptura pendiente. Los Iglesias, Monedero y compañía han extremado ese legitimismo republicano aprovechando la quiebra de la burguesía mesocrática y han trazado una hoja de ruta que pasa por liquidar la vía socialdemócrata asimilándola al fracaso del sistema.
Partiendo de los rescoldos del 15-M han levantado un programa de asalto al poder con estrategia bolivariana. Su objetivo no es superar a IU, a la que ya se tienen merendada: van a por el PSOE, a suplantar su papel de «partido atrapalotodo» de una izquierda polarizada. El gran desafío de Pedro Sánchez es evitar ese
sorpasso en ciernes que ya empieza a apuntar en las encuestas. A Podemos no le importan los restos del escombrado centro sociológico; se los puede regalar al PP porque va en busca del «empate catastrófico», de un dramático frentismo bipolar. Pero el PSOE los necesita para conservar su condición de alternativa y en la medida en que se aleje de ellos correrá más peligro de irrelevancia. Sucede que muchos simpatizantes y votantes socialistas sienten simpatía emocional con la nueva fuerza emergente, se han engolfado con su propuesta de rupturismo y al primer desliz le pondrán los cuernos al viejo partido de responsabilidades institucionales y pactos de Estado. El dilema no es pequeño; si Sánchez se arrima a Podemos, gana Podemos; si se aproxima a la derecha, también.
A años luz actualmente de una mayoría, incluso relativa, en solitario, el nuevo dirigente socialdemócrata necesita encontrar su propia melodía política, el tono que recomponga y estabilice una organización en mucho más riesgo del que parece (y parece bastante). Para ello va a necesitar pronto una autoclarificación de conceptos que le ayude a discernir entre amigos, aliados, adversarios… y enemigos.
IGNACIO CAMACHO, ABC – 28/07/14