IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO

 

Sin duda alguna, la inflación es el principal problema del momento. El nivel alcanzado en marzo, el 9,8%, supone un peligro general y mayúsculo. Reduce la capacidad de compra de los trabajadores, dado que será muy difícil, por no decir imposible, que la generalidad de las empresas eleven los salarios en la misma medida sin poner en grave riesgo su estabilidad financiera. Y castiga tanto más a quienes menos cobran, pues dedican un mayor porcentaje de sus ingresos a las compras necesarias para vivir. Presiona los márgenes de las empresas, al empujar a los costes de todo tipo de suministros. Y si para mantenerlos trasladan el movimiento a sus precios, la cosa se agravará por las segundas y terceras oleadas de la inflación. Y perjudica a los pensionistas, pues salvo que el Gobierno se vuelva loco, no será sencillo que cumpla su promesa de subir las pensiones en la misma medida que lo haga el IPC. Y así, sucesivamente.

Ayer, Pedro Sánchez nos contó varias milongas al respecto. Primero le echó la culpa del roto a la guerra de Ucrania. Es una excusa comodísima, pero tendría que explicar por qué llevamos un año por encima del 2%, que es el objetivo marcado por el Banco Central Europeo, y cuál es la razón por la que en el mes de febrero, antes del inicio del conflicto, el IPC se situaba ya en las cercanías del 7%. La guerra ha agudizado el problema, pero no lo ha creado y, de la misma manera, cuando termine, lo amortiguará sin solucionarlo.

También dijo que su plan de choque -las medidas anunciadas el pasado lunes- servirá para doblar la curva de los precios. ¿En qué quedamos? Si la culpa de la inflación que padecemos, aquí y en toda Europa, es del conflicto -es decir, si es un problema internacional-, ¿está seguro de que sus 6.000 millones de ayudas y 10.000 de créditos lo arreglarán todo y en todas partes? Pues nos sale muy barato y deberíamos pedir un escote a nuestros socios, a quienes les solucionamos un marrón considerable. Además, ya es mala suerte que el mismo día que lanza tan arriesgada afirmación, salga Funcas y diga que las medidas servirán para bajar un punto el IPC. Pues vaya.

Lo malo es que esto no termina aquí. Las subidas de los precios no han recorrido la totalidad del camino que va desde el campo, el mar y las fábricas más diversas hasta los lineales de los supermercados. Hay mucha inflación transitando por él y tardará algún mes más en terminarlo. Todo el mundo está tratando de subir los precios de sus productos, pero eso ni se hace en un día, ni se hace de una vez. ¿Por qué cree que el Gobierno vasco ha permitido a sus contratistas de obra pública un aumento del 20%? ¿Es pura generosidad o es que los precios de todos los materiales han subido en esa medida? Pues calcule lo que falta aún…