EL MUNDO 02/11/16
TEODORO LEÓN GROSS
UNO tras otro, ahora Bescansa, repiten la consigna: «Los poderes fácticos no han permitido un Gobierno PSOE-Podemos». Qué viejuno resulta ese blablablá tan típicamente antifranquista en gente nacida ya en democracia, como Iglesias, Errejón o Garzón. Convendría hacer memoria ante la euforia conspiranoica: Sánchez sólo ha estado una vez en trance de ser presidente, y fue el 2 de marzo, cuando concurrió a la investidura con el mantra de «una alternativa de progreso para evitar que gobierne Rajoy». Y Podemos, sin presión aparente de los poderes fácticos, votó no. La ironía es que Sánchez haya acabado entonando un mea culpa para hacerse perdonar por populistas y nacionalistas, confirmando la teoría de la gestora sobre su podemización. Ese tipo que invoca los viejos demonios familiares –la oligarquía, los obispos, los milicos y a lo mejor hasta el Real Madrid y Sálvame– pudo ser presidente. Sin duda los poderes fácticos estarán muy agradecidos a Iglesias por su servicio a España aquel 2 de marzo.