Santiago González-El Mundo
Ha tenido que volver el PSOE a las tareas de Gobierno para encontrar nuevamente ese bullshit que la ministra portavoz maneja como nadie. Sus palabras no sirven para explicar hechos del pasado ni anunciar intenciones de futuro. Sólo se emplean para cubrir sus necesidades de presente. Un suponer, no hace todavía una semana, Isabel Celáa dio titulares a toda la prensa escrita: «El Gobierno no descarta anticipar las elecciones».
No es que ellos fueran muy partidarios, «pero nadie va a resistir más allá de lo necesario». ¿Cuánto es lo necesario? El Dúo Dinámico daba una pista: «Resistiré, para seguir viviendo./ Soportaré los golpes y jamás me rendiré/ y aunque los sueños se me rompan en pedazos,/ resistiré». O sea, más allá de lo necesario en palabras de la portavoz. Pero eso era hace cinco días. Ayer, en estas páginas, se mostraba radicalmente en contra: «No va a haber elecciones; estamos obligados a mantener el rumbo».
Sus socios han tumbado el techo de gasto y la senda del déficit, definidos por el espectacular rebuzno de su socio Echeminga: «El déficit es la diferencia entre los ingresos del Estado y la inversión pública». Es verdad que Echenique Robba (caramba) no es diputado, pero el propio presidente tampoco tiene escaño en la cámara legislativa.
De momento, Pedro ha incumplido cuanto dijo o ha fracasado en el intento: convocatoria de elecciones, no pactar con populistas y secesionistas, derogar la reforma laboral del PP, indexar las pensiones al IPC, las promesas a los autónomos, y el ridículo de RTVE, donde ha conseguido a la última imponer como administradora única a Rosa Mª Mateo, buena persona, eficaz presentadora de telediarios e Informe Semanal, pero ayuna de cualquier experiencia para administrar una empresa de 6.400 trabajadores y un presupuesto fantástico. Lo mejor que podría hacer es no tocarlo en espera del concurso público, aunque estará obligada a hacer nombramientos entre los aspirantes con el ansia viva, me imagino.
La portavoz Celáa considera que la inteligencia colectiva del PDeCAT –al fin, el intelectual orgánico gramsciano– sabrá valorar el esfuerzo del Gobierno de España y corresponder. Y lo dice mientras el tipo que se fugó en un maletero se autoafirma en Waterloo junto a su valido como el tipo que gobierna España, y al rapero que pedía matar a guardias civiles y otros prófugos.
Dos días antes, un juez de la Audiencia Nacional declaraba al inteligente PDeCAT mero continuador de Convergència en el asunto del 3%. El Gobierno Sánchez no piensa en los guardias civiles agredidos con cal viva y lanzallamas caseros por los inmigrantes al asalto, atraídos por el relato del Aquarius. Su ministro del Interior piensa constructivo en retirar las concertinas, así vendrán por lo pacífico. Mientras el colectivo del 3% se pone en marcha, el juez del Supremo, Pablo Llarena, era corrido de un restaurante de Palafrugell. A la ministra y a su jefe les parece que, en la humillación de nuestro Tribunal Supremo por un tribunal regional alemán, no hay quebranto para el Estado, son dos instancias judiciales europeas que se entienden entre sí, como si un juez de paz de Arenys de Munt desoyera a la Sala Segunda del Supremo. Indultarán a Juana Rivas, empujada al delito por sus asesoras, pero sólo de la pena de cárcel; no podrán darle la patria potestad de sus niños, ni condonarle los 30.000 euros de indemnización a su ex marido.
Todo esto en menos de dos meses en el Gobierno, aunque se les resista su gran promesa, airear los huesos del dictador: «Todavía no conozco la figura jurídica que permitirá la exhumación». La figura jurídica existe, querida Isabel, a pesar de la cerrada unanimidad de la familia en contra. Se llama prevaricación. Qué quieren que les diga, en fin, feliz verano.