Al lehendakari le encanta la moviola, aunque hable de apuestas de futuro. En plena crisis económica, nuestras instituciones vascas siguen practicando un ombliguismo infantil e insolidario, enfrascadas en el derecho a decidir. El viernes será otro de tantos días en que el Parlamento vasco ha gestionado más bien poco pero ha predicado teoría nacionalista hasta aburrir.
Es posible que, de la alineación definitiva en el Parlamento vasco, nada se sepa hasta el mismo viernes. Pero después del desgaste al que nos ha sometido el lehendakari con su plan de consulta, queda una certeza sobre la mesa: que su proyecto, si resultase aprobado el próximo viernes, será gracias a los votos del entorno de ETA. Ibarretxe, en todos estos años, ha sido incapaz de atraer a los partidos constitucionalistas (tan vascos y tan ‘pata negra’ como los abertzales de Orio, por lo menos) o no ha tenido otro interés, como el que demostró en el Pacto de Lizarra, que el de fortalecer el bloque nacionalista. El caso es que, de nuevo, el viernes, quien suele decir que ETA no es quién para marcarle la agenda pero que resultó elegido en su primera legislatura gracias al entorno de Batasuna (entonces Euskal Herritarrok) ahora vuelve a depender de los apéndices de la banda.
El viernes, cuando el lehendakari someta su iniciativa a lectura única para evitar que la oposición se adorne en sus críticas, toda la atención se centrará en las ‘nekanes’. El grupo de Otegi ya le hizo ese favor parcial cuando presentó su plan de nacionalismo obligatorio que resultó finalmente derrotado en el Congreso de los Diputados. Ahora volvemos al eterno retorno de lo mismo. Al lehendakari le encanta la moviola a pesar de que sus discursos hablen de apuestas de futuro. Porque, a la hora de la verdad, y en plena crisis económica, nuestras instituciones vascas siguen practicando un ombliguismo infantil e insolidario, enfrascadas en el derecho a decidir, independientemente de España.
Mario Onaindía solía ironizar sobre la retórica existencial del nacionalismo cuando reproducía el imaginario encuentro entre dos amigos que se quejaban de sus respectivas desgracias. A uno se le había muerto el padre y lloraba su pena; el otro le acompañaba en su desolación porque había perdido un bolígrafo. Mario quería llamar la atención sobre el egocentrismo de quienes, como el actual Gobierno de Ajuria Enea, se pasan la vida preguntándose de dónde venimos, cómo podemos ir solos adonde nos tiene deparado el destino, gastándose el dinero público para que asesores, técnicos y observadores diserten sobre ‘lo nuestro’.
En fin, que llega el día del anunciado pleno. Sin ausencia de violencia, una condición que se ha ido quedando por el camino, y con las Juntas Generales de Álava habiéndose pronunciado en contra; una circunstancia que al lehendakari le trae sin cuidado. Con dos preguntas pensadas para que el entorno institucional de ETA no se encuentre incómodo. El viernes volveremos a anotar un día más de los tantos que ha vivido el Parlamento vasco en los que sus señorías han gestionado más bien poco pero, eso sí, han predicado teoría nacionalista hasta aburrir a los votantes.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 25/6/2008