EL MUNDO 09/05/14
SANTIAGO GONZÁLEZ
«Esta noche pegada de carteles», se decía en la militancia de aquellos maravillosos (más o menos) años. La pegada es hoy una metonimia del estilo tirar de la cadena, justificada por la funcionalidad, pero superada por la tecnología. Anoche los partidos mayores abandonaron la cola, el engrudo y aquellos carteles con los rostros de unos candidatos que la humedad de la cola fijaba en las paredes como si fueran las caras de Bélmez. Se impuso el mitin, y al llegar la medianoche, hora en que la carroza se convierte en calabaza, los oradores pidieron descarnadamente el voto. Aún cultivan el rito algunos partidos pequeños, IU, UPyD, y con carácter simbólico. Todo este cambio ya lo anticipó en los 80 Alfonso Guerra, cuando se mostró dispuesto a cambiar 10.000 militantes por 10 minutos en televisión.
Sostenía Rubalcaba ya hace unos meses que las encuestas del CIS están hechas con cocina de cuartel y seguramente tiene razón. El que paga al gaitero pide la tonada, independientemente de las creencias religiosas, políticas, sexo o raza del pagano. Si lo sabrá él. Alfredo Pérez Rubalcaba era portavoz del PSOE en el Congreso cuando el CIS, recién estrenado ZP, predijo en 2004 una participación del 76,7%. También que las iba a ganar el PSOE con 9,6 puntos y cinco escaños de diferencia. Los sondeos debían de contemplar una horquilla de +-31%, porque los participantes se quedaron en el 45,9% y la victoria del PSOE fue moderada: dos puntos y un escaño.
Bueno, pues a la hora de la pegada de carteles, el CIS predice una victoria del PP de 2,7 puntos y un par de escaños. Empate técnico, reclamarán los socialistas, mientras el PP se agarrará a la diferencia. También deja constancia del escaso interés de los españoles por las europeas, como el hecho de que sólo el 16,9% conozca exactamente la fecha de las elecciones.
Europa no interesa demasiado. Tampoco puede extrañarle a nadie que haya seguido la obsesiva precampaña de la cabeza de lista del PSOE, reprochando a sus adversarios sumisión a Merkel, despreciando el hecho de que sus 18 ó 19 eurodiputados van a estar en el mismo grupo que los que saque el SPD alemán, socio de Gobierno que ayuda a definir la política de esa Merkel que tanto daño nos hace. Y en el mismo que los eurodiputados socialistas franceses, que quién nos iba a decir que Manuel Valls nos iba a salir un manostijeras comparado con el cual Rajoy iba a parecer un acabado socialdemócrata. También podría ser que los socialistas alemanes y franceses, hartos ya de estar hartos, elijan nueva jefatura en Estrasburgo al grito de «ni putas, ni sumisas».
La abstención es producto del desinterés europeo y de la desafección a la política, pero quienes se acerquen a las urnas votarán con convicción, porque en España siempre votamos contra alguien y al menos el que lo hace contra Merkel conoce el ámbito de la soberanía. Los demás se sacarán la espina votando contra Rajoy, Rubalcaba ¡o Aznar! Y gratis, sin el coste de soportar las consecuencias de la propia decisión.