EL MUNDO – 28/03/16 – F. JIMÉNEZ LOSANTOS
· Cristina Pedroche ha explicado muy inteligentemente qué significa hoy ser de izquierdas, o mejor: por qué proclamarse de izquierdas es el mejor negocio que puede hacer cualquiera que vive de cara al público. Ha dicho la vivaracha presentadora televisiva que «ser de izquierdas significa querer el bien para todo el mundo». Y en seguida han puesto de manifiesto algunos sus evidentes contradicciones.
La primera, que siendo buena parte del mundo de derechas, incluida España, no está claro que les desee el bien a media humanidad, ya que les priva del nivel moral que proclama para sí. Pero lo que no entienden los detractores de la simpática estrella vallecana es que precisamente ése es el secreto de la hegemonía de la izquierda en el mundo del espectáculo: proclamarse mejor que los demás. ¿Y quiénes son los demás? Obviamente, los que no son de izquierdas. O sea, la gentuza.
En el mundo del espectáculo cultural es tan necesario proclamarse de izquierdas que no se encuentra ni un solo actor joven de derechas. Alguno hay de Ciudadanos, pero más bien progre, y pare usted de contar. Para conseguir papeles (una de las grandes del casting es hija de Carmena), entre los aspirantes al artisteo reina una versión del hurto famélico, entrañable tipo delictivo en el que el hambre era atenuante del delito de robar.
Es lo que podríamos llamar izquierdismo famélico, y explicaría que en casi 40 años no hallemos entre las infinitas películas dedicadas –y subvencionadas– a la Guerra Civil, ni una en la que los buenos sean los nacionales. Suele decirse que se compensa la tendenciosidad franquista, pero la verdad no debería ser tendenciosa y llevamos ya más años de democracia que de dictadura. La razón es otra: el terror a parecer de derechas, garantía de paro. De ahí el izquierdismo famélico y los Goya de Pablo Iglesias.
Ahórrese el chiste fácil de que Cristina Pedroche no parece famélica ni puede estarlo la esposa del primer cocinero de España, creador de Diverxo, que frecuentarán los jefes de Comisiones Obreras porque quieren el bien para todo el mundo (son de izquierdas), empezando por ellos, que no son tontos. Tampoco lo es Pedroche, típica figura pública de nuestro tiempo, que sabe que si uno se proclama de izquierdas, o sea, moralmente superior, y le echa mucha cara y mucho de lo otro, triunfará.